Desde hace 50 años en la Argentina comenzó a hablarse de implantes dentales para las vacas. Aunque todavía pese al tiempo es un procedimiento poco conocido en el sector agropecuario, esto le permite extender la vida a estos animales por tres o cuatro años más. Si bien hay factores que influyen como la raza, el lugar geográfico donde se ubique el establecimiento y las pasturas, le posibilitan al productor, las cabañas y los tambos, sostener la producción. En la Argentina hay solo tres emprendimientos, entre ellos el de la familia Facio, que realizan este tratamiento que es igual al que se realiza en los humanos.
“Es una problemática mundial”: tres investigadores descubrieron cómo evitar el deterioro de frutas y verduras
En los años 70 estos procedimientos en los animales se hacían con un bisturí, por lo que resultaban bastante sangrientos. Sin embargo, la innovación tecnológica ha permitido que los animales, incluso, no sangren, prescindan de los antibióticos, cuchillas u implementos que puedan lastimarlos. El mismo día que una vaca es implantada comienza a comer normalmente y a seguir con su vida normal.
“La prótesis dental para las vacas es lo mismo que una corona para una persona, pero no ponemos perno. Se usan los mismos productos o insumos; es como un capuchón que va arriba del diente y eso evita que el diente se desgaste. La vaca es un animal que puede durar 25 años, pero en Sudamérica como los pastos son muy duros a los 8, 9 o 10 años se quedan sin dientes. La vaca, al no poder cortar el pasto comienza a desnutrirse”, explicó Juan Facio.
La familia, que es oriunda de Buenos Aires, comenzó a hacer estos tratamientos en los animales en 1983. A través de Dentagro, el nombre de fantasía del negocio, empezaron a recorrer los campos del país donde les solicitan realizar estos procedimientos en los animales que necesitan extender su vida. “Nosotros creemos que no les duele porque la vaca que se implanta a la mañana a la tarde ya está comiendo. Esto indica, que si bien es un poco molesto es bastante amigable con el animal”, aclaró, y dijo que como la vaca no tiene forma de manifestar el dolor, por su comportamiento el resto del día descartan que el procedimiento pueda ser doloroso. A su vez, resalta que el animal no sangra en todo el proceso.
La idea surgió hace más de 50 años, no es tan novedosa, pero ha evolucionado en todos los procesos tecnológicos. Por caso, los materiales ahora son más amigables con el bienestar animal. “Los insumos son todos importados, son los mismos que el dentista usa para una persona. Para tomar la impresión se usa el mismo alginato que es de uso humano y después la férula es una aleación de Cromo-Cobalto de altísima durabilidad, y está rellenado con cemento, no va pegado, va a presión y rellenado con cemento con acrílico”, detalló.
Hasta hace un tiempo a Juan lo acompañaba su hijo Leo, y la idea comenzó a difundirse entre varios productores, por lo que los ayudó mucho la publicidad de boca en boca y las referencias entre establecimientos. Hoy trabajan con cabañas de primer nivel, establecimientos de cría y tambos. “Cuando la vaca se queda sin dientes no puede comer y como no puede comer no está bien nutrida, y como no está nutrida no se preña, no es fértil. Lo que hacemos nosotros es que un año antes de que se quede sin dientes les ponemos un capuchón a medida, y el capuchón permite que la vaca extienda su vida tres o cuatro años más. Es una técnica distinta a lo normal“, afirmó.
“Si, por ejemplo, nos llama un cliente de un campo de Formosa que está interesado nos trasladamos. Allá hacemos el trabajo en las mangas; tenemos ciertos elementos que nos ayudan como una mocheta, un abrebocas, que son los instrumentos que permiten identificar el tipo y la calidad del diente para poder implantarlo. Nosotros damos garantía, por tanto, si vemos que el diente no calza justo y perfecto en el animal no se hace, por eso, boqueamos y clasificamos una por una a las vacas. A esas vacas se les va tomando un molde que después se rellena con yeso. Posteriormente, se hace la copia exacta del diente y esa copia exacta se manda al laboratorio que confecciona la férula. A los 15 días volvemos al campo a esas mismas vacas: la vaca con caranavana 21, por ejemplo, va con la férula 21, no le entra otra. Todo se hace vaca por vaca y se trabaja sobre los incisivos [los dientes de adelante] que son con los que corta el pasto. Si la vaca no puede cortar el pasto, no va a poder comer”, narró.
A las vacas que necesitan el tratamiento se les realiza un proceso de revisión para saber si son aptas o no: pasan por una manga para hacerles el tacto, es decir, se les abre la boca y hace mostrar los dientes. Allí se seleccionan. A ese proceso se le dice cut y se estima si la vaca va a vivir un año más así o sigue en el campo y practicar el tratamiento. “Nosotros usamos cierto tamaño de dientes que es de entre 1/4 y 1/3 de diente y las que están en esas categorías están aptas para ser implantadas. Esa vaca implantada va a durar cuatro años más, pero a veces puede ser más tiempo”, describió.
“Laburamos con cabañas de primer nivel y eso te ayuda un montón; es algo nuevo. La ganadería local está bastante atrasada en el uso de tecnologías, el destete a nivel nacional sigue como hace 50 años, está en el 63%, y la adopción de tecnologías es muy baja. Esto es algo que no es tan frecuente, como se debería. Sabemos que es un cambio que cuesta. Los que lo hacen no se salen, lo siguen haciendo”, continuó.
En la Argentina este todavía es un nicho de mercado y la cantidad de establecimientos que lo hace es acotado. “Se debería hacer más, pero el productor tiene una fórmula de la que le cuesta salirse, y esto es una herramienta espectacular para quien quiera recomponer su vaca, porque recompra su vaca. Cuando a una vaca le queda uno o dos años de vida, la persona la vende porque la vaca que no queda preñada en el campo se vende. O sea que si la vaca llegó a los 9 años significa que todos los años dio un ternero; esa es una vaca que no falló, por lo que es la mejor. Si un año antes de que termine su ciclo de vida le ponés la prótesis le extendés su ciclo de vida. Es decir, con la prótesis el productor recompra su propia vaca”, explicó.
El costo de la prótesis se hace por animal y es indiferente si es para cabaña, tambo o cría. Entre los cálculos que maneja la familia están en un costo de 45 kilos de novillo de arrendamiento, que ronda los $28.000 o $30.000. Actualmente, dijo que cada campo tiene su propia métrica para el procedimiento. Por caso, no es lo mismo un campo en Formosa que uno en La Pampa o cualquier localidad de la provincia de Buenos Aires. “Las vacas de los campos en el norte tienen más desgaste; en el sur es menos porque tiene que ver la dureza de los pastos”, añadió. En Formosa o Corrientes, por citar, una vaca es vieja a los 8 años y en Saladillo o Pergamino es vieja a los 10 años.