“La estancia La Argentina ayer recibió su certificado de defunción”, escribió en redes sociales un productor ovino de la Patagonia, en solidaridad con Cristian Halliday, propietario de ese establecimiento, ubicado en el paraje Le Marchand, en el departamento Güer Aike, provincia de Santa Cruz.
Es que la realidad que se vive en toda la Patagonia, desde Puerto Santa Cruz, hacia el lado sur, hasta Calafate es devastadora, donde la superpoblación de guanacos, animales que se reproducen sin control y casi sin depredadores, está haciendo estragos y ha dejado los campos pelados, sin pasturas y sin posibilidad de que haya ninguna producción agropecuaria, sobre todo la ovina.
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Para Halliday, la tristeza en su corazón es inmensa. Es cuarta generación de productores ovinos de la zona. En agosto de 1885, su bisabuelo escocés llegó a las Islas Malvinas como ovejero y luego cruzó al continente, donde hizo de la actividad su medio de vida. Trabajo que continuaron su abuelo, su padre, ahora él y su mujer Ida y, también sus hijos Henri y Sharon.
“Somos ovejeros de alma y lo llevamos en la sangre. Mis hijos también quieren continuar con esto porque fue lo que saben hacer de toda la vida. Con solo 18 y 15 aprendieron a esquilar, son los que recorren la manada, van a la manga y me dan una mano para trabajar”, relató el productor de 51 años a LA NACION.
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Describió que el problema con los guanacos tiene un arrastre de 10 años para atrás. “El tema desbordó y hoy no hay lugar ni para la oveja ni para el guanaco. No es solo mi caso, lo tienen todos los productores de la Patagonia. No hay más pasturas para nadie, donde sumando a la sequía, la superpoblación de guanacos dejó afuera a la actividad ovina”, remarcó.
Todo comenzó cuando en el 2004 se cedió al Estado nacional el dominio y jurisdicción del área de Monte León para crear un parque nacional, convirtiéndose en un área protegida federal situada sobre el litoral marítimo de la provincia.
“No estamos en contra de la fauna y el medio ambiente. Fuimos generaciones que siempre lo hemos respetado. Nunca buscamos extinguirlos y nos hemos mantenido en línea con la fauna de la zona. Pero las políticas de siempre no quieren habilitar la caza comercial y mantener en línea la población de los animales silvestres y esto sobrepasó la situación”, aseguró.
En apoyo a todos los productores ganaderos de la zona, la Federación de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz, entidad adherida a Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), realizó un comunicado para visibilizar la acuciante problemática que atraviesa la actividad ovina. Según describieron, el guanaco, una especie nativa de la región, ha experimentado “un aumento considerable de su población en los últimos años de aproximadamente tres millones”.
“La sobrepoblación de guanacos, que se alimentan de una variedad de plantas, incluyendo pastizales y arbustos, han llevado a una disminución significativa de los recursos alimenticios, restringiendo los disponibles para el ganado. Esta competencia por el agua y fundamentalmente por el alimento, ha afectado directamente a la producción ganadera de la región, comprometiendo su aporte a la economía local, dejando atrás una actividad generadora de trabajo, arraigo y soberanía en el territorio santacruceño. Es fundamental reconocer que su expansión y desmanejo, genera efectos perjudiciales en los pastizales, fuentes de agua y seguridad vial”, señalaron.
Con este escenario, plantearon que, numerosos países con distintas especies nativas o autóctonas en exceso a la capacidad sostenible de su territorio, como por ejemplo Australia con el canguro, que con tasas de extracción respaldadas por estudios científicos, “han posibilitado conservar la especie y permitir el desarrollo de su ganadería altamente reconocida mundialmente”.
En este contexto, Halliday detalló que el jueves pasado finalizó la quita anual de 1200 guanacos pero que no hizo mella a la superpoblación. “Esto es un desierto, imposible tener ninguna producción agropecuaria. Hace 20 años no había zorro colorado, ni pumas, ni guanacos. El problema es que nunca los funcionarios hicieron un manejo sostenible del guanaco dentro del parque. Además, desde que prohibieron las chulengueadas (atrapar las crías, faenarlas para luego vender su cuero), que lograban frenar en algo la superpoblación, esto se volvió inviable. Para tener pasto, debería poner alambre de dos metros en un perímetro de 80 kilómetros: totalmente antieconómico”, señaló.
Es por eso por lo que decidió poner fin a la actividad pecuaria en La Argentina, donde tenía 6000 ovejas cruza Merino con Corriedale para esquila y producía unos 30.000 kilos de lana, además de vender un jaula de corderos, uba ovejas viejas y otra de capones. Lamentablemente también tuvo que despedir a los dos puesteros que trabajaban en el lugar.
“Hace 10 años producía unos US$130.000 anuales, todo eso quedó muy atrás. Hoy estoy fundido y me da tristeza que El Zorro [otro establecimiento productivo] vaya por el mismo camino, donde antes tenía 5000 ovejas y ahora solo tengo 2000, lo que deja de ser productivo”, dijo con dolor.
“Obviamente no voy a abandonar porque lo llevó en la sangre. Pero sé que si esto no cambia, va a llegar el momento en que nuestras ovejas se mueran de hambre y yo pueda vivir de esto. Este problema deja sin empleo a mucha gente, sin producción, sin nada”, finalizó.