“No cuenten conmigo para devaluar. Prefiero irme antes que hacerlo”. La frase terminante es del Ministro de Economía, Sergio Massa. La repitió en privado a propios y ajenos en una semana de guerras encarnizadas, posiciones irreconciliables y un dólar blue a $442 que parece no tener techo. Una semana en la que tuvo que renunciar Antonio Aracre, jefe de Asesores del Gobierno, con quien la relación estuvo rota desde el día cero y en la que el propio Alberto Fernández dio un paso al costado jaqueado por encuestas con altísimos niveles de rechazo y un país en el que ya no alcanza con echarle la culpa a Mauricio Macri, ni a la pandemia, ni a la sequía.
El fin de semana de Massa lo encontró reunido virtualmente con inversores saudíes y con varios integrantes de su mesa chica de Economía para ver cómo será la cacería de fondos en el corto plazo. También revisaron los detalles del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional de cara a la presentación del programa de reservas. El objetivo es claro: busca que se adelanten los desembolsos previstos hasta fin de año a junio. Esa es su bala de plata.
El jueves viajará un equipo de Economía para reunirse con ejecutivos del FMI. “Sé que Guido Sandleris (extitular del Banco Central) y Hernán Lacunza (exministro de Economía) llamaron al Fondo para que no nos den el adelanto. Pero la oposición en Estados Unidos habla con los mozos y yo hablo con los dueños de los restaurantes”, ironizó ayer Massa a uno de sus laderos. “Ellos entran por debajo con las pocas relaciones que les quedaron y los vuelve locos que me entere de todo”, agregó en un encuentro con su principal referente financiero. Tanto Lacunza como Sandleris desmintieron esa versión.
Aun con la crisis local en estado terminal el nuevo orden global le da una oportunidad a la Argentina. El presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva fue, desde antes de que derrotara a Bolsonaro, en octubre pasado, la apuesta de la administración Biden para hacer pie nuevamente en la región. En el líder del PT, la Casa Blanca veía un futuro presidente alineado con su defensa de la democracia, el puente ideal para acercar no solo a Brasil sino también al resto de la región a Estados Unidos, en medio de la creciente rivalidad con China.
Poco de eso sucedió. El Lula de discurso antinorteamericano, voluntad de autonomía y liderazgo global y ambivalencia geopolítica mostró su cara apenas después de asumir. La prueba fue el viaje del mandatario brasileño a China, donde dio más señales de afecto a Beijing de las que esperaba Washington y criticó a Estados Unidos y al dólar. Unos días después, fue más allá y dijo que la guerra en Ucrania había sido lanzada por “dos países”.
Ante ese escenario, la administración Biden elige ahora apostar a la Argentina como aliado estratégico. Para eso necesita un socio estable, además de confiable. Esa necesidad explica tanto la reunión –llena de elogios mutuos- de Biden con Alberto Fernández y la fuerte y constante presión de Estados Unidos al directorio del Fondo para que se flexibilice y hasta socorra a la Argentina (donde el Ministro de Economía juega fuerte), no importa si está gobernada por una coalición oficialista con la que nunca se llevó bien. “Hoy Massa y Cristina son Brad Pitt y Angelina Jolie con el comportamiento de Brasil”, resumieron desde el kirchnerismo. Para obtener los fondos Massa promete sumar reservas, ampliar el cepo y avanzar con microdevaluaciones diarias (crawling peg) del Banco Central. Por eso, desde Economía volvieron a utilizar el teléfono para presionar con más fuerza al sector privado y aumentar las expectativas de recaudación de dólares para los próximos días en base a las promesas recibidas. Su estimación es que entren unos US$ 8000 millones de cerealeras y unos US$ 1700 millones de petroleras al 30 de junio. Desde esos sectores calificaron de optimista el número y aseguraron que la presión es cada vez mayor.
El video del “renunciamiento” de Fernández le puso más dramatismo a las jornadas en las que gobernó el mercado por Alberto Fernández. Ese video supuestamente escondido a sus socios del Frente de Todos había sido spoileado a Massa y Cristina Kirchner por asesores del presidente que ya están pensando en el día después. Nadie guardó el secreto ni cumplió la consigna del Poder Ejecutivo. También hubo lugar para una puesta en escena en Olivos con el objetivo de dar tranquilidad. La sonriente foto en un país en el que el dólar ni la inflación tienen techo fue gestada por presidencia de la Nación e inclusive la vocera Gabriela Cerruti ironizó con “encarnizada interna” a través de sus posteos. También se atrevió a dar tutoriales de inflación al mejor estilo de Bernardo Neustadt hablándole a su Doña Rosa.
Massa había desayunado con el presidente y tomó desde la Quinta presidencial un zoom para su ponencia en el Coloquio de IDEA Neuquén. Allí aseguró que Vaca Muerta era la oportunidad de cambiar la balanza comercial con un modelo exportador. También ratificó la inauguración del primer tramo del gasoducto para el 20 de junio, día de la bandera en el que los tres accionistas principales del Frente se verán la cara. Todo el resto fue improvisación. La sonrisa, la luz y hasta la mano de Alberto sobre el hombro de Massa. En el Foro Llao Llao organizado por Eduardo Elsztain no se habló del Gobierno. “Hablamos de futuro y no de pasado”, sintetizó uno de los asistentes a LA NACION. Varios de los presentes entre los que se encuentran algunos de los empresarios más importantes de la Argentina partieron luego a los que son desde hace tres años sus países de residencia: Uruguay, España y Estados Unidos, en ese orden.
