Las elecciones primarias cambiaron el escenario político y económico de la Argentina. El día después de que Javier Milei se convirtiera en el precandidato presidencial más votado, un “cisne negro” al que se le asignaban pocas probabilidades de ocurrencia, el Gobierno convalidó un salto del 22% para el tipo de cambio mayorista. Un acontecimiento que, para los economistas, aceleró la inflación y dio inicio a un ciclo de subas de dos dígitos mensuales, ennegreciendo el panorama de cara a octubre.
“En un país que llega con sequía, sin mercado de capitales, sin reservas, sin espacio para tomar deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la única opción era devaluar. Sin embargo, probablemente debido a que tenemos un ministro que no es economista, se aplicó una medida un poco más propia de las pymes. Es decir, si un cliente te deja colgado con una factura grande, la estrategia es darse vuelta y dejar colgado al proveedor. Hicimos eso por el equivalente a dos meses de importaciones hasta las PASO: no se pagaron importaciones, hoy debemos de manera forzosa al mundo US$10.000 millones”, dijo Emmanuel Álvarez Agis, director de PXQ Consultora y exviceministro de Economía de Cristina Kirchner.
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Agis, quien ayer arrancó el panel Escenarios Macroeconómicos 2023 y 2024 en el evento Expo EFI, señaló que las reservas netas del Banco Central (BCRA) se encuentran en terreno negativo por entre US$6000 y US$12.000 millones, dependiendo de cómo se calcule. Una situación que “no podía estirarse más”.
Por esa razón, el Gobierno puso un freno a las autorizaciones para importar y las compañías se pasaron al dólar contado con liquidación (CCL, que permite girar las divisas al exterior) para pagarles a los proveedores del mundo, aún cuando quedarán excluidas del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) por los próximos 180 días. Por mayor demanda y poca oferta, esta cotización se disparó en las últimas semanas y actualmente ronda los $800.
“Si no se alimenta la oferta y no se pagan importaciones, la cuenta es que el CCL va a seguir subiendo. Esto es consecuencia de una devaluación que, desde el punto de vista técnico, es increíble. Nunca en mi carrera profesional me tocó ver algo tan débil desde lo técnico. Una elegancia francesa lo que digo, porque los primeros cinco adjetivos los eliminé. Algunos tendrán la duda de si la devaluación estuvo planificada o no. Si estuvo planificada no se entiende el impuesto PAIS, ni por qué se ofreció cobertura cambiaria, o por qué el crawling peg corría al 11% y no a 7%. ¿Mi impresión? No estaba planificado. El Gobierno salió tercero y el primero, sorprendió”, aseveró Álvarez Agis.
Antes de devaluar, la brecha con el CCL era del 108% y esta semana superó el 130%, según señaló. Quince días antes de que el dólar mayorista suba a $350, el Banco Central no compraba reservas si no pisaba importaciones, una situación que hoy se mantiene. La curva de dólar futuro se disparó, dando cuenta de que el mercado desconfía de ese valor. Mientras que la inflación se aceleró y entramos a “una nominalidad de dos dígitos”.”Nunca vi devaluar para que haya inflación y no recuperar reservas”, agregó.
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“Ahora que nos enteramos de que la dolarización era una política para el vigesimocuarto mandato, estamos seguros de que vamos a un escenario donde probablemente haya tres candidatos, pero dos programas. Piensan que Milei es el más incierto, pero para mí es el de [Sergio] Massa. El resto de los espacios políticos propone competencia entre monedas, bimonetarismo o salir del cepo de un día para otro, es todo lo mismo. Son formas elegantes de que la gente pueda elegir tenés pesos o dólares”, concluyó Álvarez Agis.
La siguiente en tomar la palabra fue Marina Dal Poggetto, directora de la consultora económica Eco Go, quien sumó que un país podría tener un esquema de represión financiera que dure mucho tiempo, “aunque a mí no me gusta”, y que choca con el concepto de “democracia”. No obstante, agregó que un país no puede ir constantemente hacia un sistema con represión financiera y luego hacia la libertad económica, como sucede en la Argentina, ya que se “rompen los contratos que hizo el gobierno anterior”.
Actualmente, la brecha entre el contado con liqui y el mayorista es del 130%. Mayor que el 120% que se alcanzó en julio del año pasado, cuando Martín Guzmán renunció como ministro de Economía, y más aún del 40% que había en 2015, cuando Mauricio Macri decidió quitar el cepo cambiario. Un escenario que refleja la incertidumbre en el país y que presenta un desafío para el próximo gobierno que plantee ir hacia otro esquema cambiario.
