El fuerte desarrollo que la energía renovable tuvo en la Argentina en los últimos ocho años le permitió hacerse un lugar en la torta de la matriz energética al pasar de un imperceptible dos por ciento en 2016, al quince por ciento que ostenta en la actualidad. Sin embargo, para seguir por ese camino ascendente, se requieren urgentes decisiones políticas.
Vale recordar, en el marco del Día Mundial del Viento (15 de junio), la importancia de un recurso natural que la Argentina tiene con muy buena potencia y que es la base para la generación de energía eólica. “Se trata de energía limpia y sostenible, que reduce la contaminación al no producir gases de efecto invernadero y tiene auténtico potencial para cambiar el mundo, mejorarlo, al descarbonizar las economías e impulsar el trabajo y el crecimiento”, se indica desde la Cámara Eólica Argentina (CEA).
En el territorio nacional el viento mueve las aspas de 961 aerogeneradores distribuidos en 57 parques, que suman una potencia instalada de 3336 megavatios.
Si bien la Argentina cuenta con viento a favor para el desarrollo de la energía limpia, en particular la eólica, el país está hoy frente a una encrucijada: la capacidad de transporte está agotada y son imprescindibles obras de infraestructura que amplíen las redes de alta tensión. Es la única manera posible para que continúe el desarrollo de las energías limpias y se logre la transición energética que demanda el planeta a fin de reducir los gases de efecto invernadero.
“El principal límite que enfrenta un mayor despliegue de la generación renovable es la capacidad de transporte remanente en el sistema eléctrico. Ni la ley ni los compromisos asumidos con el mundo han ido de la mano del desarrollo de herramientas concretas para la ampliación del sistema de transporte en alta tensión”, señala un informe elaborado por CEA donde detalla cuáles son los “motivos urgentes para acelerar una tarea pendiente”.
Así como los privados marcan que el cuello de botella se convirtió en un muro infranqueable para seguir creciendo, en el mismo tono reconocen que el fuerte crecimiento de la energía eólica fue gracias a la sanción de la Ley 27.191 en septiembre de 2015, aprobada por el Congreso sin un solo voto negativo.
Esa norma, que con el transcurrir del tiempo tuvo modificaciones que dieron mayor certidumbre a las empresas, sumada a la puesta en marcha del programa Renovar en 2017, fue el espaldarazo que necesitó la industria eólica para desarrollarse bajo una meta precisa: para 2025 la matriz energética deberá estar integrada en un 20% por energías renovables no convencionales.
Además del Renovar también fue central otro instrumento que diseñó el Estado, como el Mercado a Término de Energía Eléctrica de Fuente Renovable (Mater) que son contratos de compra y venta de energía limpia entre privados. La demanda de las industrias es tal que para las empresas generadoras resulta imposible darle respuesta.
“Esos instrumentos fueron disparadores del crecimiento de la generación renovable. La pregunta del millón es cómo hacer para solucionar la capacidad de transporte que está saturada. Entiendo que la Secretaría de Energía está desarrollando alternativas para viabilizar nuevas ampliaciones de los corredores, que permitan el ingreso de nueva oferta de generación y el transporte de esa energía hacia los centros de demanda del Sistema Argentino de Interconexión. Se evalúa qué instrumento puede resultar atractivo para promover las inversiones; en los últimos años fue el Estado el que hizo las diferentes ampliaciones de la red de alta tensión, pero hoy se piensan distintas posibilidades”, dijo una fuente con llegada a la mesa de decisiones y con vasta experiencia en el sector eléctrico argentino.
En ese sentido, consideró que es inexorable una definición en el futuro inmediato no solo para cumplir las metas fijadas sobre la reducción de carbono y ampliación de la porción de renovables en la matriz, sino además para reducir costos en el precio de la energía eléctrica y recibir inversiones. “Hay un dato que no se puede soslayar, la gran demanda está concentrada en la zona de Gran Buenos Aires y el litoral, entonces hay que incentivar los instrumentos que permitan transportar dicha energía hacia esa zona del país”, razonó.
Cómo financiar, la discusión
Gustavo Castagnino, director de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Genneia, que opera ocho parques eólicos y construye un noveno, en Tandil, dijo que “desde hace un tiempo la Secretaría de Energía trabaja en un master plan de transporte para la construcción de 5000 Km de red y estaciones transformadoras. Somos optimistas de que saldrá una normativa, porque no se puede seguir desaprovechando el potencial de zonas como la Patagonia. Nos consultaron mucho y tuvimos discusiones muy serias y productivas”, precisó.
El fuerte desarrollo eólico se dio en un contexto donde el acceso al crédito internacional no era una utopía, tan distinto al actual donde la incertidumbre complica la toma de decisiones.
El financiamiento externo que sondea el Estado argentino podría venir de la Corporación Andina de Fomento, bancos de desarrollo como también de Alemania y China, que en su momento mostraron interés. De todos modos, los privados ya pusieron las cartas sobre la mesa y plantearon un esquema de participación mixta (pública – privada) que permita satisfacer la demanda y ejecutar las obras necesarias para cumplir los compromisos que manda la ley 27.191 y el de descarbonización asumido en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26).
