Brasil ha confiscado 28,7 toneladas de aletas de tiburón listas para ser exportadas, probablemente a Asia, donde son consideradas un manjar exquisito. La agencia gubernamental de protección del medio ambiente, que ha realizado la aprehensión, sostiene que es la mayor realizada en el mundo. El Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) ha explicado, al dar a conocer este lunes la incautación, que reunir semejante cargamento de aletas implica la muerte de unos 11.000 ejemplares.
Las extremidades descubiertas en dos puntos de Brasil pertenecen a sendas especies: unas 4400 a tiburones azules y otras 5600 a marrajos (que justo el mes pasado Brasil incluyó entre las especies en peligro de extinción).
El Ibama destaca en su comunicado que “estas aprehensiones representan la mayor [operación de este tipo] en el mundo, especialmente, considerado que la confiscación se hizo en el origen, en el lugar donde fueron capturados los tiburones”.
Prácticamente, todas las aletas fueron localizadas en una nave de una empresa exportadora ubicada en el Estado sureño de Santa Catarina, una compañía sobre la que las autoridades no ha ofrecido más detalles. Y una tonelada fue aprehendida en el aeropuerto internacional de São Paulo.
Brasil tiene unos 9.000 kilómetros de costa y la fiscalización medioambiental, que ya es débil en la selva amazónica, es prácticamente nula en las aguas territoriales del mayor país de América Latina.
Pescar tiburones es ilegal en Brasil, pero Ibama ha explicado que los furtivos utilizaron como tapadera permisos para capturar otras especies marinas. Cada año millones de escualos son pescados con el único fin de obtener sus aletas para exportarlas a China y otros países asiáticos.
El cocinero Luis Andoni Aduriz escribía hace un par de años en este diario (El País) que la codicia por la sopa de aleta de tiburón ha colocado a una cuarta parte de los escualos del planeta en peligro de desaparecer. Y destacaba que 145 países todavía vendían el controvertido manjar.
La ONG Sea Shepard, que apremia al Europarlamento a prohibir definitivamente el comercio de aleta de tiburón, sostiene que la Unión Europea exporta unas 3400 toneladas anuales. Su filial en Brasil ha reclamado al Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva que prohíba la compraventa de las aletas y la importación de carne de escualo como medida imprescindible para proteger a estas especies tan amenazadas.
Solo hace unos días uno de los mayores diarios de Brasil abría su primera página con el mar ensangrentado por la caza de ballenas en las islas Feroe, en Dinamarca.