De Néstor a Cristina: el núcleo duro del modelo K se consolidó en el conurbano, con los intendentes como aliados

LA PLATA.– Néstor Kirchner supo desde antes de asumir como Presidente, el 25 de mayo de 2003, que su supervivencia y la de su gobierno estaba irremediablemente atada a anclar su poder en el Gran Buenos Aires.

Desde entonces cimentó, con transferencias de dinero, obras y favores políticos, un núcleo duro de votantes en los 24 distritos que reúnen hoy a más de 10,8 millones de habitantes.

La estrategia de largo plazo que trazó Kirchner consistió en tomar el control político del Gran Buenos Aires y asentar allí una base permanente de poder. Desterrar al expresidente Eduardo Duhalde fue el primer paso y para ello construyó un vínculo personal con cada uno de los barones del conurbano, los poderosos intendentes.

Esposa y heredera de Néstor Kirchner, la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, aceitó en sus dos presidencias (2007-2015) la maquinaria electoral con aportes del tesoro nacional, concesiones políticas y obras para cuidar la joya más preciada, donde aún reside el núcleo duro de sus votantes: militantes que desconocen a otro líder y aún hoy se movilizan bajo la consigna “luche y vuelve”.

En este conglomerado de 24 municipios, donde, según datos oficiales, el 40 por ciento de los hogares son pobres o indigentes, el kircherismo aspira a retener el poder en la próxima elección de octubre. En este sitio las personas desocupadas, subocupadas o que buscan cambiar de trabajo suman el 37% de la población -siempre según cifras oficiales del Indec- es donde aún hoy, veinte años después de la fundación del movimiento, tiene más alta intención de voto la vicepresidenta.

En cambio, en el conurbano decreció la simpatía para el actual presidente Alberto Fernández dado que la pobreza y la indigencia aumentó el último año que se midió (2021- 2022) pese a que las transferencias y los aportes del tesoro nacional tuvieron como principal destinatario a este conglomerado.

El antiguo jefe de gabinete de Néstor Kirchner forjó 20 años atrás una dinámica que consistió en sostener vínculos directos con los caciques peronistas a fuerza de billetera y concesiones. Alberto Fernández no logró hacer una transferencia de este capital político que aún responde solo a la vicepresidenta.

Tan fuerte y aceitado quedó ese vínculo que Máximo Kirchner -hijo de la vicepresidenta- es hoy el presidente del Partido Justicialista bonaerense con el aval de los alcaldes, pese a la resistencia y a los intentos públicos de Eduardo Duhalde por quitarle legitimidad y por recuperar ese espacio que alguna vez, en la década del 90, solo le respondió a él.

Barones, punteros y clientelismo

El poder del voto en el Gran Buenos está cimentado en la fuerza de movilización de los alcaldes y punteros justicialistas, que primero resistieron la influencia de La Cámpora -la agrupación juvenil que responde a la vicepresidenta- y que finalmente aprendieron a convivir en el interior del partido que hoy conduce Kirchner.

Los movimientos sociales también fueron cruciales. “Nosotros sentamos las bases para que Néstor Kirchner venga a gobernar en 2003 porque se construyó conciencia colectiva”, sostuvo Daniel Menéndez, coordinador general de Barrios de Pie, que junto al Movimiento Evita es constitutivo y beneficiario del kirchnerismo en el Gran Buenos Aires. Menéndez es hoy funcionario público en el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

La maquinaria electoral del kirchnerismo es especialmente potente en la tercera sección electoral: un conjunto de 19 comunas históricamente gobernadas por abrumadora mayoría del justicialismo donde votan poco más de 5.000.000 de electores, un tercio del total de la provincia.

La Matanza, con 1,8 millones de votantes, es la capital del kirchnerismo hoy. El distrito históricamente peronista impuso desde 2003 a todos los vicegobernadores, desde Garciela Giannetasio, pasando por Alberto Balestrini, hasta Verónica Magario.

Desde el inicio, la fórmula para ganar votos y adeptos estuvo ligada al clientelismo y Gianettasio llego a entregar cheques a los habitantes de los barrios periféricos del Gran Buenos Aires a pocos días de la elección de octubre de 2005. La entrega de cheques a cambio de votos destinada a fortalecer la movilización de los sectores populares a favor del oficialismo en el poder, fue siempre desmentida por el gobierno. Fue un modelo que se perfeccionó: el peronismo se fusionó con el kircherismo desde entonces a fuerza de movilizar recursos y votos.

“Hubo una estrategia de Néstor de gobernar el conurbano bonaerense. Cuando él llego desde el sur se dio cuenta de que el que maneja la estructura del conurbano tiene gran ascendencia sobre el resto. Por eso apostó fuerte ahí con gran cantidad de obras y políticas. Por ejemplo: estatizar Aysa. El distrito de La matanza tuvo agua en 10 años”, recordó a LA NACION un alcalde de la tercera sección electoral.

A lo largo de las décadas hubo tres momentos históricos distintos: el gobierno de Néstor (2003-2007), el de Cristina (2007-2015) y el de Alberto o post kirchnerismo (2019-2023). Hay dirigentes históricos, como Axel Kicillof, exministro de Economía (2013-2015) y hoy gobernador de la provincia de Buenos Aires que fueron ganando espacio en la representación y que son los principales sostenes de la vicepresidenta en el poder más allá de 2023.

Dos décadas después del acceso al poder el peso de Almirante Brown, Avellaneda, Berazategui, Berisso, Cañuelas, Ensenada, Ezeiza, Florencio Varela, Lomas de Zamora, Presidente Perón, Quilmes, San Vicente es abrumador en cada acto donde se presenta Cristina Fernández de Kircher.

Los alcaldes históricos de estos distritos como Mario Secco (Ensenada) o Juan José Mussi que llevan más de 16 años en el poder pasaron de ser críticos a los principales defensores del modelo kircherista. El último año libraron las batallas más duras junto a Cristina en contra del gobierno de Alberto Fernández. El 1° de julio de 2022 los dos intendentes “decanos” se plantaron junto a la vicepresidenta ante un escenario con toda la liturgia peronista para criticar al entonces ministro de economía, Martín Guzmán, renunció del Gobierno y abrió una crisis.

Los intendentes son los guardianes del reino del kircherismo en el Gran buenos aires. El último bastión del kirchnerismo cuando se relega en el poder, como sucedió en 2015.

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