Un doble crimen a sangre fría sacudió a la localidad de Moroche, Ecuador, cuando el líder una banda criminal y su hija de 20 años fueron asesinados en un lavadero de autos tras recibir más de una decena de disparos de una organización rival. Un día después, en su velorio, los miembros de la agrupación criminal lo enterraron con cientos de armas colocadas en el interior en su ataúd. A través de las redes sociales se viralizaron las imágenes del funeral.
El crimen ocurrió el miércoles en la mencionada localidad ecuatoriana ubicada en la provincia de Los Ríos. Allí, Julián Sevillano, de 39 años, apodado “El Fatal”, quien lideraba la banda Los Fatales, fue acribillado por un grupo de atacantes que abrieron fuego desde una camioneta mientras esperaba que concluya la limpieza de su auto. El hombre estaba acompañado por su hija, quien también falleció.
Al día siguiente del asesinato, fueron velados por los otros integrantes de Los Fatales, junto a su familia y allegados en un multitudinario funeral que fue custodiado por policías ecuatorianos y miembros de las Fuerzas Armadas locales. El cueró fue enterrado dentro de un féretro de color marrón repleto de armas de gran calibre.
La hipótesis principal de las autoridades indica que se trató de un ajuste de cuentas de otra banda criminal. Así lo evidenciaron los investigadores en Ecuador, que señalaron que Sevillano tenía antecedentes penales por asesinato.
El grupo que lideraba el fallecido fue comandado en el pasado por José Adolfo Macías, hoy detenido en Guayaquil. Este se disputa el control de las rutas de la droga en Manabí y Los Ríos con otras organizaciones criminales como Los Cornejos.
Inicialmente, Los Fatales surgieron en la cooperativa Balerio Estacio, suburbio de Guayaquil, y su antiguo líder, alias “Frank”, traficaba droga desde la frontera colombiana hasta el interior del país.
Sevillano fue detenido en mayo del 2005 por el homicidio del entonces vicealcalde de Mocache Bolívar Cordero Candelariz, de 57 años, y su hijo, Yogar Cordero Molina, de 35. Sin embargo, meses después fue liberado.
Al momento del asesinato, agentes de la Unidad de Muertes Violentas habían llegado al sitio del crimen, pero los familiares del fallecido no permitieron que se traslade el cadáver a la morgue y se lo llevaron por sus propios medios, según consignó el diario ecuatoriano El Universal.
Tras ello, los uniformados decomisaron las evidencias balísticas y se pusieron en alerta al realizar controles en distintos sectores de Mocache por el temor de una posible venganza que podrían generarse por el crimen de Sevillano.