Con amenazas, los grupos neonazis se multiplican en un Brasil más conservador

ITAJAÍ, Brasil.- El pasado noviembre, horas antes de una concentración de inmigrantes haitianos en la ciudad de Itajaí, ubicada en el sureño estado brasileño de Santa Catarina, la organizadora del evento, Andrea Muller, recibió un mensaje inquietante.

”Cancelen la protesta de Haití o cometeremos una masacre”, decía asunto del correo electrónico, al que tuvo acceso Reuters. “Santa Catarina es una tierra de GENTE BLANCA, PARA GENTE BLANCA”, escribió el remitente anónimo, firmando con el saludo nazi “Sieg Heil!”(¡Salve Victoria!).

Finalmente, el evento se celebró sin ningún problema con presencia policial. Sin embargo, el correo electrónico, que sigue en investigación por la policía de Santa Catarina, es indicativo de un pequeño pero creciente número de casos de neonazismo en Brasil que aumentaron con las políticas de extrema derecha durante el mandato del expresidente Jair Bolsonaro.

La Policía Federal de Brasil dijo que el número de investigaciones abiertas por presunta incitación al neonazismo incrementó desde 2019, con un “aumento significativo” este año.

La ley brasileña contra el racismo de 1989 castiga el uso de símbolos vinculados al nazismo y los discursos considerados “apología del régimen de Adolf Hitler” que no están protegidos por los estatutos de libertad de expresión en Brasil.

La policía dijo que se han abierto 21 investigaciones sobre la supuesta fabricación, venta, distribución o exhibición de esvásticas “con el propósito de propagar el nazismo” en lo que va del año, frente a una en 2018, año en que Bolsonaro fue elegido.

En abril, un día después de que un hombre de 25 años matara con un hacha a cuatro niños en una guardería de Santa Catarina, el ministro de Justicia, Flavio Dino, ordenó que la policía investigara a organizaciones neonazis que posiblemente operaban más allá de las fronteras estatales.

Los perpetradores usaron brazaletes con esvásticas nazis en dos atentados escolares perpetrados este año en Brasil. Algunos expertos dicen que esas cifras no reflejan la magnitud del problema a escala nacional.

La Asociación Nacional Judía de Brasil (Conib) dijo que había notado “un aumento sin precedentes en el número de grupos extremistas, la mayoría de los cuales son abiertamente neonazis”.

Investigadores de la universidad Unicamp del estado de San Pablo han identificado un aumento de más de 10 veces en el número de agrupaciones neonazis en Brasil desde 2015.

En un video para presentar sus hallazgos, los investigadores de Unicamp dijeron que Bolsonaro había “fomentado” el aumento de estos organismos con sus discursos “incendiarios”.

Guilherme Franco de Andrade, experto en la extrema derecha por la Universidad Federal de Mato Grosso do Sul, ubicado en el centro-oeste de Brasil, dijo que el neonazismo era claramente un problema que va en aumento. Pero se mostró cauteloso a la hora de atribuirlo al expresidente. En cambio, dijo que su crecimiento probablemente estaba más relacionado con el creciente conservadurismo que fue manchado por corrupción tras años de administraciones de izquierda, que con Bolsonaro.

El vocero de Bolsonaro no respondió a las solicitudes de comentarios.

Odio en el sur

El problema del neonazismo es particularmente grave en Santa Catarina, un estado donde muchos tienen ascendencia alemana e italiana. La región tiene la mayor tasa de residentes blancos en Brasil, con un 84% que se declaró blanco en un nuevo censo.

Arthur Lopes, un detective de la policía que dirige las investigaciones sobre grupos neonazis, dijo que la composición étnica ha llevado a algunos habitantes del estado a creer en la superioridad blanca.

Lopes, cuya oficina se ubica en la capital del estado de Santa Catarina, Florianópolis, y está repleta de cajas con material nazi incautado, dijo que ahora pasa gran parte de su día en la internet oscura o “dark web”, donde los fascistas se reunen para evitar miradas de las fuerzas del orden.

El oficial también señaló que enjuiciar a quienes están vinculados al nazismo puede ser complicado con la ley brasileña, que calificó como “débil” y “anticuada”, ya que el uso de símbolos distintos a la esvástica que aluden al régimen nazi y los discursos que niegan o defienden al Holocausto generalmente quedan impunes.

Talita de Almeida, programadora de 32 años que asistió al evento haitiano en noviembre, dijo que el correo electrónico amenazante le había abierto los ojos a una nueva realidad en Brasil. “Estaba asustada, porque soy negra y soy de la comunidad LGBTQ (…) Es un paso atrás”, dijo.

Steven Grattan

Agencia Reuters

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