Cristina Kirchner y Sergio Massa están embarcados juntos en el “plan llegar”. La vicepresidenta entiende que el único salvoconducto hacia las elecciones es la renegociación con el FMI que está encarando el ministro de Economía y por eso sigue elogiando su trabajo en público, aún cuando -paradójicamente- culpa al Fondo de todos los males de la Argentina. Tras la última corrida cambiaria, la jefa del kirchnerismo no le soltó la mano al ministro. A esta altura, en ambos campamentos ven que la sociedad política se sostendrá hasta las urnas.
El contacto entre la vice y el ministro de Economía es asiduo. La semana pasada, según algunos testigos, Massa la habría visitado en el Senado. Esta semana hablaron por teléfono al menos dos veces, una en lo peor de la corrida y luego cuando la fiebre del dólar cedió. “Sergio siempre dice que no le cuesta ponerse de acuerdo con ella. Tiene diálogo permanente, aunque el día a día lo maneje él. Todos entienden que hay poco margen”, dijo a la nacion un funcionario del Ministerio de Economía.
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“Es cierto, hay un ida y vuelta, pero nosotros no decimos qué hacer, el que define es Massa”, señaló un funcionario del kirchnerismo que es testigo de las discusiones económicas. Cerca de la vice apuntan a Martín Guzmán como el responsable de haber cerrado un mal acuerdo con el Fondo (“inflacionario”, aseguran). “Guzmán decidió hacer algo con lo que nosotros no estábamos de acuerdo, nos dijo una cosa e hizo otra. Sergio es más serio, no nos miente en la cara”, agregó el colaborador.
Si hace 15 meses la primera firma del programa con el FMI había provocado el quiebre total del kirchnerismo con Alberto Fernández, ahora que faltan siete meses para terminar el mandato, los K están obligados a abrazarse al renegociador del acuerdo.
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En su discurso en el Teatro Argentino de La Plata, Cristina no abundó en elogios hacia Massa, pero destacó la performance del ministro durante las jornadas de la corrida. Elogió el acuerdo firmado con China para pagar importaciones con yuanes y resaltó que el ministro haya “tomado la decisión” de intervenir con el BCRA. Muchos más párrafos le dedicó a cuestionar al Fondo, como cuando dijo que “las políticas del FMI no han dado resultado en ninguna parte”.
En el Palacio de Hacienda aseguran que las declaraciones de la vice no hacen mella en la negociación para “recalibrar” el acuerdo. “Cuando nos reunimos con el FMI nunca nos preguntan por Cristina. Es más, han preguntado por (Javier) Milei porque tienen miedo de que aparezca otro (Nayib) Bukele que le abra las puertas a China”, dijo una fuente del Palacio de Hacienda.
Cerca de Massa, incluso, se ocuparon especialmente de hacer trascender que al ministro le pareció “brillante” la idea de Cristina de que las sumas que se paguen al FMI “estén atadas como un porcentaje al superávit comercial”. “Lo va a poner en la mesa de negociación”, aseguraron.
Que Massa lleve la idea de Cristina a la “mesa de negociación” con el Fondo no tiene costo en el toma y daca, cuando todavía todo está por verse. El ministro pretende que el organismo anticipe desembolsos por 10.000 millones de dólares -probablemente pida más- y, pese a que confía que la sequía lo ayudará a negociar, se sabe que nada será gratis. La vicepresidenta ya advirtió: “Lo que queremos es que se revisen las condicionalidades”. La línea roja que trazan en todas las terminales del Gobierno es el rechazo de una “devaluación brusca”. Ya nadie habla de devaluación a secas, a sabiendas de que habrá una gradual depreciación del peso.
Puentes rotos
Conforme la alianza del kirchnerismo con Massa sobrevive a los avatares económicos, el Presidente queda más ninguneado por sus socios. A La Plata fueron invitadas todas las tribus del Frente de Todos incluso algunos funcionarios del círculo presidencial, que fueron cuidadosamente seleccionados, como la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz y el vicejefe de Gabinete, Juan Manuel Olmos. La primera -expectante por su futuro electoral- asistió y el segundo dijo que tenía intención de ir pero que se le hizo tarde en una reunión con el Fernández y la Sigen.
La vice no invitó, en cambio, al jefe de Gabinete, Agustín Rossi, que tiene probado pasado como para participar de un homenaje a Néstor Kirchner. El ministro coordinador hoy aparece como posible candidato en el marco de la cruzada de Fernández para que haya PASO. Al kirchnerismo le irrita que el jefe de Estado siga condicionando el armado electoral. “Lo esmerilan sus propias acciones, hay un solo responsable de su situación y es él”, dijo un funcionario bonaerense K.
Cerca de Fernández, tras el discurso de Cristina, leyeron que la vice bajó un tono al apedreo verbal al Presidente. “Algunos se quedaron comentando la película que vieron el fin de semana”, dijo un funcionario de Balcarce 50 como si la tropa K que esmerila al Presidente estuviera desactualizada. “Pero va a bajar la belicosidad con Alberto”, confió. La vice ignoró al jefe de Estado en su presentación. Le dedicó solo una velada chicana.
El Presidente quedó con un rol muy deslucido tras bajarse de su candidatura. Algunos funcionarios que se mantienen cerca suyo no comprenden cómo no negoció los términos de su renunciamiento. Hay dirigentes, incluso, que en los últimos días le recomendaron a Fernández que llame a la vice para fijar pautas que le permitan llegar más entero a diciembre.
Con Massa el Presidente tampoco está bien, pese a los esfuerzos de la Casa Rosada por exhibir sintonía. Un colaborador del ministro analizaba en las últimas horas: “Ante cada cimbronazo económico el hilo se corta en la Casa Rosada: la salida de Antonio Aracre, la baja de Alberto y esta semana el avance sobre (Miguel) Pesce”. Y agregó: “Ni Massa ni Cristina pretenden humillar a Alberto, pero él tiene que aflojar con lo de las PASO”.
El líder del Frente Renovador aspira a que una buena negociación con el FMI lo lleve a entronizarse como candidato único del FDT.