PARÍS.- Uniformes nazis y capuchas negras, banderas del mismo color con cruces célticas, símbolo de la extrema derecha neofascista, puños al aire y eslóganes subversivos… ¿Cómo se explica que París haya sido el sábado escenario de una manifestación autorizada por las autoridades de los grupos más violentos de esa nebulosa?
Todos los años, alrededor del 9 de mayo, militantes de grupúsculos neofascistas se reúnen para conmemorar la muerte de un joven militante Sébastien Deyzieu, allegado al siniestro ex GUD (Grupo Unión Defensa), al cual pertenecían los asesinos del joven rugbier argentino Federico Aramburu, abatido de diez disparos el 19 de marzo de 2021 en pleno centro de París.
Deyzieu, de 22 años, murió accidentalmente el 9 de mayo de 1994 tratando de escapar de la policía, cuando cayó de un techo en el VI distrito de París durante una manifestación “contra el imperialismo estadounidense”, prohibida por la prefectura de policía. En aquel momento, unas 400 personas se habían reunido respondiendo al llamado de los grupos neofascistas “Unión de estudiantes de Assas”, universidad parisina conocida por sus tendencias ultraderechistas, y las “Juventudes nacionalistas revolucionarias”.
Según la prefectura de París, el sábado pasado participaron en el desfile unos 550 militantes que depositaron una corona de flores en la calle de Chartreux, frente al edificio donde murió Deyzieu. El cortejo avanzó detrás de una banderola negra que decía “Sébastien presente”.
Pero la cantidad de participantes sorprendió esta vez a los especialistas de las fuerzas del orden.
“Generalmente son muchos menos y la manifestación se reduce a gente de la región parisina. Esta vez, cantidad de militantes vinieron del interior”, precisa una fuente de los servicios policiales, para quien, este tipo de reuniones permite “colectar información”.
Entre ellos se encontraban Axel Lousteau y Olivier Duguet, dos extesoreros de Jeanne, un micro partido de Marine Le Pen. Creada en 2010 por sus allegados, casi sin militantes, la estructura tiene ante todo una función financiera. En el desfile también había miembros del GUD (que se había autodisuelto y acaba de reconstituirse), gente de los ex Zuavos de París y del grupo Martel. Todos constituyen la nebulosa más radical y violenta del neofascismo francés. Los manifestantes iban vestidos de negro, la mayoría con la cara tapada -en violación a la legislación vigente en Francia-, haciendo flamear banderas negras marcadas con la cruz celta y bengalas de humo rojo.
El prefecto de París, Laurent Nuñez, autorizó la manifestación, provocando la airada reacción de la izquierda que denunció “la complicidad” del gobierno.
“Bajo la capucha o la máscara de respetabilidad, la extrema derecha sigue siendo la extrema derecha. El único cambio es la complicidad tácita de la cual se beneficia por parte de quienes han decidido dar prioridad al enfrentamiento con la izquierda”, declaró el líder del Partido Socialista, Olivier Faure.
Isabelle Rocca, adjunta (socialista) en la alcaldía del XII distrito de París reclamó, por su parte, la renuncia del ministro del Interior, Gérald Darmanin.
“Una manifestación neofascista autorizada en las calles de París requiere una explicación, incluso una dimisión”, afirmó.
El vocero del Partido Comunista Francés (PCF), Ian Brossat, ironizó en un tuit afirmando que “las cacerolas son manifiestamente más peligrosas que el ruido de las botas”. Aludía así a la reciente prohibición de numerosas “caceroleadas” contra el presidente Emmanuel Macron y los miembros de su gobierno, después de la controvertida adopción de la ley previsional.
Frente a la crisis, la prefectura de policía se justificó en un comunicado: “En Francia, una manifestación solo puede ser prohibida en caso de riesgo real de alteración del orden público. En enero pasado, un decreto que prohibió una manifestación de la extrema derecha en la capital fue suspendido por el juez administrativo”.
Según los servicios policiales, “en la medida en que la manifestación [en homenaje a Sébastien Deyzieu] no había ocasionado ningún desborde en los años precedentes, el prefecto no podía denegarla”.
Por su parte, el prefecto Nuñez señaló que, junto a los servicios de inteligencia, está “plenamente comprometido en la lucha contra todos los fenómenos de subversión violenta”. En enero de 2022, en efecto, sus servicios disolvieron el grupo de ultraderecha radical “Zuavos de París”. Laurent Nuñez también anunció que denunciará ante la justicia el hecho de que numerosos participantes en la manifestación lo hicieron “con la cara cubierta”.
Consciente del daño que la presencia de exmilitantes de su partido podría significar para sus objetivos políticos de dar a su formación una imagen de ley y orden, Marine Le Pen decidió no solidarizarse con el evento. La presidenta de la Reunión Nacional (exFrente Nacional) lamentó “provocaciones inadmisibles”, que “no pueden ser toleradas, cualquiera sea el campo de dónde vengan”.
“En la república no se manifiesta enmascarado y en uniforme”, condenó. “La ley existe. Está prohibido manifestar con la cara disimulada. Si el gobierno hiciera respetar la ley, no estaríamos aquí hablando de esto”, dijo.
Interrogado por los diputados en la Cámara, el ministro del Interior afirmó este martes haber dado orden a los prefectos de que prohíban en el futuro todas las manifestaciones de la ultraderecha. Los prefectos prohibirán “y dejaremos a los tribunales juzgar si esas manifestaciones deben llevarse a cabo o no”, dijo Darmanin.