KIEV.– Los bombardeos empezaron al amanecer. Al amparo de la niebla matutina y bajo la protección de su propia artillería, pequeños grupos de soldados ucranianos avanzaron hacia la posición rusa en los suburbios de la disputada ciudad de Bakhmut: las imágenes de los drones ya habían identificado una vía de ataque contra las líneas rusas.
Los datos de inteligencia sugerían que los rusos estaban tan enfocados en las intensas batallas callejeras en el interior de la ciudad que no esperaban un ataque desde esa dirección, según dos comandantes de batallón de la Tercera Brigada de Asalto de Ucrania que ayudaron a planificar y ejecutar la operación.
El sangriento combate por cada centímetro de esa ciudad del este de Ucrania ya lleva nueve meses, con enormes bajas tanto en el bando ruso como en el ucraniano. Yevgeny Prigozhin, el jefe del grupo mercenario Wagner, había prometido tomar la ciudad para el 9 de mayo, cuando se celebró el Día de la Victoria, de enorme importancia en Rusia. Para fines de abril, dijo que prácticamente toda la ciudad estaba bajo control de sus fuerzas.
Pero en lugar de regalarle una victoria que el presidente Vladimir Putin pudiera anunciar en su discurso del martes pasado frente al Kremlin, esta semana las fuerzas ucranianas lograron un inusual avance en el sur de la ciudad y se afirmaron en el centro. Los dos comandantes ucranianos compartieron detalles de la ofensiva sorpresa, cuyo éxito fue confirmado por el comandante de las fuerzas terrestres ucranianas, Oleksandr Syrsky. El 6 de mayo, decenas de tropas ucranianas avanzaron sobre las trincheras rusas. “Sabían que tenían que luchar por cada centímetro”, dice Rollo, nombre de guerra del comandante de 29 años del primer batallón de asalto de la brigada.
La batalla se estiró durante 12 horas agotadoras, pero para el atardecer, las tropas del grupo Wagner huían en desbandada, dejando cinco muertos en el lugar.
“Intentaron resistir. Respondieron. Algunos escaparon y otros murieron –dice Rollo–. Pero al final, los que estaban vivos salieron corriendo”.
Dos días más tarde, después de soportar el contraataque de la artillería rusa en la nueva posición tomada, los ucranianos avanzaron nuevamente, pasando por tierras de cultivo en tres columnas de tanques y transportes blindados. Cuando llegaron hasta el punto en que el enemigo podía oírlos, pasaron horas negociando con decenas de soldados rusos para instarlos a rendirse.
Algunos aceptaban, pero otros abrían fuego o corrían a ocultarse en un bosque cercano. A la tarde ya había decenas de rusos muertos. Otros cinco fueron tomados prisioneros, dice Rollo, y dos de ellos tuvieron que ser atendidos por médicos ucranianos. La mayoría de los soldados pertenecían a la 72ª Brigada de Fusileros Motorizados rusa.
“Estábamos bajando posiciones rusas y conectando nuestras áreas liberadas”, dice Slip, de 32 años, comandante del segundo batallón de asalto de la brigada. Tras la muerte de algunos soldados rusos, otros “se desmoralizaron y huyeron”, dice Slip. Ningún comandante ucraniano quiso revelar sus propias bajas.
Para el 9 de mayo –el mismo día que Prigozhin había prometido apoderarse de Bakhmut–, los ucranianos habían reconquistado más de un kilómetro y medio cuadrado de territorio al sur de la ciudad.
“Me da alegría saber que ese día el enemigo no pudo cantar victoria”, señala Rollo.
Señales
Los anuncios de operaciones exitosas en el campo de batalla se suceden, mientras el mundo espera señales de que Ucrania ha lanzado su tan anunciada contraofensiva, solo posible gracias a las armas donadas por sus aliados occidentales. Prigozhin, que cambió su confianza en la toma de Bakhmut por furiosas acusaciones de traición contra el Ministerio de Defensa ruso, aseguró que la contraofensiva “está en pleno desarrollo”. Prigozhin, que sostiene que no le entregan las municiones suficientes para completar la conquista de Bakhmut, invitó al ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, a visitar la ciudad y a comprobar por sí mismo “lo difícil de la situación”. En un momento incluso amenazó con retirar sus fuerzas.
Pero los analistas dicen que probablemente esté fingiendo, en parte para justificar el incumplimiento de su promesa. “Está actuando, y desde luego también está cuidando sus espaldas”, dice Andriy Zagorodnyuk, exministro de Defensa de Ucrania.
Syrsky, comandante de las fuerzas de infantería, dice que los soldados rusos que enfrentaron a la Tercera Brigada de Asalto “no pudieron resistir la arremetida de los defensores de Ucrania”.
El presidente Volodimir Zelensky indicó que Ucrania sigue preparando su contraataque –cuyos planes son secretos–, pero anteayer señaló que las tropas habían avanzado contra las fuerzas rusas en algunas partes del este. Este sábado, ambos ejércitos reportaron avances en la zona. Los analistas esperan que la operación se concentre en liberar áreas ocupadas del sur de Ucrania, aunque es posible que las fuerzas ucranianas lancen una campaña de distracción en Bakhmut, o incluso den un giro y envíen refuerzos sorpresa a la ciudad disputada.
Algunos altos funcionarios ucranianos tratan de bajar las expectativas que genera la contraofensiva y dicen que podría redundar en victorias menos significativas que los contraataques del año pasado, que les permitieron arrebatarles parte del territorio ocupado a las desprevenidas tropas rusas.
Siobhán O’Grady, Kamila Hrabchuk y Kostiantyn Khudov