En la campaña agrícola 2023/24 ya se pueden vislumbrar algunos resultados esperables de los distintos cultivos. Si finalmente El Niño se expresa pronto con normalización de las lluvias y se consiguen rindes de tendencia en granos finos y gruesos, en campos alquilados de la zona núcleo los mejores resultados corresponderían a la combinación trigo/soja, si se consideran los precios que se ofrecen para la época de cosecha. El segundo lugar lo ocuparía el maíz temprano, seguido por la soja de primera. El girasol arrojaría pérdidas con rindes de tendencia y precios del orden de 300US$/t.
En el sur de Buenos Aires, también prevalecería la secuencia trigo/soja, que superaría nuevamente al maíz, a la soja de primera y al tándem cebada/soja de segunda. En esta zona, con los precios esperados y los rindes de tendencia, el girasol también generaría pérdidas en campos alquilados. Los resultados presentados fueron calculados por Lucía Udaquiola, analista de AZ-Group, sobre la base de los datos de la plataforma AGBI.
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Zona núcleo
En la zona núcleo, la secuencia trigo/soja permitiría el mejor margen neto, de 439US$/ha en campo alquilado, a partir de un ingreso neto de 1852US$/ha y un costo de ambos cultivos de 1413US$/ha. Si se obtienen los rindes históricos, esta combinación daría una rentabilidad del 35% (ver cuadro).
En la zona le sigue el maíz temprano, con un margen neto esperado de 170US$/ha si se obtienen 105qq/ha. Ese resultado provendría de un ingreso neto de 1598US$/ha y un costo del cultivo de 1428. La rentabilidad esperada para este cultivo sería del 12% y el rinde de indiferencia alcanzaría un valor alto, de 93qq/ha.
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En tercer lugar se ubica la soja de primera, con un margen neto de 126US$/ha, con un costo del cultivo menor -1105US$/ha- y un ingreso neto de 1231US$/ha. La rentabilidad esperada también sería del 12% y el rinde para cubrir los costos ascendería a 35qq/ha.
Finalmente, el girasol resultaría un mal negocio en campo alquilado de la zona núcleo. “Con los supuestos considerados generaría un margen negativo de 326US$/ha como consecuencia de un ingreso neto de 740US$/ha y un costo del cultivo de 1067″, afirma Udaquiola. Los precios de esta oleaginosa están muy afectados por las abundantes producciones y stocks mundiales de aceite de palma, de girasol y de soja, que enfrentan una demanda tranquila en un mercado pesado.
Sur bonaerense
En el sur de Buenos Aires también prevalece el doble cultivo, con 243US$/ha de margen neto, por un ingreso neto de 1368US$/ha y un costo de implantación, protección, cosecha y alquiler de 1125US$/ha. Le sigue el maíz de primera, con 139US$/ha, con un ingreso neto de 1257US$/ha y un costo del cultivo de US$1118.
La soja de primera arroja un margen neto esperable de 102US$/ha, con un ingreso neto de 879 un costo menor, de 777US$/ha. En la zona, la combinación cebada/soja arrojaría un margen neto de solo 94US$/ha, proveniente de un ingreso neto de 1208 y costos de implantación, protección, cosecha y alquiler de 1114US$/ha.
“El precio de exportación de la cebada cayó durante 2023 por la reanudación de embarques desde Australia a China, un mercado muy bien abastecido hasta hace poco por la Argentina”, explica Lucía. Por último, el girasol daría un margen negativo de 40US$/ha, a partir de un ingreso neto de 713US$/ha y un costo del cultivo de 753.
Udaquiola aclara que lo descripto en los párrafos anteriores corresponde a modelos con rindes de tendencia y con los precios ofrecidos en los mercados a término para la época de cosecha. Ambos factores pueden variar por cuestiones climáticas en el primer caso, y por la evolución de la oferta y de la demanda en el segundo.
“La 2023/24 es una campaña con altos costos agrícolas y rindes de indiferencia por encima de los habituales. Por lo tanto, los resultados finales dependerán en gran medida de una buena producción y de una adecuada gestión comercial. En función de esa realidad, cada empresario debe calcular su rinde de indiferencia para determinar un objetivo concreto y los precios de equilibrio para aprovechar las oportunidades que genere el mercado”, aconseja Udaquiola.
Por estas razones, los resultados presentados deben tomarse como una guía de razonamiento y cada agricultor debería adaptar los cálculos a su situación particular, considerando también la rotación programada de largo plazo, al tiempo de realizar un minucioso seguimiento de la evolución de las variables que definen los ingresos en cada actividad por desarrollar.