¿Cuán rápido importará alimentos el Mercado Central?

El ministro de Economía está intentando que en junio próximo la tasa de inflación mensual comience con 6. No lo dijo y mucho menos me lo dijo, pero es obvio.

En política económica, frente a cualquier situación, existe una sola pregunta relevante: “Y entonces, ¿qué hacemos?”. La publicación por parte del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) del aumento de los precios al consumidor en abril pasado genero muchas horas de reuniones por parte del equipo económico.

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Una de las iniciativas, por ahora mencionada, implica que el Mercado Central importe alimentos, por aquello de que el aumento de la oferta de cualquier producto morigera la suba de su precio, y hasta puede inducir una reducción.

No voy a participar en un debate “principista” sobre las ventajas y los inconvenientes de abrir la economía, como método antiinflacionario, porque aquí y ahora la cuestión es diferente. Porque, en función de lo que hipoteticé en el primer párrafo de estas líneas, la clave está en la velocidad con la cual se pueden producir los resultados.

El Mercado Central es un edificio, y los edificios no compran en el exterior. Alguno de los puesteros que allí operan sí lo puede hacer. Preguntas elementales: 1) ¿qué productos importará?; 2) ¿tiene los contactos para realizar las operaciones?; 3) ¿llegarán los productos, para que morigeren el aumento de los precios el mes que viene?; 4) ¿correrá él –o ella– los riesgos de la operación, o lo hará por cuenta y orden de la secretaría de comercio?

La iniciativa recordó a “los pollos de Ricardo Mazzorín”. En pleno funcionamiento del Plan Austral, no recuerdo por qué razón aumentó el precio de la carne vacuna, y también faltaba pollo. Se decidió importar el producto, pero como la Secretaría de Comercio tomó la iniciativa en sus manos, entre que hizo la licitación y llegaron los pollos importados, la crisis se había resuelto, y durante varios años miles de toneladas del producto permanecieron en congeladoras y terminaron decomisadas por no ser aptas para el consumo humano.

Esta tasa de inflación agobia y preocupa; pero como decía mi viejo, no siempre el remedio es mejor que la enfermedad. El bloqueo soviético a Berlín, en 1948, generó un puente aéreo para evitar que los berlineses murieran de hambre. Se transportaron papas por avión, lo cual tenía sentido dentro de la Guerra Fría, pero a un costo sideral. Incompatible con la realidad inflacionaria de la Argentina en 2023.

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