“Hay un sendero de remoción gradual de los controles de capital en Juntos por el Cambio. Una propuesta de Milei, una alternativa distinta de dolarización, pero que básicamente requiere conseguir plata cara, créditos usureros de fondos de alto riesgo. Un tercer interlocutor de Milei dice que no podemos sacar los controles de capitales el primer día y que tampoco se pueden liberar las Siras [Sistema de Importaciones] el primer día, porque ‘no están locos’. Estamos transitando un contexto de enorme incertidumbre, con escalada de brecha después de la devaluación, que fue mecanismo de negociación con el FMI para destrabar los dólares. Pero rascamos el fondo de la olla, claramente no hay dólares para seguir transitando”, completó.
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Con la vista puesta en el año próximo, Dal Poggetto recordó que sin estabilidad no hay programa económico que valga. Para eso, es necesario la gobernabilidad, no solo para hacer reformas, sino también para extender el horizonte de las decisiones argentinas y “respetar contratos del que se fue”. Al tiempo que detalló que la estabilidad requerirá corregir tarifas de servicios y poner en orden las cuentas fiscales y cuasifiscales.
“Estabilizar es importante, pero cualquier programa de estabilización tiene que tener tres componentes: dejar de emitir dinero, bajar el déficit fiscal y estabilizar el tipo de cambio, sobre todo en economías como la nuestra”, coincidió Fausto Spotorno, director del centro de estudios económicos de OJF & Asociados. Puntos fundamentales a corregir antes de migrar hacia el fin del cepo cambiario, ya sea con bimonetarismo o dolarización.
En esa misma línea, señaló que en el último año subió la velocidad de rotación de dinero, es decir, la población se deshace lo antes posible de los pesos que tiene en la billetera. Eso demuestra la desconfianza en la propia moneda, lo que acelera la inflación ante la presencia de más dinero en la calle, y que explica por qué la propuesta de dolarización “pica” en las elecciones. “La gente dice que no quiere pesos, no intentes arreglar algo que ya está roto”, añadió.
Para el economista, este año la inflación cerrará cerca del 160%. En agosto, esperan que alcance el 11% y que sea del 10% en septiembre. “¿Qué pasa si seguimos en el escenario actual, si no hacemos nada? Aún si la cosecha rebota, nos lleva a una hiperinflación. Este tren dice: ‘destino final: hiperinflación’. Si no cambiamos y no hacemos cambios, aunque llueva y tengamos el gasoducto, pueden que entren dólares por las exportaciones. Pero la inflación no va a ser del 160% que esperamos para este año, sino del 240%. El otro escenario, que es el que creo que va a pasar más allá del candidato que gane, es que el año que viene se intentará acomodar las cuentas públicas”, advirtió.
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Sobre este tema habló también Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, quien resaltó que en épocas pasadas la Argentina “compartió la maldición de la inflación” con otros países. Algo que no se correlaciona con el escenario global actual, donde el país se convirtió en un caso casi “único”. Esto refleja que se trata de un “problema interno” y un “síntoma” de un desorden macroeconómico profundo.
“La incertidumbre es total”, opinó, y dividió el escenario para los próximos meses en cuatro momentos de tiempo. El primero es hasta las elecciones de octubre, en el cual el Gobierno intentará mantener el tipo de cambio en $350, lo que llevará crecientes controles. La actividad económica caerá, la inflación alcanzará los dos dígitos y la brecha cambiaria se expandirá, pronosticó.
Entre octubre, un posible ballotage en noviembre y el fin de la gestión actual en diciembre, el Ejecutivo enfrentará riesgos de que el mercado realice un ajuste desordenado anticipado, ante la falta de reservas y la incertidumbre política. Habrá más controles de cambios, freno a las importaciones y acuerdos de precios.
En cambio, en 2024, Tiscornia consideró “probable” que gane un programa de la oposición. De ser así, la Argentina iría hacia una apertura gradual del cepo, será “inevitable” un salto del tipo de cambio oficial y se llevará a cabo una “fuerte” reducción de subsidios energéticos, un combo de noticias que hará que la inflación marque un nuevo pico.”Estamos ante un período de cambio de gobierno, que puede pasar virtualmente cualquier cosa”, cerró.