OXFORD, Inglaterra.– Turnos a tres, cuatro y hasta seis meses, médicos que abandonan las cartillas de las prepagas o directamente el país, profesionales que se quedan “a dar la pelea”, pero que a cambio piden copagos a sus pacientes, hospitales públicos sin clínicos ni pediatras, cirugías postergadas por falta de insumos. En la Argentina, la crisis que ya venía incubando la salud terminó de dispararse con la pandemia de coronavirus, la inflación y la devaluación, en un sector que en muchos rubros funciona con costos dolarizados.
Según información recabada por la provincia de Buenos Aires que LA NACION pudo ver, en clínica médica se pasó de una cobertura de puestos disponibles del 67% en 2021 a una del 58,5% en 2022; en neonatología, del 56,5% al 39,8%; en pediatría, del 41,4% al 28,8%, y en terapia intensiva, del 42,2% al 34,1%. Son porcentajes que, con lógicos matices y diferencias, se asemejan en distintos lugares de todo el país. Se trata de las especialidades que no involucran prácticas y que viven del honorario que, en el caso de quienes se atienden a través de una prepaga puede estar, en promedio, en torno de los $2000 por consulta, según fuentes del sector.
Si el paciente se atiende en forma privada y paga de su bolsillo, ese valor puede moverse en un rango que va de los $4000 a los $10.000. Por eso, los bajos ingresos, junto con el agotamiento pospandemia, son las principales causas del éxodo. En el otro extremo se ubican las especialidades que pueden defender su remuneración a través de las prácticas, como la cirugía general o la ortopedia, en las cuales la cobertura de puestos de trabajo incluso subió entre 2021 y 2022.
En los dos subsistemas principales del país, obras sociales y prepagas, a través de los cuales se atiende por vía directa o indirecta el 70% de la población, algunos profesionales e instituciones ya han dado el primer paso hacia el copago, en muchos casos informalmente, una modalidad naturalizada en muchos sistemas del mundo desarrollado, pero que en la Argentina es polémica por que los pacientes consideran que ya pagan mucho por la cuota de la prepaga, o a través de los aportes que les descuentan del sueldo a quienes están en blanco. La sustentabilidad del modelo actual está en duda.
Puntos en común
Son particularidades de un país sudamericano con un sistema de salud no integrado, sino fragmentado, pero que en algunas de sus problemáticas tiene puntos en común con otros países, por ejemplo, en el difícil cuadro que dejó a su paso una pandemia que, si bien no está en su pico, sigue presente y ha dejado médicos agotados en todo el mundo.
Es uno de los temas que también se abordó en esta ciudad de Inglaterra, durante el desarrollo del “Taller internacional para líderes de la salud”, que convocó a médicos, directivos de prepagas, obras sociales e institutos de previsión social, funcionarios y exfuncionarios de diferentes partes del mundo, y en el cual se analizó, por caso, el sistema integrado inglés, que buscó aliviar la demanda y la carga laboral de los médicos reforzando la medicina preventiva, descentralizando la atención y, por ejemplo, dándoles más responsabilidades a enfermeros y farmaceúticos, para quitarle presión al sistema y lograr que llegue menos gente a los hospitales. Así, los farmaceúticos tienen la potestad de recetar medicamentos, aunque con ciertos límites.