Con sus nombramientos, Francisco define el rumbo de la Iglesia argentina para los próximos años

Con los nombramientos de Víctor Manuel Fernández, a quien llevará a Roma para ponerlo al frente de uno de los principales organismos del Vaticano y cuya confianza le acaba de renovar al designarlo cardenal, y de Jorge Ignacio García Cuerva, quien el sábado próximo asumirá como arzobispo de Buenos Aires, el papa Francisco va delineando el perfil de la Iglesia argentina para los próximos años. Una renovación generacional y pastoral que excederá, por lo pronto, los límites temporales de su pontificado.

En las últimas horas asignó también la distinción cardenalicia al arzobispo de Córdoba, Ángel Sixto Rossi, un jesuita al que el Papa conoce muy bien: entró al seminario de la Compañía de Jesús en 1976, cuando Jorge Bergoglio era el superior provincial de la orden.

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Hay consenso, además, en que el título de cardenal conferido al padre Luis Pascual Dri, de 96 años, es un reconocimiento honorífico a la misión sacerdotal que el Papa quiere resaltar. Es un cura que se dedica a escuchar confesiones en el santuario de Pompeya y un referente del clero porteño: muchos sacerdotes hacen fila frente a su confesionario para pedirle consejo. Formado con los frailes capuchinos, fue confesor de Bergoglio cuando era arzobispo y es el sacerdote que bautizó a Diego Armando Maradona.

A los tres arzobispos –Fernández (60 años), García Cuerva (55) y Rossi (64)- los enlazan la plena identificación con la línea de Francisco, una fuerte impronta social y la concepción de una Iglesia de puertas abiertas.

Dichos postulados no son ajenos a la actual conducción del Episcopado, que encabeza el obispo Oscar Ojea, pero la sorpresa que provocaron las designaciones y el tiempo activo que tienen por delante les garantiza una proyección extendida como próximos referentes de la Iglesia argentina.

Los tres conocen el impacto político que tienen las palabras y los gestos de la Iglesia, especialmente en una Argentina sumida en una fuerte crisis política y social y en una complicada grieta. Son conscientes de ello y toman distancia de cualquier intento de etiquetamiento.

Profundo malestar, por ejemplo, causó en García Cuerva y en el Episcopado la “sobreactuación” de los oficialistas Sergio Massa y Malena Galmarini, en cuyas redes sociales, cuando se conoció la designación del arzobispo de Buenos Aires, postearon fotos y reflejaron una relación que, según el entorno del prelado, solo fue ocasional y con carácter protocolar.

La misión de García Cuerva

“Al Papa hay que leerlo y escucharlo más. Menos aplausos y más compromiso”, es la síntesis que transmite García Cuerva en sus reflexiones y cartas pastorales. No tantos clubes de fans y más atención a su magisterio, insiste. Los principales mensajes del flamante arzobispo porteño fueron compilados en el libro “Que haya lugar para todos”, publicado la última semana por la editorial Ágape.

Con una experiencia pastoral en la diócesis de San Isidro, especialmente en la Villa La Cava, de San Isidro, y en barrios populares de localidades cercanas a Tigre, García Cuerva trabajó junto a los obispos Jorge Casaretto, primero, y Ojea, desde 2012.

Nunca tuvo en esos años relación con el cardenal Bergoglio, aunque tenía contacto con el equipó de curas villeros del arzobispado porteño. Conoció a Francisco en 2014, cuando ya era Papa y el sacerdote fue invitado a dar una charla sobre inequidad social, en un congreso que organizaban el Foro Económico Mundial y la Secretaría de Estado del Vaticano.

A partir de ese momento se estableció un diálogo y Francisco lo designó obispo auxiliar de Lomas de Zamora, un distrito con una multiplicidad de barrios populares, y más tarde obispo de Río Gallegos. Lo incorporó, además, al Dicasterio para los Obispos, un organismo de la Santa Sede que interviene en el proceso de las designaciones episcopales.

García Cuerva tomará posesión de la arquidiócesis de Buenos Aires el sábado, a las 14, en la Catedral. En los días previos, los obispos auxiliares harán una semana de oración y su antecesor, el cardenal Mario Poli, presidirá una misa el viernes, a las 8.30.

Diálogo y doctrina

Al frente del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el histórico organismo de la Curia romana, que en las últimas décadas llevó el sello del cardenal Joseph Ratzinger, “Tucho” Fernández recibió una misión específica del Papa: no dedicarse a condenar y señalar errores doctrinales, ni a imponer una línea de pensamiento.

Durante 17 meses debió responder una por una las objeciones que le llegaban desde Roma, cuando Bergoglio lo designó rector de la Universidad Católica Argentina (UCA). Muchas de esas denuncias anónimas partían desde la Argentina y el propio cardenal lo exhortaba a resistir.

Ahora Francisco le pide privilegiar el diálogo de la Iglesia con la sociedad, en momentos en que el mundo –no ya la Argentina- enfrenta renovados desafíos. El nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe comenzará su labor cerca del 11 de septiembre, pero ya se dirigió por carta a los miembros del organismo para enhebrar un “trabajo en equipo”.

El diálogo es la vía que transitó Fernández en sus cinco años como arzobispo de La Plata, donde la política ocupó un lugar importante. Tuvo muy buen diálogo con los gobernadores María Eugenia Vidal y Axel Kicillof y convirtió varias veces la Catedral platense en un ámbito para comprometer a los sectores políticos en el fortalecimiento de la democracia.

El último domingo, mientras se anunciaba en Roma su designación como cardenal, “Tucho” Fernández presidía en la Catedral de La Plata una misa por los 90 años de la muerte de Hipólito Yrigoyen. Rescató su humildad, su “pasión por la patria” y su empeño por sostener y mejorarla democracia, y dijo que, aún hoy, el recordado líder radical es fuente de inspiración para quienes defienden las instituciones, el cultivo de los valores cívicos y los derechos sociales”.

Si algo en común tienen estas designaciones que renuevan posiciones en la Iglesia argentina es que están destinadas a profundizar el estilo de Francisco y la concepción de una Iglesia inclusiva, abierta cada vez más a dar respuestas a quienes enfrentan el drama de la pobreza y la exclusión. Tanto en el plano pastoral, con García Cuerva en la principal arquidiócesis del país y la convalidación de la obra de Rossi en Córdoba, como doctrinario, con “Tucho” Fernández en la estratégica dependencia romana.

Después de diez años de pontificado, Francisco expresó su voluntad de viajar a la Argentina el año próximo y, de algún modo, define los nombres que seguramente ocuparán un lugar importante en la planificación y recepción de esa posible visita.

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