Los indicios son abrumadores: a Cecilia Strzyzowski la mataron la mañana del viernes 2 de junio en la casa de Emerenciano Sena y Marcela Acuña en la calle Santa María de Oro 1460, en Resistencia. Es el último lugar en el que se vio entrar a la joven de 28 años, acompañada de César Sena, su pareja e hijo del matrimonio de piqueteros aliados al gobernador Jorge Capitanich.
La última prueba que corrobora esa tesis se conoció este martes, al incorporarse en el expediente un examen de ADN sobre la sangre hallada en el suelo de una habitación de esa casa y en unos muebles que el fin de semana posterior a los hechos fueron donados a una familia que vive en el barrio que administraban los Sena. Las muestras coinciden con el perfil genético de Cecilia. Pero, ¿cuáles son las piezas que ya encajan en el rompecabezas y qué falta saber todavía del caso que conmociona a la sociedad chaqueña?
Los registros de las cámaras de seguridad
Cecilia entró a la casa de la calle Oro el viernes 2 a las 9:16, según grabó la cámara de seguridad de un vecino de enfrente. Entró con César Sena y adentro estaban dos colaboradoras de la familia, las hermanas Fabiana y Diana González. Se quedaron solos pasadas las 10. Sena entró y salió a media mañana. Sus padres llegaron pasadas las 12. Y el joven volvió a irse a las 13:01.
Los fiscales creen que el asesinato ocurrió en los 45 minutos en que los tres miembros de la familia estuvieron juntos en la casa. Más tarde, las cámaras registran la llegada de Gustavo Obregón, que confesó haber sido llamado por Acuña para comprobar si era un cadáver lo que había visto en una habitación de la casa (en la que ahora se comprobó que había sangre de Cecilia). También quedó grabada la salida de la camioneta de César Sena para descartar el cuerpo.
Los movimientos de los celulares
Las antenas de telefonía móvil registran que el celular de Cecilia estuvo en la zona de la casa de la familia Sena desde la mañana hasta el mediodía de aquel viernes 2. A partir de las 13:00 sigue los movimientos que hace César Sena: es decir, el novio de Cecilia llevaba el aparato con él.
La madre y la tía abuela de Cecilia recibieron mensajes desde el teléfono de la chica durante los tres días siguientes al crimen. El lunes 5, después de un tenso intercambio con los familiares, el teléfono deja de emitir señal. Lo mismo pasa con el de César Sena y con el de Marcela Acuña. El martes 6 madre e hijo quedaron grabados por una cámara de seguridad de un local de Musimundo cuando compraban un nuevo teléfono.
La confesión de Obregón
Este hombre que fue durante años chofer personal de César Sena confesó ante los fiscales que el viernes 2 Marcela Acuña lo llamó para que corroborara si era un cuerpo lo que había en su casa. Fue hasta el lugar y así pudo comprobarlo. Estaba cubierto por una frazada sobre una cama, en una habitación de la planta baja. Según contó, esa tarde acompañó a César Sena hasta la chanchería que tiene Emerenciano en las afueras de Resistencia y que allí quemaron el cuerpo en una fogata.
El martes 6, siempre según su relato, volvieron al lugar, cargaron las cenizas en bolsas plásticas y fueron a tirarlas al cercano río Tragadero. Esa tarde, además, quemaron en un descampado del barrio Emerenciano la valija con la que Cecilia había entrado a la casa. Sus dichos permitieron hallar restos de huesos triturados, que se están peritando en Córdoba, y las pertenencias que la familia de Cecilia pudo reconocer.
Obregón, esposo de Fabiana González, está con prisión preventiva acusado de encubrimiento agravado. Lo mismo que su esposa.
Los rasguños de César Sena
Al irse de su casa aquel viernes 2 a las 13:01 César Sena tenía unos rasguños muy marcados en el cuello y en uno de los brazos. Así quedó retratado en una foto que le hicieron durante un acto político del partido de sus padres al que asistió esa tarde en Colonia Elisa. Varios testigos ratificaron en la causa versiones contradictorias sobre cómo explicó las razones de semejante herida: a algunos les dijo que había sido en un enfrentamiento de artes marciales; a otros, que se había peleado con Cecilia.
