El representante argentino del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en Brasil, Gabriel Delgado, dijo que la Argentina es el segundo país del mundo con más recesiones después del Congo y que todas fueron por problemas de comercio exterior. El economista, exsecretario de Agricultura de Cristina Kirchner y que sonó en su momento para volver a ese cargo con la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía, explicó que es “inentendible” cómo hay “colegas” suyos que todavía piensen que los problemas de la coyuntura económica local no pasen por incrementar las exportaciones.
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Durante el Seminario sobre Oportunidades para el Desarrollo Federal, que organiza el Consejo Agroindustrial Argentino (CAA) en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, deslizó que para solucionar los problemas de la coyuntura macroeconómica “lo que tiene que hacer la Argentina es exportar más”, sobre todo “con los problemas de falta de exportaciones”. Además, habló de mejorar la bioeconomía y explicó los principales ejes para potenciar al sector agropecuario.
“Todavía no entiendo cómo hay colegas que piensan que el problema de la Argentina pasa por incrementar las exportaciones”, puntualizó. Explicó que se va hacia un mundo de multilateralismo. Según sostuvo, la crisis climática puso al país en un plano que antes no estaba. “Estoy convencido de que es un momento muy difícil para jugarla en soledad a esta, porque tenemos energía y alimentos que son importantes para este momento político geomundial y la capacidad que tenemos en el Cono Sur para plantearnos”, mencionó.
“Hay una academia que sostiene que el sector agropecuario es un sector que hay que regularlo en términos de exportaciones para que la comida termine siendo relativamente más barata acá, en base con eso se ha generado un desarrollo académico que de alguna manera afecta el desempeño del sector agrícola. Esto también afecta a nuestro país”, extendió a LA NACION.
Esto, dijo, lleva a que las economías se queden sin dólares. “El hecho de que no existan generan problemas muy graves, inflacionarios que terminan repercutiendo en el ingreso de las familias”, explicó. También indicó que “los derechos de exportación que son el principal instrumento de esta teoría son impuestos que pueden [ser] recomendados en el corto plazo, pero no son instrumentos eficientes en el largo plazo”.
Durante su discurso, indicó que el riego en las plantaciones marca la diferencia en términos de ingresos de divisas. “La Argentina en 1969 regaba 2 millones de hectáreas, hace una década regaba 1 millón y ahora se riega 1,5 millones, pero podríamos regar 1,6 millones. Esto es importante si lo medimos en términos del Banco Central, son US$8000 millones más y con estabilidad en los ingresos y con posibilidad de llevar adelante la producción de cultivos que tengan mucho valor y que no se puedan perder por el agua y que el seguro no lo resuelva”, expresó. Apuntó que todas estas propuestas que se presentaron en el marco del seminario “son parte de la solución” a los problemas que enfrenta la Argentina.
“Nos tenemos que autopercibir mucho más importantes en la bioeconomía de juego de lo que nos autopercibimos, porque el mundo nos tiene un gran respeto. Nos tenemos que autopercibir mucho más de lo que somos y ponernos en valor en el campo internacional”, explicó.
Antes de finalizar, mencionó que hay un trabajo muy importante y desafiante de los Estados para tratar de aprovechar todas las oportunidades que el mundo ofrece. Precisó que el desafío de los US$100.000 millones anuales que se propone el CAA con el Plan de Fomento de las Agroindustriales lo tiene mucho más cerca de lo que se cree.
“A veces me pregunto, ¿ya no estaremos exportando más de 100.000 millones? Ustedes me entienden… Creo que es uno de los principales desafíos que tienen las urbes, porque los dólares que se producen en el interior a partir de la bioeconomía son los que consumen las urbes; no son los que consume el sector. Esto es una política muy fuertemente ligada a las ciudades”, planteó.