Cuando exportar e importar se convierte en una pesadilla

A contramano de lo que hacen los países del primer mundo, que favorecen al comercio exterior, la Argentina complica los procesos y frena las compras y las ventas en su propio perjuicio.

A la hora de exportar, los diferentes tipos de cambio funcionan como un parche para ver si el jugador de turno “pica” e ingresa algo de dólares al país. Pero son medidas transitorias, que no hacen más que generar incertidumbre a los diferentes sectores. Por ejemplo, hay un dólar diferenciado para la soja, pero no para el maíz. ¿Qué se puede esperar para la próxima siembra? Si se apuesta al 100% por la soja, ¿aumentará el precio del maíz?

Efectivamente exportar es una pesadilla”, afirma Marcelo Elizondo, experto en negocios internacionales. Y esboza las cinco razones por las cuales esto es una realidad para quienes trabajan en comercio exterior.

1- La primera pesadilla es la brecha cambiaria: “Organizar los costos con un contrato que se firma en dólares pero que se recibe en pesos al tipo de cambio oficial es un problemón económico. Los costos para el exportador son internacionales”, dice Elizondo.

2- La discrecionalidad: “si la brecha está pensada seriamente, se puede hacer un cálculo económico, pero la realidad es que es impredecible, por lo que se puede estar haciendo un cálculo hoy y que esa ecuación no se mantenga. La imposibilidad de predecir la brecha es otro problema. Es estar a ciegas”, agrega.

3- Las retenciones: afectan a la estructura de costos.

4- La presión impositiva: en la Argentina, según el Banco Mundial, para las empresas, la presión impositiva medida en recaudación del fisco en relación a las utilidades es la segunda mas alta del mundo. La mas alta es la isla de Comoras, en África. En la Argentina las empresas pagan más al fisco que lo que les queda de utilidades, comenta Elizondo.

5- La inseguridad jurídica: según el analista, hay serios problemas de cumplimiento de contratos. Hay modificación de las condiciones tributarias, problemas en los puertos por la conflictividad gremial, entre otros.

Estas medidas a cortísimo plazo no hacen más que llevar a los empresarios a un “wait and see” que perjudica los números de la inversión.

Quienes deben importar, por su parte, viven un infierno. Ingresar productos al país es más que difícil y no hay un criterio uniforme y sistematizado para autorizar los ingresos. El testimonio del Kun Agüero sobre los productos que se quedaron varados en la Aduana no hizo más que viralizar un problema que se vive en la Argentina hace años.

Además, “la Argentina es el segundo país del mundo con menor contenido importado en sus exportaciones. Solo el 6% cuando en el mundo es el 25%”, analiza Elizondo. “Es por esto que el país tiene problemas de competitividad y no crece en exportaciones (que no sean commodities)”.

La Argentina, por su parte, tiene pocos acuerdos de libre comercio, por lo cual se pagan aranceles de ingreso que no tienen otros países competidores. Y, un párrafo aparte para la falta de financiamiento para insumos, capital de trabajo, máquinas etc.

Quienes quieren y deben conectarse con el mundo merecen un mejor trato por el bien de ellos y de todos.

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