Cristina sigue sin hablar palabra con el presidente. Lo ignora. Ella reaparecerá el próximo 27 de abril en el teatro Argentino de La Plata. La fecha coincide con los 20 años de la elección presidencial que ganó Néstor Kirchner y con una construcción que paradójicamente combina una ficticia proscripción con el operativo clamor. La vicepresidenta está muy preocupada por la economía y culpa al presidente de haber roto todos los manuales de la economía kirchnerista. También la acecha el fantasma de la hiperinflación. Su comunicación con el titular del Frente Renovador es más que asidua.
“Con Alberto el horno no está para bollos, con Sergio pelotean todo el tiempo”, graficaron desde La Cámpora. La agenda de Massa para mañana será política. Anunciará un plan de obras por $ 40.000 millones con todos los intendentes y lanzará un programa Hogar de subsidio a las garrafas para el invierno. Por lo bajo están investigando a Juan Rodríguez Braun, managing partner de Max Capital. La sociedad de Bolsa había emitido un informe que hablaba de rumores muy fuertes de una devaluación del 50% mañana y ponía en duda la permanencia de Massa en el cargo. Ayer la sociedad de Bolsa hizo un pedido concreto de disculpas. Los habían amenazado con aplicarles la ley de terrorismo económico. Sin embargo, la estrategia jurídica de Economía era que la Comisión Nacional de Valores bloqueara a la entidad y que eso les impida continuar también como autorizados de la SEC (la entidad estadounidense encargada de proteger a los inversionistas y mantener la integridad de los mercados de valores). “Conozco al detalle la ley de los Estados Unidos y esta no se las perdono. Se hicieron más ricos especulando y mintiendo”, aseguró Massa a sus abogados.
En la medida que el calendario avanza aumenta el nerviosismo en el Frente. Malena Galmarini retuiteó esta semana una contundente publicación: “Massa se queda hasta el final”. Se hizo eco del posteo del economista Alejandro Kowalczuk, quien escribió: “Massa se queda hasta el final, porque el final es cuando se vaya Massa”. Sin embargo, con el correr de las horas ese posteo pasó a la cuenta de tuits borrados. ¿Por qué? No fue por la política sino por los mercados. “Ellos no entienden la sutileza de la política como tampoco nosotros su racional”, resumieron en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Con muy bajo perfil hubo otro pintoresco encuentro esta semana. Lo llevaron a Massa a una mesa de dinero. “A conocer de primera mano a los tipos que tradean y seguramente vuelva a hacerlo en los próximos días. Se encandiló con la velocidad con la que toman las decisiones”, resumió un asesor del Ministro a otro de sus allegados.
Desde la oposición siguen de distinta manera la aceleración de la crisis. Lacunza asegura que “los próximos 30 días no pueden ser igual que los últimos porque la economía no resiste y es importante aclarar que lo que pasa hoy es consecuencia de los últimos tres años. No ocurrió de un día para el otro”. Para el exministro de María Eugenia Vidal y Mauricio Macri y uno de los principales referentes de Horacio Rodríguez Larreta “el dólar blue vale lo que el mercado diga que vale”. En el gobierno aseguran que está caro y que esta semana se estabilizará. Algo de lo que también descreen en los equipos económicos de Patricia Bullrich. Luciano Laspina, principal espada de ese equipo, presentará en los próximos días “desenredar la Argentina”, un libro en el que esgrime las principales claves hacia dónde iría en caso de ser gobierno: defensa de la moneda y de las instituciones, reforma laboral, simplificación de las regulaciones y una radiografía impositiva, son sólo una parte de los diez capítulos. “La situación está muy complicada. No tengo claro todavía como termina. Si con más brecha, más cepo, más devaluación o con un espiral inflacionario y prefiero no echar más leña al creciente fuego”, se excusaron desde las huestes de Bullrich. Desde Avanza Libertad, Javier Milei respondió exultante tras su visita a San Juan: “Si estalla se resuelve más fácil y rápido. Si nos dejan la bomba a cinco minutos de explotar también tenemos solución. Aun cuando tengo consenso o no por parte de la política”, disparó en modo campaña. Evitó los eufemismos.
Por último, un exministro de Economía fue terminante respecto del cómo sigue la economía. “Esto es irreversible. Una vez que llegaste al cuasiferiado cambiario la dinámica es otra. Alberto ya dijo que no será candidato y eso era imprescindible. Ahora hay que poner el cuerpo a lo que haga falta porque la transición comenzó. Él nos trajo hasta un 40% de pobreza y al filo de una hiperinflación. No devaluar es una certeza de fracaso porque el problema es que te van a comprar todos los dólares al precio que sea”, concluyó irónico. Ese es el laberinto en el que se encuentra hoy la Argentina. Un laberinto en el que los fantasmas que tenía Cristina Kirchner ya son realidad y en el que el final está abierto.