Brasil ofrece un espejo al que vale la pena tener muy en cuenta

Brasil siempre es un buen espejo en el que puede mirarse la Argentina, tanto como para ver lo bueno como para lo malo. En algunas situaciones, además, esa comparación es saludable realizarla en términos temporales. Los ecos del Congreso Maizar 2023 ayudan a pararse frente al espejo del socio mayor del Mercosur.

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En una de las exposiciones, Enori Barbieri, vicepresidente de Abramilho, entidad por cadena del cereal en Brasil, trazó un panorama sobre el cultivo, en el que ganar mercados, superar los problemas de competitividad interna, lograr un mayor grado de elaboración y sumar tecnología son los factores que, cuando confluyen, aseguran el crecimiento.

Aunque hoy Brasil sea visto como líder en la producción de maíz por llegar a una cosecha de 130 millones de toneladas, Barbieri señaló que tienen problemas de competitividad. El estado de Mato Grosso, donde se producen 46 millones de toneladas, está a 2000 kilómetros de puertos y tiene 300 kilómetros de caminos rurales sin asfaltar, recordó. Pero tienen en claro los desafíos. Recordó que Estados Unidos produce 12 toneladas por hectárea de maíz en promedio; la Argentina, 8 t/h , y Brasil 7 t/ha. “Los desafíos se resuelven”, dijo Barbieri.

“Estados Unidos produce 380 millones de toneladas y sabe a donde llegar”, y puso como ejemplo el caso del desarrollo que logró ese país con el etanol, al que destina unos 50 millones de toneladas y logra coproductos como la burlanda para alimentación animal.

El dirigente brasileño dijo que hoy Brasil necesita colocar los excedentes de maíz que produce. Para ello, destacó que es clave el desarrollo de los mercados, no solo para la colocación del cereal en grano sino en su transformación en carnes.

No existe mercado que no tenga dueño. Hay que enamorar, noviar, después casarse: el comercio es fruto de todo eso”, dijo. Citó el ejemplo de lo que hizo Brasil con Japón. Si bien hace 50 años que le vendía carne de pollo necesitó siete años de negociaciones para lograr exportar carne porcina al país oriental.

“Uno no se sienta en ninguna mesa negociadora si no se cumplen todos los protocolos de sanidad animal o, en agricultura, si no se controlan todas las plagas”, dijo el vicepresidente de Abramilho. Con ese criterio, Brasil fue por más y se propuso llegar a otros mercados como Irán o China. Aunque el gigante asiático es el segundo productor mundial del cereal, también es importador. Tras una negociación política, Brasil vendió este año, en cinco, meses diez millones de toneladas.

Barbieri elogió la competitividad argentina en el maíz, a la que la situó en el segundo lugar mundial detrás de Ucrania. Sin embargo, el dirigente dijo que “si un productor brasileño tuviera problemas parecidos a los del agro argentino (retenciones, cepo cambiario, prohibiciones, trabas burocráticas y demás cuestiones) ya estaría quebrado”.

En ese contexto, les dio un mensaje a los asistentes del Congreso Maizar 2023. “Ustedes perseveran, pero tienen que lograr que los políticos se comprometan y defiendan sus intereses”, señaló. Además, reconoció: “nos demoramos, pero aprendimos, los agricultores tenemos que estar unidos porque cada vez somos menos”.

Sobre el compromiso con la política, dejó una definición que despierta un debate poco abordado en la Argentina. Sostuvo que hay que “ayudar a la política; es a dos manos”, dijo, en clara referencia a que en Brasil el agro financia las campañas políticas.

Ese argumento roza lo absurdo en la Argentina, donde los distintos partidos políticos han acordado con sus más y sus menos financiar al Estado con la expropiación de los recursos del agro vía los derechos de exportación. En todo caso, quizás, para plantear un vínculo de ese tipo, primero se deberían restablecer condiciones competitivas similares a las que rigen en otros países.

Pero la referencia del vicepresidente de Abramilho no deja de ser coincidente con el momento político que vive el país, con una dirigencia enfocada en dirimir sus diferencias internas y no en resolver la crisis. Está claro que es un período específico del calendario electoral, pero esta sensación de realidad paralela que hoy predomina en la esfera pública respecto de la situación real de la producción no es descabellada. En todo caso, es un tiempo para que las entidades, instituciones y referentes del agro argentino apunten a presentar propuestas en forma común y no en solitario. No es sencillo, pero hay una oportunidad y hay ejemplos en otros países que vale la pena considerar.

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