Un experto explicó que para mejorar la eficacia y eficiencia agrícola es clave tomar decisiones basadas en el monitoreo del estado de los procesos del agroecosistema que sostienen la productividad. El especialista en modelos agronómicos y ecofisiología de cultivos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Jorge Mercau, mencionó que frente a un fenómeno climático tal como el Niño, si bien las estimaciones plantean lluvias por encima de lo normal, no suele suceder en todas las regiones por igual. De ahí que la agricultura adaptativa pase a ser una estrategia clave recomendada.
“Sin esos aviones se termina la empresa”: el Gobierno no la deja pagar a Estados Unidos y sufrió un embargo
Por eso, mencionó que la integración de los componentes de la oferta de agua, lluvias en el ciclo y estado de almacenes, con el conocimiento y desarrollo de alternativas de manejo agronómico de los cultivos, es parte de las bases de una estrategia adaptativa que permite una intensificación sostenible de la agricultura en la Argentina. “La adaptación de la estrategia agrícola a la variabilidad de la oferta de agua permite aumentar la productividad de la agricultura”, indicó. Así surge la necesidad de ajustar la transpiración de los cultivos para evitar riesgos de déficit hídrico en etapas críticas de la demanda planeada, o bien evitar los excesos cuando la oferta supera la demanda planeada.
“La oferta de agua para un cultivo es la suma de la que llueve durante su ciclo y la que puede acceder en los almacenes de lluvias previas en el momento de la siembra, en los dos primeros metros del suelo y en la napa freática hasta cuatro metros de profundidad”, indicó.
Mercau señaló, además, que como consecuencia del déficit hídrico de la campaña pasada y las relativas bajas lluvias de este otoño, la carga del almacén de agua disponible en hasta dos metros de suelo sería baja en una amplia zona del área agrícola pampeana, y solo habría buena recarga hacia el este de la región, donde hubo buenas lluvias otoño-invernales.
“Luego de tres eventos climáticos de La Niña, las napas freáticas bajaron. En las zonas donde suele estar cerca se encuentran lotes que, con napas entre 3 y 4 metros, tienen el segundo del perfil más húmedo que otras zonas sin napa”, detalló.
Dada la variabilidad que genera la cercanía a napa, las lluvias otoño-invernales y el remanente de distintos antecesores, es importante “ir lote a lote a medir el estado de los almacenes de agua, la recarga de los primeros dos metros del perfil, y esa estimación se puede hacer al tacto de un práctico, con aceptable precisión”.
“Hacia el este de la región central de la Argentina se registran perfiles cargados y una mayor probabilidad de tener una campaña húmeda, por lo que sería de esperar siembras tempranas de maíz y siembras de soja con ritmo acelerado, desde mediados de octubre, siempre dependiendo de la calidad del lote y tipo de suelos”, destacó. En este punto, remarcó que “el tipo de suelo determina la estrategia agrícola a seguir”.
Destacó, además, que en el este pampeano son recomendables las siembras tempranas de maíz, con un eventual ajuste hacia densidades menores donde los almacenes de agua no sean tan buenos y, eventualmente, maíz tardío donde la recarga es pobre o, en lotes de peor calidad de suelo. Así también mencionó que la siembra de soja podría ser rápida sobre buenas recargas y más lenta cuando la recarga es peor y en suelos más pesados.
“Hacia el oeste de Buenos Aires y Santa Fe, y las provincias de Córdoba, parte de San Luis y norte de La Pampa -que tendrían flacos sus almacenes y una expectativa normal de lluvias- parece razonable que predominen planteos de maíz tardío. Puede haber situaciones de buena recarga y suelos donde capitalizar las ventajas de las siembras tempranas”, precisó.
Entre finales de octubre y mediados de noviembre se esperan siembras más distribuidas para el cultivo de la soja, con estrategias más convenientes. Sin embargo, explicó que este año hay muchas zonas de napa cercana, en general, más profundas.