LONDRES.- El mayor desafío de esta nueva era de la monarquía británica que encarnará el rey Carlos III a partir de este sábado es, indudablemente, mantener a su reino unido. No solo los británicos verán con atención la coronación en la Abadia de Westminster, también lo harán los 14 países soberanos de la Mancomunidad de Naciones que reconocerán al monarca como su jefe de Estado. Y desde que falleció la reina Isabel II, cada vez más gobiernos y ciudadanos insisten en separarse del Reino Unido.
La muerte de la antigua monarca, que según expertos logró encarnar la continuidad y la unidad en su reinado, sumada a una serie de escándalos- la implicación del príncipe Andrés en un caso de alto perfil de tráfico sexual y abuso de menores y las acusaciones de racismo de los duques de Sussex Harry y Meghan-, suscitaron el debate del republicanismo en varios países.
Actualmente, los siguientes países reconocen a la corona británica: Antigua y Barbuda, Australia, Bahamas, Belice, Canadá, Granada, Jamaica, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, Islas Salomón y Tuvalu.
Barbados fue el último país en desplazar a la monarquía constitucional como forma de gobierno después de cuatro siglos, y se convirtió en la república más joven del mundo el 30 de noviembre de 2021, tras una serie de enmiendas constitucionales impulsadas por el Partido Laborista. Pronto podrían seguirle sus pasos otros países.
Antigua y Barbuda, Belice y Bahamas han expresado su interés en cortar lazos con la corona británica, y unos cuantos otros ya pusieron procesos en marcha.
Líderes indígenas de antiguas colonias británicas exigieron este jueves al rey Carlos III que pida disculpas por “siglos de racismo” y el “legado de genocidio” de los que acusan a la Corona, en una carta firmada en vísperas de la coronación por líderes de Australia –cuya población indígena fue masacrada y expulsada de sus tierras por los colonos británicos- y de varios países del Caribe que fueron saqueados en busca de esclavos.
Jamaica
Mientras Gran Bretaña se prepara para celebrar la coronación de Carlos II, su antigua colonia, Jamaica, se muestra claramente contraria a tener un nuevo jefe de Estado de una tierra lejana. El proceso de ruptura de lazos con la monarquía ya está en marcha.
Con una amarga historia de esclavitud y una economía de plantación que hizo ricos a algunos británicos pero empobreció a muchos jamaicanos, la relación con Gran Bretaña no siempre se considera feliz y gloriosa.
Por ello, la fastuosa ceremonia de coronación, que tendrá lugar en Londres el 6 de mayo, suscita poca expectación.
“No significa nada para mí porque no veo lo que están haciendo por nosotros aquí en Jamaica”, dijo Claudeth Brown, de 68 años, que vende cacahuetes y bebidas frías en la capital, Kingston.
Jamaica pasó a manos de Inglaterra en 1655, cuando se la arrebató a España, que había traído a los primeros africanos como esclavos. Se independizó en 1962, pero mantuvo al monarca británico como Jefe de Estado y permaneció en la Commonwealth. En los años transcurridos desde entonces se ha visto a menudo sacudida por la violencia política y criminal.
Las oleadas de inmigración a Gran Bretaña mantuvieron vivos los vínculos, al igual que el afecto por la reina Isabel, que ocupaba el trono en el momento de la independencia. Pero según encuestas ese sentimiento ya se ha evaporado en su mayoría.
Un sondeo realizado en 2022 por el encuestador Don Anderson reveló que el 56% de los jamaicanos quiere destituir al monarca como Jefe de Estado.
Pero incluso antes de la muerte de Isabel el pasado septiembre, el sentimiento republicano se apoderaba cada vez más de la región caribeña.
El Primer Ministro jamaicano, Andrew Holness, ha declarado que su país “sigue adelante” con sus planes de cortar los lazos. En marzo anunció la creación de un comité de reforma constitucional que ayudará en la transición.
“Daremos un paso más en la redefinición de quiénes somos como país y como pueblo soberano”, declaró.
Australia
El primer paso que dará Australia en su proceso para distanciarse de la monarquía es retirarla de sus billetes. El banco central de Australia informó en febrero que su nuevo billete de cinco dólares australianos tendrá un diseño indígena en lugar de la imagen del rey Carlos III, aunque se tiene previsto que la imagen del monarca siga apareciendo en las monedas.