La gran incógnita es desde cuándo tenía esas marcas. Marcela Acuña declaró en indagatoria que ella se las vio a las 11:30, cuando estuvo con él en el barrio Emerenciano. Si fuera así, la exculparía a ella: podría pensarse que el crimen ya había sido cometido cuando ella regresó a la casa. En cambio, Obregón declaró que no recordaba haberle visto los rasguños a Sena durante la mañana (también se lo cruzó en el barrio).
La prueba clave que falta
El principal peritaje pendiente es la prueba genética de los huesos que se hallaron en el río Tragadero a partir de la confesión de Obregón. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) de Córdoba -uno de los más destacados de Latinoamérica, con participación en casos resonantes- determinará el mapa genético de las muestras trasladadas desde Resistencia.
Los expertos ya han determinado que parte de esos huesos encontrados son de “una única persona adulta”. Queda por verse si podrán completar el análisis genético debido a la acción del fuego, primero, y del agua, después, sobre las muestras en estudio.
Las tres grandes incógnitasQuién la mató: los fiscales consideran que el asesinato ocurrió entre las 12.15 y las 13.01 del viernes 2 de junio, la ventana de tiempo en que Emerenciano Sena, Marcela Acuña y su hijo César estuvieron juntos en la casa de Santa María de Oro. Por eso acusan a los tres de ser coautores del crimen. Pero no hay pruebas contundentes que ratifiquen esa hipótesis. El principal indicio para sostenerlo es que Obregón no le vio a César las heridas en el cuello durante la mañana. Pero incluso si eso fuera así nada quita que el asesinato hubiera podido ocurrir entre las 11.45 y las 12.15, otro espacio temporal en el que el joven estuvo solo en la casa con Cecilia, antes de que regresaran sus padres. Marcela Acuña escribió desde su lugar de detención que el responsable fue su hijo. César hasta ahora se niega a declarar.Cómo fue el crimen: hasta ahora la investigación especulaba con la posibilidad de que Sena -con alguna participación de sus padres- la había asfixiado con una toma de artes marciales. La comprobación de que había rastros de sangre de Cecilia en la habitación, un colchón y una cama indica que al menos hubo al menos alguna agresión adicional capaz de provocar heridas cortantes.¿Hubo premeditación?: los fiscales intentan demostrar que hubo una planificación familiar para engañar a Cecilia. Ella creía que ese viernes se iba a ir de viaje con su novio a Ushuaia. Según le había contado a su entorno, Marcela Acuña les había conseguido un empleo estatal en Tierra del Fuego y se iban a preparar la mudanza. Sin embargo, no ningún indicio de que el viaje fuera algo real (ni pasajes ni reservas de alojamiento). Lo que no está probado es que Acuña o Emerenciano Sena hubieran participado de ese aparente engaño. Todos los testigos que mencionan el tema dicen que fue César Sena quien le contó a Cecilia lo del trabajo en el Sur. No está claro por qué si los padres querían montar el engaño de un viaje permitieron que su hijo les mandara mensajes a los familiares de Cecilia como si estuviera en Ushuaia mientras el joven participaba en actos políticos que eran difundidos en redes sociales por la organización piquetera que ellos conducían. Para condenar a los padres, los fiscales deben demostrar que planificaron el crimen o estuvieron en el momento del hecho. No pueden acusarlos de encubrimiento si el culpable es el hijo.Cuál es el móvil: se ha hablado de una “cuestión económica”, pero sin mayores precisiones. En la casa donde todo indica que ocurrió el crimen se hallaron más de 6 millones de pesos en efectivo. Y se habló también de arreglos por dinero para que Cecilia firmara los papeles del divorcio con César Sena, pero no hay pruebas o testimonios concretos que abonen esa hipótesis.