¿En qué escuela económica se inspiran Carlos Melconian y el importante equipo que lidera para diseñar e implementar la política económica que, si Patricia Bullrich es la próxima presidenta de la Nación, aplicará a partir del 10 de diciembre de 2023?
Desde este punto de vista, el contraste con Javier Gerardo Milei no podría ser mayor. Porque éste parecería que sólo se inspira en la escuela austríaca. Por lo cual tiene muy clara la distinción entre la mera información y la forma en la cual los seres humanos procesamos los datos para tomar las decisiones, pero incurre en errores técnicos cuando habla del Conicet y del cambio climático. Hacen bien los austríacos en enfatizar que las fallas del Estado existen, pero difícilmente el mercado genere suficientes bienes públicos, como el conocimiento, o elimine el deterioro climático.
Un ministro de Economía toma de la escuela clásica, la marxista, la neoclásica, la austríaca, la institucionalista, la de los socialistas no marxistas, la del comportamiento, etc., lo que le sirve para enfrentar problemas concretos. Sólo en la academia mal entendida uno se puede dar el lujo de afirmar que “todo está” en Adam Smith, Karl Marx o Friedrich Hayek.
Ejemplo: ¿se imagina al ministro de Economía del próximo gobierno buscando en La riqueza de las naciones, El capital o Camino de servidumbre, por dónde empezar la tarea que le espera a partir del 10 de diciembre próximo?
La relación entre la teoría económica y la política económica no es una a una. Si lo fuera, bastaría con meter todo lo que se sabe en una computadora, plantearle los objetivos, averiguar cuáles son los instrumentos y las dosis, y echarse a dormir.
Sirva esto como aclaración, pero vamos al meollo del momento actual. El desafío que enfrentará quien en el próximo gobierno se haga cargo de la conducción económica es tal que necesitará el concurso “de todos”. Por lo cual espero que el cruce de espadas típico de las campañas electorales no genere heridas incurables.
En la lógica de la gestión, los principios generales apenas son el comienzo; el grueso es el diagnóstico concreto y, sobre todo, las decisiones. No desperdiciemos las energías, que son siempre escasas, en entretenimientos conceptuales. No hago la apología de la ignorancia, ayudo a canalizar las energías en pos de algo muy importante: que la vida concreta de los argentinos pueda mejorar.