LONDRES.– Una ciudad vestida de fiesta, invadida por turistas de todo el mundo y una masiva presencia de británicos llegados de los cuatro rincones del país. Londres se prepara para vivir un histórico fin de semana, incluso para los más indiferentes.
Aun para ellos, los centenares de “Union Jacks” (la bandera británica) que engalanan las grandes avenidas de la ciudad son un recordatorio del peso simbólico mundial que tiene la corona británica. Un peso que, además, puede medirse en cifras contantes y sonantes. Porque, según los especialistas, las actividades de la industria de los servicios, así como la venta de productos derivados, representarán para Londres un ingreso suplementario de 450 millones de libras esterlinas (565 millones de dólares).
Más de 30.000 extranjeros se sumaron en estos días al flujo normal de turistas que visitan la ciudad en esta época del año: casi el equivalente a la población de una ciudad como Chascomús.
“El mundo estará mirando hacia Londres”, dice orgulloso Ibrahim, gerente de un negocio de souvenirs en Oxford Street, donde curiosamente no abundan los artículos específicamente consagrados a la coronación.
Pero imposible no darse cuenta. Además de la omnipresencia de las banderas, infinidad de comercios han aceptado pegar en sus vidrieras gigantescas calcomanías conmemorativas. Redondos, de casi un metro de diámetro, en fondo azul y letras doradas, los adhesivos llevan escrita la fecha de la ceremonia y el nombre del nuevo soberano.
Y si bien en esa célebre arteria comercial el ambiente es más bien el de todos los días, un poco más cerca del palacio de Buckingham, a lo largo del no menos famoso Mall, que corre entre la residencia real, Trafalgar Square y la abadía de Westminster, los centenares de carpas instaladas desde hace varios días dan una idea de la expectativa que ha despertado el acontecimiento en miles de británicos decididos a hacer los mayores sacrificios para ver al nuevo monarca antes o después de su coronación.
Para eso, el Mall es el sitio indicado. Considerado con justeza “la avenida del poder” por ser no solo el escenario tradicional de los desfiles militares, sino por bordear la sede del primer ministro y de los grandes ministerios, esa histórica avenida ha sido escenario de todos los grandes acontecimientos reales, celebrados en Londres. Quien se haya instalado en ese lugar, podrá ver en primera fila el paso de Carlos III y de su esposa, la reina Camilla, instalados en la secular carroza dorada que los traerá de regreso de la abadía de Westminster.
A pocos pasos de Buckingham, Elise, una franco-británica cuyos familiares llegarán de Francia el sábado para la gran ceremonia, vino especialmente a estudiar la situación.
“Ropa con los colores de la bandera británica, platos y vasos de cartón con el logo de la coronación para el pic-nic… Con mi marido ya previmos todo”, asegura. Como ella, 1,2 millones de personas son esperadas en la capital este fin de semana, según los servicios de la alcandía londinense.
Pero volviendo al “merchandising”: bolas de nieve, zoquetes, repasadores, lapiceras… todos esos objetos llevan la efigie del nuevo soberano. Para adquirirlos, hay que ir a la boutique de Tower Bridge. Allí las tazas se venden como panes recién salidos del horno.
“El británico común generalmente tiene un mueble dedicado a todos los recuerdos de estas ocasiones reales. En este caso, quieren algo, aun pequeño, que diga que estuvo en Londres para la coronación”, estima Bob, el gerente del negocio.
Hay para todos los bolsillos. Si bien las tazas más finas pueden costar más de 50 dólares, las más simples se venden alrededor de 25 dólares. Todo tipo de dibujos adornan esos objetos. Algunos son abstractos, con ramas que envuelven una corona, para ilustrar el lado ecologista del nuevo rey. Otros dibujantes, como la conocida Anna Rendell, prefirieron una imagen más personal y menos kitsch.
“Se ve al rey en un momento de intimidad con su perro. Está sentado en un banco rodeado de flores. Tiene pinceles a su lado. Quise mostrarlo cuando viene a pintar a su jardín”, explica la artista presente en el negocio. En todo caso, los Jack Russell del monarca todavía no han remplazado a los pequeños Corgis de Isabel II en las remeras, los zoquetes y los calzones omnipresentes en los comercios de productos derivados de la capital.
Antenoche, el Big Ben fue iluminado con imágenes de las flores oficiales de las cuatro naciones que componen el Reino Unido -la rosa, el cardo, el junquillo y el trébol- proyectadas en rojo, blanco y azul. Las palabras del himno nacional, “God save the King”, también aparecieron sobre la fachada del histórico monumento, antes de que finalizara la proyección con el emblema de la Coronación.
Para aprovechar al máximo de la fiesta, los pubs de la capital permanecerán abiertos el sábado dos horas más. En su café, Hassan espera un “week-end bien cargado”. Por eso compró 150 litros de leche suplementarios.
“Las tortas, los helados… Seguramente venderemos cuatro veces más todo lo que fabricamos aquí”, dice satisfecho. En cuanto a sus previsiones sobre el consumo de cerveza, prefirió no decir ni una palabra.