La Argentina está a pocos días de cumplir cuatro años desde que se instauró el último cepo cambiario. Fue el domingo 1° de septiembre de 2019, cuando se limitó el cupo a US$10.000 por mes. Desde entonces, el cepo se fue restringiendo a tal punto que los analistas económicos debaten acerca de qué porcentaje de los precios de la economía todavía se mueve al ritmo del dólar oficial, que actualmente cotiza a $280.
El análisis no es menor, ya que todos los candidatos presidenciales prometen eliminar el cepo en la próxima gestión. La diferencia está en la velocidad de la quita. Para ello, se analiza cuánto impacto tendría en la inflación aplicar una brusca devaluación.
En primer lugar, los analistas económicos coinciden en que, a diferencia de diciembre de 2015, cuando se quitó el cepo cambiario durante los primeros días de gobierno de Mauricio Macri, esta vez hay más productos de la economía que ajustan sus precios al ritmo del movimiento de los dólares paralelos y financieros, entre los que se encuentran el MEP ($524) y el CCL ($551). Sin embargo, todavía sigue siendo la minoría.
La consultora Equilibra, por ejemplo, estima que el 30% de los productos ajusta al ritmo del tipo de cambio del CCL, que es dólar que se usa para ingresar y girar divisas del país, sin pasar por el mercado oficial de cambios (MULC). Para fin de año, debido a las mayores restricciones para importar, este porcentaje podría subir al 40%.
“Entre los rubros que seguirían más la evolución del tipo de cambio financiero que al dólar oficial encontramos a los hoteles, equipos audiovisuales, autos y autopartes, diarios y libros, equipos telefónicos, muebles y electrodomésticos. En cambio, alimentos sigue más al tipo de cambio oficial, razón por la cual una devaluación tradicional impactaría con más fuerza en las canastas de los sectores más vulnerables”, dice Lorena Giorgio, economista jefe de Equilibra.
El sector energético es otro de los rubros que está atado fuertemente al tipo de cambio oficial. Por lo cual, una devaluación brusca impactaría en un mayor costo del gas y la generación eléctrica y, por lo tanto, haría subir el gasto que destina el Estado a los subsidios económicos.
La consultora Econviews mostró en un gráfico cómo se diferencia cada vez más la evolución de los precios de los productos importados del ritmo de devaluación del tipo de cambio oficial. Esta brecha se comenzó a acelerar a partir de octubre de 2022, cuando en la gestión de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía se implementaron mayores restricciones a las importaciones.
En el primer semestre del año, si bien las cantidades importadas cayeron 4,8% (mucho menos de lo que se proyectaba dado el impacto de la sequía), el nivel se mantuvo casi constante gracias al mayor endeudamiento de las empresas con sus proveedores del exterior. Esta deuda comercial históricamente fue de US$20.000 millones, pero en los últimos meses superó los US$32.000 millones.
“Las importaciones tienen, además del impuesto PAIS, posdatado el acceso al mercado de cambios oficial. El Gobierno les autoriza a importar, pero deben esperar entre 60 y 180 días para poder comprar los dólares oficiales. Las empresas entonces van al mercado de futuros a cubrirse del riesgo de una devaluación. Eso tiene un costo financiero que se le carga al precio final de venta. Por lo tanto, los productos que aún consiguen el permiso de importación, tienen igualmente atados sus precios a un dólar más alto que el oficial, porque incluye este costo financiero de cobertura”, dice Gabriel Caamaño, economista de la consultora Ledesma.
La cobertura que toman los importadores ante una eventual devaluación, sin embargo, no sirvió para cubrirse del último encarecimiento que realizó el Gobierno sobre el tipo de cambio oficial. Al aplicar el impuesto PAIS de 7,5% sobre el dólar que se utiliza para comprar bienes y de 25% sobre el que usa para importar servicios, el Ministerio de Economía encareció los costos sin tocar el tipo de cambio. Como no hay mecanismos financieros para cubrirse de esta “devaluación fiscal”, los importadores tuvieron un impacto en su rentabilidad.
“A futuro, como el riesgo de que el impuesto PAIS sea mayor luego de las PASO, los importadores van a cubrirse de ese riesgo a través de su margen de rentabilidad, porque no lo pueden hacer a través del mercado financiero. Es un riesgo inherente a la operación. Van a remarcar por las dudas. Por eso, poner el impuesto PAIS a las importaciones, que se ajusta por una resolución de AFIP, es una solución peor, porque es discrecional y no hay cobertura”, dice Caamaño.
La consultora Empiria estimó que actualmente el 40% de los precios de la economía ajustan según el tipo de cambio oficial, mientras que el 60% restante tiene dólares diferenciales. Entre ellos se encuentran también los productos de exportación que reciben un tipo de cambio más alto, como el dólar soja o el agro.
“De los que demandan dólares, el 70% lo consigue a un tipo de cambio diferencial, mientras que solo el 30% puede comprar a $280. Entre los que venden, está más parejo entre los que exportan al tipo de cambio oficial y los que lo hacen al diferencial más alto”, explica Milagros Gismondi, analista de la consultora Empiria.
Actualmente, los principales tipos de cambio de referencia son: mayorista ($280); minorista ($293); dólar ahorro y tarjeta con consumos mensuales menores a US$300 ($512); consumos con tarjeta mayores a US$300, llamado coloquialmente “dólar Qatar” ($585); blue ($580); MEP ($524); CCL ($551); dólar para importación de bienes ($301); dólar para importación de servicios ($350), y dólar agro (sorgo, girasol y maíz), a $340.