Cuando los libros de historia económica describan la devaluación del peso que aplicó el Gobierno la semana pasada, seguramente se cuente como una medida llena de errores, que derivó automáticamente en más inflación, sin lograr ningún beneficio asociado, al menos en el corto plazo.
Previo a las elecciones primarias (PASO), los economistas técnicos del Banco Central estaban trabajando en distintos escenarios para aplicar la devaluación que exigía el Fondo Monetario Internacional (FMI), luego de que el Gobierno se quedara sin reservas, en un contexto de atraso del tipo de cambio y la caída en las exportaciones condicionada por la sequía. Sin embargo, el salto cambiario convalidado de 22% retroalimentó el nerviosismo financiero que se desató por el triunfo imprevisto del candidato de La Libertad Aanza, Javier Milei.
La devaluación se concretó sin un plan económico, sin anunciar un sendero de ajuste fiscal, y sin haber realizado una conferencia de prensa explicativa del Gobierno. El ministro de Economía, Sergio Massa, recién habló el miércoles por la noche en una entrevista televisiva. Su equipo económico había improvisado el martes anterior, pasadas las 21, una conferencia en la que aseguraba que los nuevos acuerdos de precios con empresas del consumo masivo iban a hacer retrotraer los aumentos aplicados. Durante ese día, todas las marcas de estaciones de servicio, excepto YPF, ya habían aplicado una suba de precios promedio de 12,5%, que luego convalidó la Secretaría de Energía. También habían ajustado al alza de precios de tecnología, algunos alimentos y electrónica, entre otros rubros.
“El salto discreto del tipo de cambio oficial no derivó en una ganancia de competitividad para las exportaciones, ni una reducción en la demanda por importaciones, ni en un achicamiento de la brecha cambiaria, sino en una fuerte aceleración de la carrera nominal. Tanto los dólares financieros como una gran cantidad de precios de la economía tuvieron ajustes prácticamente inmediatos en la misma magnitud que el salto del dólar oficial”, dijo la consultora Anker, que dirige el exsecretario de Finanzas, Luis Caputo.
Entre los pocos anuncios que realizó Massa, anticipó que el luego de la devaluación, el tipo de cambio oficial mayorista se iba a mantener fijo en $350 hasta octubre. Sin embargo, dada la aceleración inflacionaria que se desató, la mejora en competitividad que podía tener el tipo de cambio real se diluiría muy rápidamente. Entre agosto y septiembre, las consultoras económicas proyectan una inflación mensual no menor a 12%, lo que derivará en una inflación acumulada en esos dos meses de 25%.
“La estrategia del Banco Central de anticipar la devaluación de los próximos 60 días hace que la inflación se ubique en un escalón más arriba. En un contexto de incertidumbre política y poca credibilidad en la conducción actual, el congelamiento de precios y la utilización del tipo de cambio oficial como ancla nominal, no son suficientes”, dijo la consultora Econviews, que fundó el exsecretario de Finanzas, Miguel Kiguel.
En este sentido, los analistas económicos estiman que, de mantenerse fijo el precio del dólar oficial, el Gobierno llegará a octubre con los mismos problemas de atraso cambiario, pero con mayor inflación. “Sin un plan económico detrás y con pérdida de caudal electoral del oficialismo, el salto del tipo de cambio oficial terminó convirtiéndose en un acelerador de las variables nominales. En caso de que el dólar oficial se mantenga en $350 hasta octubre, el tipo de cambio real se ubicaría en los mismos niveles que en la previa de las primarias, pero con una inflación mensual superando el dígito”, dijo Equilibra, la firma liderada por Martín Rapetti y Diego Bossio.
En comparación con el escenario pos PASO de 2019, cuando el entonces gobierno de Mauricio Macri también dejó subir el tipo de cambio oficial 22%, el traslado a precios fue menor porque las ventas de dólares del Banco Central retiraban pesos de circulación. En ese entonces, la entidad monetaria contaba con reservas netas de US$18.000 millones, recuerda la consultora Anker. “En parte, por eso el traslado a precios fue muy acotado en esa ocasión: mientras el tipo de cambio oficial (promedio mensual) subió 37,5% acumulado en agosto, septiembre y octubre, la inflación en el período fue de 13,7%”, dijeron.
“En esta oportunidad, la caída en la demanda de pesos se traduce sobre todo en un aumento en el consumo de bienes, que convalidan el traslado a precios del incremento de costos. Esta dinámica modera el deterioro en el nivel de actividad económica, a costa de acelerar la carrera nominal”, agregaron en la consultora de Luis Caputo.
Precios de pánico
En su último informe, la consultora 1816 dijo que el tipo de cambio paralelo en términos reales alcanzó la semana pasada niveles solo superados durante la gestión de Alberto Fernández en la crisis de octubre 2020, en plena pandemia, cuando llegó a $840 a precios de hoy. “Mirando la serie de tipo de cambio real bilateral con Estados Unidos, desde 1960, las cosas lucen aún peor: el peso solo estuvo más débil que hoy en el Rodrigazo (1975), en la crisis de 1982 y en la hiperinflación de Alfonsín”, dijeron.
Uno de los objetivos de la devaluación era achicar la brecha cambiaria entre el tipo de cambio oficial y los paralelos. Sin embargo, el nerviosismo desatado el lunes generó lo contrario. “A pesar de la devaluación del tipo de cambio oficial, la brecha cambiaria retornó a su nivel pre-PASO en solo dos ruedas, e incluso lo superó. El spread entre el dólar informal y el dólar MEP es el mayor desde el overshooting del tercer trimestre de 2020. La cotización con la que cerró el dólar informal el jueves para la venta ($760) superó al de julio 2022 con la ‘crisis de los tres ministros’ ($707 a precios de hoy), pero aún se ubica por debajo de octubre 2020″, dijeron en Equilibra.
El economista Fernando Marull, por su parte, dice que quedó inaugurado el “Plan Octubre”, que consiste en cumplir la promesa de dejar congelado el dólar oficial en $350 hasta al menos las elecciones del 22 de octubre. “Ahora el mercado se pregunta de nuevo si este ‘Plan Octubre’ llega o hay otro salto cambiario. Creemos que llega. Otro salto cambiario es otro salto al vacío del Gobierno y de la Argentina”, dijo.
Esta postura es compartida por Econviews basada en el desembolso e US$7500 millones del FMI. De ese total, el Gobierno debe devolver US$1000 millones y US$775 millones a la CAF y a Qatar, respectivamente. Entre septiembre y octubre, además, deberá pagarle US$3500 millones en concepto de capital e interés al FMI, por lo tanto, le quedarán disponibles unos US$2225 millones que, según dijo el propio ministro, pueden usarse para intervenir en el mercado.