“El monarca seguirá apareciendo en las monedas, pero el billete de 5 dólares australianos dirá más sobre nuestra historia y nuestra herencia y nuestro país, y creo que eso es algo bueno”, declaró el tesorero Jim Chalmers a periodistas en Melbourne.
El republicanismo está cada vez más fuerte en Australia. Pocos días después del fallecimiento de la reina Isabel II, miles de personas salieron a las calles en ciudades como Brisbane, Sídney, Camberra, Adelaida, entre otras, para reclamar la ruptura con la monarquía, en protestas en las que se quemaron banderas australianas y se esbozaron cantos como “Siempre fue y siempre será tierra aborigen”.
“Al considerar el papel unificador que desempeñó Su Majestad, reconozco que su fallecimiento ha provocado reacciones diferentes en algunos miembros de nuestra comunidad”, admitió entonces el gobernador general de Australia, David Hurley.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, dijo recientemente en una entrevista que a pesar de ser “republicano de toda la vida”, jurará lealtad al rey y que un referéndum para separarse de la corona no es “inminente”, indicó The Guardian.
No obstante, consideró “que Australia debe tener un australiano como Jefe de Estado, no lo rehúyo. No he cambiado de opinión”.
“Pero mi prioridad es el reconocimiento constitucional [de los indígenas australianos]; no puedo imaginar… como han sugerido algunos… que debamos celebrar otro referéndum sobre la república antes de que eso ocurra”, agregó.
Canadá
A Carlos III le espera un camino difícil para ganarse a los canadienses, y la tarea será aún más complicada para la reina consorte Camilla.
Una nueva encuesta del Instituto Angus Reid sugiera que la mayoría de los encuestados – 60%- se opone a reconocer a Carlos como rey. Sólo el 28% dice tener una opinión positiva del futuro monarca, mientras que el 48% no la tiene.
En tanto, dos tercios – 66%- de los encuestados se mostraron contrarios incluso a reconocer a Camilla como reina de Canadá.
“Los canadienses son bastante inequívocos en cuanto a su opinión sobre si la monarquía representa una institución moderna y, de hecho, una institución que desean ver en la cima de la legislación, la política y la constitución canadienses en las generaciones venideras”, declaró Shachi Kurl, presidente del Instituto Angus Reid, a CBC News. “Y la respuesta a eso es no”.
En este caso, fue precisamente el fallecimiento de la reina Isabel lo que despertó el republicanismo en los canadienses. Las encuestas realizadas por el Angus Reid Institute hace un año, cuando Isabel cumplió 96 años, revelaron que el 63% de los encuestados tenía una opinión positiva de ella, y el 59% dijo que su muerte le entristecería.
A pesar del disgusto de la población con la figura de Carlos, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, declaró que el papel de la monarquía en Canadá no estaba abierto a discusión y no veía al país reemplazando a la monarquía en un futuro próximo. Trudeau ve la “estabilidad” del sistema actual, aseguró en una entrevista a la BBC.
Nueva Zelanda
El recién llegado al poder tras la renuncia de Jacinda Ardern, el primer ministro neozelandés, Chris Hipkins, declaró el lunes que personalmente está a favor de que su país se convierta en una república, pero que no es un cambio que pretenda impulsar como líder.
“Lo ideal sería que, con el tiempo, Nueva Zelanda se convirtiera en un país totalmente independiente, que se valiera por sí mismo en el mundo, como lo hace ahora”, declaró Hipkins ante periodistas a pocos días de la coronación. “Sin embargo, no creo que cambiar al gobernador general por otra forma de jefe de Estado sea necesariamente una prioridad urgente en estos momentos”.
El premier sostuvo que los actuales acuerdos constitucionales funcionaban bien y que no le interesaba trasladar el debate de la república a los neozelandeses.
“Sinceramente, creo que es algo sobre lo que los neozelandeses deben instigar una discusión, y no hay una corriente de apoyo para tener este debate en particular en este momento”, profundizó Hipkins.
Agencias AP, AFP y Reuters