Esta tarde el ministro de Economía, Sergio Massa, anunciará un acuerdo al que se llegó con los bancos por el cual habrá un aumento del 30% en los montos de compras en cuotas con tarjetas de crédito y del 25% para las operaciones de pago en una sola cuota.
La actualización está por debajo del acumulado de inflación para el año (32%), pero sería agradecida por muchos usuarios que, a la hora de comprar, se encuentran con que sus límites están muy desactualizados respecto de la marcha de los precios.
¿Por qué sucede esto? Según Nicolás Rombiola, socio fundador de la fintech iKiwi, el problema es que la calificación crediticia de cada persona -y en consecuencia su límite en la tarjeta- no se actualiza de forma tan automática.
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“Cuando una persona quiere hacer una compra grande, puede que se lleve la sorpresa de que su tarjeta no tiene límite disponible. Ahí es cuando el usuario recurre al banco y se entera de que tranquilamente podrían subirle el límite en un determinado porcentaje. Por eso, el detonante de una consulta por el límite puede hacer que el usuario se entere de que era bastante simple mejorarlo”, afirmó.
Guillermo Barbero, socio de First Capital Group, puntualizó que el límite de crédito se establece en función de la capacidad de pago que demuestra el deudor: es decir, en función de sus ingresos comprobables (a través de facturación, recibos de sueldo, acreditaciones en cuenta, etc.) o estimados (en función de algunos de sus gastos, nivel de vida, cumplimiento de sus obligaciones, etc.). También se toman en cuenta los compromisos que ha asumido con otros acreedores (consultando la central de deudores del Banco Central) y la voluntad de pago que ha demostrado en el pasado (bases de datos que reúnen historial de la situación del deudor).
“Para estos cálculos se recurre a la estadística que, en base a la historia, permite determinar el riesgo de que un deudor entre en mora en el futuro. También intervienen en la determinación de los límites de riesgo los analistas macroeconómicos de cada entidad financiera, que estudian cuál será la situación general del ingreso de la población y de la economía en general a futuro, y tratan de anticipar posibles dificultades de pago de los deudores ante eventos negativos que pudieran ocurrir”, agregó.
Más allá de esto, Barbero dijo que la capacidad de pago se ve afectada por dos aspectos. “Por un lado, la inflación que va horadando el poder de compra de la gente que cada vez tiene que dirigir una mayor cantidad de sus ingresos a comprar artículos de primera necesidad y, por otra parte, el alza de las tasas de interés que hace que a futuro le tenga que destinar cada vez un monto más grande de ese ingreso futuro al pago de los intereses. Entonces eso también hace que se restrinja la posibilidad de aumentar los límites de crédito desde una base técnica”, cerró.
Por sí o por no
Ante la consulta del cliente, entonces la entidad puede decidir aumentar el límite fácilmente o, por lo contrario, pedir comprobantes de ingresos -recibos de sueldo o declaraciones juradas- para actualizar el perfil y recalcularlo.
“También es importante saber que la categoría de tarjeta que tengamos tiene un tope máximo. Es decir, el límite máximo de una tarjeta Gold nunca debería poder alcanzar el límite base de una tarjeta Black. Por eso es que también hay que ser conscientes de que un upgrade en nuestro límite puede conllevar un costo mayor al cambiar de segmento. En definitiva, como consejo, nunca está de más preguntar con periodicidad la posibilidad de mejorar el límite, siempre que esto no genere un costo mayor. Tener un límite mayor no sería perjudicial en absoluto para el perfil crediticio de la persona, dado que solo tiene impacto la utilización de ese límite y el comportamiento de pago”, concluyó Rombiola.