En poco más de una semana, un avión celeste ocupará el centro de la escena aeronáutica local. El tono crema del cielo, tal color del polémico gusto de helado que fue furor en los años 80, será el que domine en el fuselaje del avión oficial que el presidente Alberto Fernández espera ansioso.
“Ya está a punto de terminar de pintarse en Estados Unidos, puntualmente en el Aeropuerto Municipal de Salina, en Kansas. Sólo faltan detalles y, en principio, sobre fines de la semana próxima estará en condiciones de volar a la Argentina”, dijo una fuente al tanto de la operación.
Así, finalmente, y después de varios mandatarios que intentaron cambiar el viejo Tango-01, el Presidente tendrá transporte cómodo para sus últimos meses como Jefe de Estado, con dormitorio privado y todo el lujo de un jet ejecutivo.
Como se dijo, el color predominante del avión será el celeste, similar a un Lear Jet de la flota presidencial, y a los helicópteros que trasladan a Fernández a diario. “Mismo tono”, graficó un conocedor de los gustos pasteles del Fernández.
El nuevo integrante del parte aéreo es un Boeing 757-256, un modelo fabricado en 2000. Según el Gobierno, la aeronave estaba configurada como un avión comercial y en 2009 cambió su interior por equipamiento VIP.
Entonces, le colocaron cómodos asientos, una cama y baños de lujo. Tuvo una remodelación en 2012. Desde que se conoció la licitación, fue unánime la idea entre los conocedores del mundo aerocomercial, que el avión sería el que se compró. Tal era la certeza en el mercado sobre el favoritismo de ese Boeing que este cronista publicó una foto ni bien se abrió el concurso. Finalmente, fue el elegido por la Casa Rosada.
Hay otra novedad. Fernández, además de decidir pagar por el avión alrededor de 21,7 millones de dólares más el valor de mercado del Tango-01 que se queda el vendedor, tomó otra decisión. La nueva perla celeste no tendrá la matrícula Tango, como los todos aviones que conforman la flota presidencial.
El mandatario inaugurará una nueva serie y ya dispuso que este lleve pintada la identificación ARG-01 en vez del paradigmático T-01, que fue el nombre del anterior avión presidencial.
De hecho, en los registros de matrículas de Estados Unidos ya figura con la nueva denominación. La aeronave fue originariamente de la empresa Iberia y llevaba la identificación EC-HIP, que se inscribió el 24 de abril de 2000. Luego, el 28 de mayo de 2005, cambió de manos y el dueño, Funair Corporation, pasó a anotarla como N757AG, en Estados Unidos. El 13 de abril ya figura como cambiada la titularidad a favor del gobierno argentino y está identificada como ARG-01.
La compra, que se realizó a través de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), una agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creada para uniformar las reglas aeronáuticas globales, seguramente será revisada con lupa. Sucede que hay algunas empresas que intermediaron en la operación. Y en épocas de pagos al exterior con dólar oficial, las comisiones que puedan haberse facturado afuera son motivo de miradas puntuales necesarias para despejar sospechas.
Pese a que en su entorno le acercaron al Presidente algunos consejos para que espere un tiempo para subir al flamante bólido celeste, Alberto Fernández parece decidido a disfrutar de su adquisición. Le pidieron que demoren la entrega, pero el Presidente lo quiere ya. En principio, para el acto del 25 de mayo, cuando vaya a Tucumán. Además, piensa utilizarlo para ir a Brasil, a fines de mayo, a una reunión de la Unasur convocada por el presidente Lula Da Silva, en la que se dará el regreso de la Argentina, Chile y de Brasil al bloque de naciones que actualmente integran Bolivia, Guyana, Surinam y Venezuela.
Según pudo saber LA NACION, y más allá de la necesidad o no de que la Argentina cuente con un avión presidencial, no fueron pocos los que en el entorno de Fernández llamaron la atención respecto de la oportunidad de la compra. Sucede que, si se dejan de lado los deseos aéreos del mandatario, si permanece en Estados Unidos después de estar terminado y en condiciones de volar, empezará a tener costos de “parking”.
Respecto del avión, no hay coincidencia en la conveniencia o no de la elección. “Es un avión que en unos años, con 30 o 35 de antigüedad, y con esa configuración, va a tener cero valor en el mercado. Es invendible y habrá una situación muy parecida a la que se dio con el Tango-01, que compró Carlos Menen”, dijo una fuente.
Varios coinciden en que la tecnología y el gasto por hora de vuelo es altísimo. “Un Boeing 737, que era el más recomendado, gasta alrededor de 8000 dólares por hora en vez de US$14.000 que es el costo aproximado de este. Pero claro, en el mercado cuesta 50 millones de dólares, y no 21 más el Tango como fue el precio del que finalmente se adquirió”, dijo otra fuente. “Eso es verdad -agregó otra-. Pero tiene valor de reventa en unos años, por lo tanto, el costo de amortización es distinto”. Un especialista en aviación dijo que “hubiese sido preferible comprar alguna aeronave similar a las que tiene Aerolíneas Argentinas y las Fuerzas Armadas, como el Boeing 737 que hasta tiene simulador en el país”. Pero la debilidad de los compradores de la Argentina por hacerse de este avión y no de otro quedó clara desde el inicio mismo de la operación.
La matrícula y el viejo ícono menemista
Parece algo menor, pero la identificación de la aeronave como ARG-01 en reemplazo de Tango esconde algunos pliegues ideológicos. Hay quienes dicen en el sector que este cambio es para abandonar cualquier relación entre la aeronave y las Fuerzas Armadas, puntualmente, la Fuerza Aérea. En la Argentina, la denominación “T”, Tango, es una matrícula militar para identificar a los aviones de transporte. En este caso, para colocarlos al servicio del traslado del Presidente pero también de otros funcionarios. En la fuerza, además, se utiliza la “A” para las aeronaves de ataque y la “E” para los que son escuela.
“La ARG es una manera de sacarlos totalmente de la esfera de las Fuerzas Armadas. De esta forma, los maneja la Agrupación Aérea Presidencial y no la esfera militar. Todo queda en la Casa Rosada que los gestiona, los tripula y los mantiene”, dijo una fuente que participó de la compra de los aviones. Este cambio menor, pero trascendente, también se dio en los helicópteros, que dejaron de tener la denominación “H” para lucir también la nueva ARG.
De acuerdo con lo que cuentan en la Casa Rosada, todos los aviones de la flota presidencial tendrán reservados del 01 al 09, siempre con el AGR adelante, y los helicópteros, del 20 al 30. De esta manera ya no habrá dudas respecto del uso de pilotos civiles para el traslado del mandatario, una práctica que inició Néstor Kirchner cuando llegó a la presidencia.
Finalmente, el destino de uno de los íconos de los años 90, el famoso y obsoleto Tango-01. La compraventa de la nueva aeronave tenía como condición llevarse aquel Boeing. Sin embargo, en los hechos, el valor de mercado es tan bajo que la empresa lo llevará apenas por pocos más que los gastos que tiene trasladarlo. Por ahora, ya se ha pedido la baja de la matrícula local para poder disponerlo y sacarlo definitivamente de El Palomar. Nadie sabe a ciencia cierta si despegará o, por el contrario, si saldrá del país desarmado, como repuesto.
De cualquier forma, de una u otra manera, será el fin del avión más famoso de la historia argentina. Ahora llega el turno de otro, color crema del cielo y ya sin el Tango pintado en el fuselaje. Al fin, Alberto Fernández podrá viajar acostado, cómodo y con un baño privado a disposición, cosa de llegar fresco a la gira mundial de despedida que seguramente iniciará.