El “ojo clínico” de Alejandro Catterberg, analista político. director de Poliarquía Consultores y con varios test electorales sobre sus espaldas, percibe que este año el humor social quedará reflejado en las urnas. Ante una crisis que posiblemente lleve al peronismo a un “fracaso histórico” y ponga en jaque el triunfo que Juntos por el Cambio creía tener asegurado hace un año, ratifica la irrupción de la propuesta rupturista de Javier Milei. Y pronostica que el descontento se expresará en las PASO del 11 de agosto y las elecciones generales del 22 de octubre.
“Es un proceso electoral particular. La primera singularidad es el humor social y casi con seguridad eso va a tener una manifestación en las urnas. Estamos frente al estado de opinión pública más crítico desde 2001, en un contexto signado por el descreimiento, la desconfianza y el enojo de un amplio sector de la sociedad frente a la clase política”, evaluó, al transmitir su mirada en una entrevista con LA NACION.
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-¿Cómo se va a manifestar ese descontento?
-Se dará, principalmente, a través de la figura de Javier Mile. Y, si no fuera así, se reflejará de alguna manera. Lo tenemos que comparar con la elección legislativa de 2001. Muchos indicadores están hoy en los mismos niveles que en junio de ese año, cuando el país arrastraba cuatro años de recesión, alto desempleo, una crisis política que había llevado a la renuncia del vicepresidente y una fuerte desilusión. Fue la primera vez desde la recuperación de la democracia que votó menos del 80% y el 25% eligió el voto en blanco o impugnado.
-¿Hoy el escenario es similar?
-La diferencia es que este año la elección es presidencial y, en vez del voto en blanco, mucha gente dice que va a votar a Milei.
-¿El voto bronca en 2001 se canalizó hacia la oposición?
-No necesariamente. Ganó el peronismo, pero no mejoró su caudal electoral. La característica más saliente fue el voto blanco o anulado. Hoy, 22 años después, tenemos un clima social parecido. La oposición institucional no se beneficia de ese contexto. Hoy no pareciera que Juntos por el Cambio, encerrado en un internismo, vaya a aumentar su caudal de votos. Y el peronismo se encamina hacia una derrota histórica. Todo eso alimenta un emergente nuevo, que es Milei.
-¿Esa desconfianza es general y uniforme en todo el país?
-Sí, es general. No hay que analizar las elecciones provinciales y municipales con lógica nacional. Esos resultados corresponden a lógicas locales. Así y todo, en la mayoría de las provincias los gobernadores tienen menos votos y sube el ausentismo y el voto en blanco. La figura de Milei tiene fuerza a nivel nacional. Incluso, en el interior.
-¿Dónde se concentra más el enojo?
-La variable que explica más lo que pasa tiene que ver con la edad. Es un cambio de paradigma. Siempre se analizó el comportamiento de los votantes a partir del nivel socioeconómico. Históricamente los sectores bajos votaban al peronismo y los sectores medios elegían opciones no peronistas. Hoy los chicos ricos votan mayoritariamente a Milei y los chicos pobres votan mayoritariamente a Milei. Hay una cuestión generacional muy interesante y habrá que ver si se refleja en las urnas.
-¿Es un fenómeno que se registra también en otros países?
-Parte del apoyo a Milei no debe ser solo una cuestión propia de las circunstancias argentinas, donde la pobreza está fuertemente concentrada en la gente joven. En los mayores de 60 años la pobreza asciende al 20% y en los menores de 25 años, supera el 50 por ciento. Los jóvenes no tienen oportunidades, no ven crecimiento económico desde hace diez años, ven pocas perspectivas y posibilidades y a ello se suma el trabajo informal y la inflación. Van en busca de liderazgos nuevos, le sacan la ficha al perfil del político tradicional, al que ven como falso, se informan por canales nuevos.
El peronismo podría sufrir un fracaso histórico
Alejandro Catterberg
-¿Qué niveles de adhesión se dan hoy?
-Las probabilidades del Gobierno de ganar son muy bajas. La propia Cristina Kirchner lo reconoce. Las cosas están peor que en 2021, cuando perdieron las elecciones legislativas. La principal fuerza opositora debería tener altas chances de ganar y ese era el escenario que veían los dirigentes de Juntos por el Cambio. Pero esa perspectiva de que la elección ya estaba ganada es una subestimación de la realidad. El Gobierno tuvo una circunstancia que lo debilitó: la sequía. Otra subestimación de Juntos por el Cambio fue Milei. Ese diagnóstico tal vez equivocado y la dinámica de la transición de liderazgos en Juntos por el Cambio los llevó a un internismo que termina siendo dañino.
-¿Las perspectivas cambiaron en un año?