“Lo que proponemos es que se permita que las empresas generadoras puedan participar en el financiamiento de esas obras siempre que podamos asegurarnos que la inversión que hagamos será recuperada en un plazo de 20 años. Es algo que ya se hizo, con líneas y estaciones transformadoras y eso ha sido repagado por el sistema”, sostuvo el vocero de Genneia.
Con viento a favor
Dentro de las energías verdes, es decir aquellas que se obtienen de fuentes naturales e inagotables, la eólica es la que se desarrolla con viento a favor y le saca varios cuerpos de ventaja al resto: hoy representa el 71% del total generado por fuentes limpias, seguida por la solar (17%) y la hidráulica de menos de 50 MW (6%).
“El año pasado los aerogeneradores produjeron cerca de 13.000 gigavatios hora (GWh), el equivalente a abastecer más de 2.7 millones de hogares”, aportó Héctor Ruiz Moreno, gerente general de la CEA, que agrupa a más de una veintena de empresas que ocupan diferentes roles en la cadena de valor del sector, además de destacar que la energía eólica permitió ahorrar por importación de combustible US$3250 millones.
La importancia de alentar la generación eléctrica a partir de fuentes limpias es, entonces, innegable. Hoy representa el 12% de la potencia instalada y en abril último alcanzó a cubrir el 15% de la demanda total, que fue de 10.043 GWh, según datos de la Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico (Cammesa).
Aunque entre los actores de la industria eólica no quieren aventurar si será posible cumplir a tiempo la meta establecida para el 2025, descuentan que el desarrollo será exponencial una vez corridas las piedras del camino.
En los últimos diez años la industria eólica invirtió US$5000 millones y hoy se encuentran en construcción parques por otros US$1200 millones
“Vemos que hay escucha, tenemos una legislación afianzada y un marco regulatorio de energías renovables que ya transcurrió por tres administraciones y en cada una de ella se fueron sumando aspectos positivos. Tenemos la intención de seguir invirtiendo y notamos que hay una conciencia más generalizada por parte de los funcionarios del partido que sea para que la energía limpia siga creciendo. En el sector somos optimistas”, aseguró Castagnino.
Chubut podría perder el podio
En el territorio nacional el viento mueve las aspas de 961 aerogeneradores distribuidos en 57 parques, que suman una potencia instalada de 3336 megavatios. Gracias a la calidad de los vientos, fuertes y persistentes, en amplias zonas del país, su desarrollo está asegurado si las inversiones se enfocan en donde deben.
La Patagonia es una de las regiones con mayor potencial eólico del planeta. Sin embargo, su liderazgo como fuente generadora de energía limpia está en jaque si en el horizonte cercano no se ejecutan obras en tendidos de alta tensión.
Chubut es la principal productora de energía eólica; cuenta con 365 aerogeneradores y el año próximo, cuando concluya la construcción de los parques que se montan en el sur de la provincia de Buenos Aires, perderá el podio de capacidad instalada.
“La ausencia de infraestructura de transporte hace que la Patagonia tenga hoy una limitación muy grande para seguir construyendo parques por eso lo que está creciendo mucho es el sur de la provincia de Buenos Aires porque ahí existía cierta capacidad de transporte que ya está adjudicada”, dijo Gustavo Castagnino director de Asuntos Corporativos y Sustentabilidad de Genneia.
Genneia opera cuatro parques eólicos en Chubut, uno en Río Negro y dos en provincia de Buenos Aires, además de tener en construcción uno de 150 MW, en Tandil. El más potente es el de Puerto Madryn, de 220 MW.
“Hoy Chubut y Buenos Aires están muy cerca en cuanto a cantidad de aerogeneradores, pero con esos parques que se montan en Olavarría y Azul, increíblemente van a superar en megavatios a Chubut. Lo lamentable es que teniendo recursos de viento extraordinarios en la Patagonia no se puedan terminar de aprovechar por la falta de infraestructura; hubiéramos preferido ampliar los del sur del país porque los vientos son extraordinarios, pero habrá que esperar”, subrayó y para marcar la potencia de la región sureña dijo que los equipos generan energía el 50% del tiempo, cuando a nivel mundial el promedio es del 35%.
Hasta que la situación de las redes no se encare, las empresas mantienen en stand by los planes de ampliación en la Patagonia. En los últimos diez años la industria eólica invirtió US$ 5000 millones y hoy se encuentran en construcción parques por otros US$1200 millones.
¿Cómo se transforma el viento en electricidad? Según la explicación de la Cámara Eólica Argentina, la energía cinética del viento se transforma en energía eléctrica gracias a los aerogeneradores. “Estos aparatos están equipados con una veleta y un anemómetro. Cuando el viento sopla, las palas y el buje giran, dando -en promedio- unas 14 vueltas por minuto. Pero, para producir electricidad se necesita más velocidad: en la nacelle está la multiplicadora que transfiere esa velocidad a un eje rápido que llega a rotar a 1500 rpm. El eje rápido, asimismo, está unido a un generador que convierte esa energía mecánica en electricidad. La energía eléctrica entonces baja por la torre a través de cables, y es conducida de forma subterránea hasta un transformador. De allí se dirige a la red”, se explica desde la entidad.