Mientras sigue la incertidumbre generalizada por las candidaturas, el miércoles, antes de las 23.59, el oficialismo deberá inscribir su alianza electoral -para la categoría presidente y vice- mediante el sistema Lex 100 ante el juzgado de María Servini. Los partidos políticos que hasta hoy integran el Frente de Todos manifestarán su voluntad de volver a competir juntos, muy probablemente bajo un nombre nuevo, que todavía se está deliberando. Además, deberán presentar el acta constitutiva del frente con un reglamento que fije las bases y condiciones para quienes quieran inscribir las fórmulas presidenciales el sábado 24 de junio.
La letra chica de ese reglamento es lo que están terminando de negociar por estas horas los apoderados y representantes jurídicos del PJ, del kirchnerismo, del massismo y del sector más identificado con Alberto Fernández. Según fuentes al tanto de esas conversaciones, se fijarán normas internas para competir bajo la hipótesis de que habrá una PASO, aún cuando después el toma y daca de la política pueda derivar en una fórmula de unidad, como quiere Sergio Massa y una parte importante de los gobernadores.
La bronca, el gran candidato
“No hay voluntad de hacer triquiñuelas que lleven a la alianza a una disputa en la Justicia electoral”, aseguró a LA NACION uno de los negociadores del oficialismo que preferiría, al final del día, que todo este minué termine en una lista de unidad. En otras palabras, no habría intenciones de parte de los actores decisivos de apelar a formalidades que dejen afuera a Daniel Scioli, el candidato que por ahora viene reclamando una PASO para someter a las urnas a la relación de fuerzas actual en el oficialismo.
Sin embargo, sí hay aspectos del reglamento que podrían hacerle el camino más empinado al embajador en Brasil. Un punto muy controvertido es el de la representación de las minorías, es decir, el piso (al interior del frente) que se le fijará a la nómina que salga segunda en las PASO para que pueda integrarse a la lista definitiva de diputados nacionales en las generales. Según fuentes al tanto de la negociación, el sector más cercano al Presidente quiere fijar un piso del 20%, mientras que en La Cámpora pretendían fijarlo en el doble. Algunos creen que habría una salida salomónica.
Respecto a la integración, no se utilizaría el sistema D’Hondt, como alguna vez quiso Fernández. Una opción que se barajó este martes fue la de avanzar con un sistema de dos variables: si la lista que sale segunda obtiene hasta el 39% de los votos del frente, habría un tipo de integración por el sistema de mayorías y minorías que suele utilizar el PJ. En caso de que la lista perdedora consiga más del 40% de los votos de la alianza (más cerca de un empate) habría una distribución más beneficiosa para los derrotados en la PASO. La integración de nóminas, además, estará atravesada por la cuestión de paridad de género.
Todo puede cambiar, porque las negociaciones todavía estaban muy álgidas. Esta cuestión debe fijarse en la inscripción del frente de orden distrital para candidaturas de orden nacional (es decir, para la categoría de diputados y senadores nacionales). En el caso de la provincia de Buenos Aires, debe presentarse en el juzgado federal 1 de La Plata, a cargo de Alejo Ramos Padilla.
Los avales
La otra cuestión sensible pasará por los avales que deban presentar las fórmulas presidenciales. La ley electoral señala que “las precandidaturas a presidente y vicepresidente deberán estar avaladas por un número de afiliados no inferior al uno por mil del total de los inscritos en el padrón general, o al uno por ciento (1%) del padrón de afiliados de la agrupación política o de la suma de los padrones de los partidos que la integran, domiciliados en al menos cinco distritos distintos”. En el Frente de Todos se estima que cada precandidato a presidente deberá presentar unos 35.000 avales.
El quid de la cuestión radica en que el reglamento interno puede pedir, además, otros requisitos para los avales, vinculados a la afiliación partidaria. Cuando se inscribió el Frente de Todos en 2019, su reglamento fijaba, en el artículo 10º, que “los avales a las candidaturas nacionales deben integrarse hasta un 50 % por afiliados al PJ y los restantes deben ser al menos de un 20 % de afiliados a los restantes partidos que integran el frente”.
Según pudo saber LA NACION, uno de los borradores que circuló este martes al mediodía apuntaba a requerir un 50% de avales de afiliados al PJ, un 20% de avales de cualquiera de los partidos que son segundos en volumen en el frente y el 30% de avales restantes de cualquiera de los sellos oficialistas. Los partidos del segundo bloque serían el Frente Renovador, Nuevo Encuentro, el Partido de la Victoria, Kolina y el Frente Grande (de Mario Secco).
Si ese borrador fuera oficializado mañana, Scioli debería reunir aproximadamente 7000 avales del massismo y/o de los partidos de corte kirchnerista que integraron Unidad Ciudadana en 2017, que hoy están lejos del exgobernador.
Un referente de uno de esos partidos, no obstante, advirtió que no sería imposible para el exmotonauta pescar avales en su pecera de afiliados. “Ojo que mis bases le tienen más aversión a Sergio que a Daniel”, apuntó.
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Nada está cerrado aún. Quien tiene la lapicera para suscribir la alianza electoral es el gobernador de Formosa y presidente del Congreso del PJ, Gildo Insfrán, que estaba este martes en Buenos Aires con una ronda de reuniones para pulir la letra chica. De hecho, agendó un encuentro con Aníbal Fernández -designado “apoderado” de la candidatura de Scioli- y con Alberto Pérez, hombre clave del búnker sciolista. “Nos sobran los avales, no hay chance de que nos bajen”, se jactaban cerca del embajador en Brasil.
Las tratativas por estas horas son frenéticas, mientras se avanza con el papelerío formal. Muchos de los representantes jurídicos de los partidos iban y venían en las últimas horas por la autopista Buenos Aires-La Plata para estampar su firma en las alianzas. La sorpresa del miércoles, se espera, será el nombre del nuevo frente electoral panperonista. Una masa crítica de la dirigencia oficialista -entre ellos Cristina Kirchner- considera importante cambiar la carta de presentación, tras una experiencia de gobierno fallida, con una fractura interna que está a la luz del sol.