-Hoy es difícil prever que Juntos por el Cambio gane en primera vuelta, cuando hace un año era un escenario plausible. También es difícil que alcance la mayoría en la Cámara de Diputados o sume más legisladores, cuando hace un año se lo podía prever. Puede ser que este proceso de internismo, de pérdida de identidad y de vinculación con la sociedad no le cuesten la elección presidencial, pero le puede terminar costando ganar varias provincias y ciudades.
-¿Qué desafíos enfrentará el que resulte ganador?
-El próximo presidente va a necesitar mucho poder político para encarar un proceso de reforma sostenida y para bancarse los costos y las consecuencias del proceso de reformas. No es lo mismo tener mayorías legislativas que tener que negociar acuerdos con otros sectores políticos.
-¿La profundidad de la crisis va a exigir un presidente con poder, pero al mismo tiempo en un escenario muy fragmentado?
-Lo que está en juego es la reconstrucción del poder político. Hace ya una década no hay capacidad para imponer una agenda, ni condiciones para generar acuerdos. Hay poco poder para conducir y encaminar al país hacia una dirección y muchos actores con capacidad de bloqueo.
-¿Cuál es la salida?
-La sociedad no va a mejorar su humor social hasta que no mejore la economía. Y la economía no va a empezar a mejorar hasta que no haya una reconfiguración del sistema político y una consolidación del poder suficiente para encarar un proceso de reformas.
-La competitividad electoral de Juntos por el Cambio varían si el candidato es Horacio Rodríguez Larreta o es Patricia Bullrich?
-Hoy esa diferencia es un matiz frente a un escenario en el que no está definido si gana Juntos por el Cambio o si gana Milei. El país se encamina hacia un escenario de ballotage, en el que no está claro cuáles son las dos fuerzas que ingresarán. En un ballottage entre Larreta o Bullrich con Milei, el factor decisivo será cómo se comportará el 30% de la sociedad que haya votando al kirchnerismo duro y a la izquierda. Si Juntos por el Cambio logra consolidar la suma de las partes tiene un camino más abierto. La complicación de su internismo, el desdibujamiento de su mensaje y la pérdida de identidad van llevando a que no esté garantizada la suma de las partes para después de las primarias.
-¿Qué influencia mantiene Mauricio Macri?
-Mucha. Es fundamental. Las dos principales figuras en la Argentina siguen siendo Cristina Kirchner y Mauricio Macri. Los dos sufren un proceso de desgaste que no les permite ser candidatos a presidente. No tienen posibilidades de ganar la elección. Esa debilidad relativa en la población general convive con una fortaleza en el interior de las coaliciones.
-¿Qué impacto tendrá la crisis en el Frente de Todos?
-Es altamente probable que el Frente de Todos pierda la elección. Lo que no está claro es cómo podría perder. Puede perder por goleada o llegar al alargue y perder por penales. No es lo mismo sacer un tercio de los votos, llegar al ballotage, ganar la provincia de Buenos Aires y retener un buen número de diputados y senadores, que sufrir una derrota histórica, reunir menos del 30%, quedase con menos de 100 diputados y perder varias provincias. Antes de la sequía parecía más cerca el primer escenario (penales y alargue) y después de la sequía se parece más al segundo escenario.
-¿Puede revitalizar al peronismo una posible interna entre un candidato del kirchnerismo y Daniel Scioli?
-No. Una vez que Alberto Fernández renunció a su postulación, la interna se definió. Podría haber cambiado las cosas si mantenía su intento de buscar la reelección. Otro factor disruptivo sería si el acuerdo electoral del Frente de Todos generara la salida de Sergio Massa como ministro de Economía. Este segundo escenario, aunque todavía es posible, va perdiendo consistencia. El kirchnerismo puede obviar sentarse a negociar con Alberto Fernández, pero no puede obviar sentarse a negociar con Massa. Intuyo que el viaje de Massa y Máximo Kirchner a China tiene mucho de armado electoral.
-¿La figura de Milei puede seguir en ascenso?
-El apoyo a Milei está sustentado sobre el clima de época que vivimos. Milei no es la causa, es la consecuencia. Está en el lugar correcto, en el momento correcto para sus intereses.
-¿Cómo se reorganizará el peronismo si la elección resulta un fracaso y no llega al ballotage?
-Cristina Kirchner sigue manteniendo entre el 25% y el 30% de apoyo en la sociedad. Ella y el kirchnerismo tienen una identidad, un mensaje, una retórica, un relato Incluso en el escenario de una derrota muy fuerte, no minimizaría la relevancia que el espacio pueda seguir teniendo en la vida política argentina. No me atrevería a decir la frase “es el fin del kirchnerismo”.