LA PLATA.- El presidente Alberto Fernández entendió que en el Gran Buenos Aires ya no tenía margen para competir por la reelección. El jueves se escuchó un mensaje lapidario en Ensenada, entre los pocos funcionarios que fueron a recibirlo: “Esto o lo arregla Cristina o no lo arregla nadie”.
La frase se escuchó en un cónclave privado entre los intendentes Mario Secco (Ensenada) y Fabián Cagliardi (Berisso) con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, pocas horas antes de que Fernández anuncie su decisión.
La falta de apoyo a la aventura frustrada del Presidente tuvo su correlato en los hechos: Fernández se vio cada vez más solo en sus incursiones en este territorio.
En los últimos actos convocados en el Gran Buenos Aires movilizaron poco los sindicatos históricos que apoyaron al peronismo. Tampoco hubo enormes columnas de intendentes o dirigentes populares.
Apenas un puñado de gremialistas afines u organizaciones populares se acercaron a recibirlo. Demasiado pocos intendentes. Y cada vez fue más espaciada la foto con el gobernador, Axel Kicillof.
Con pocos aplausos, escasos vitoreos, y cada vez menos convocatoria de público espontáneo, el termómetro de la calle en el principal bastión peronista le marco ayer que una aventura en las PASO estaba destinada a concluir con sabor amargo.
Fernández llegó ayer a Ensenada en su helicóptero Pampa y acaso tuvo oportunidad de ver desde el aire la pequeña movilización dispuesta para un acto de magnitud como el Canal de Magdalena.
Para el acto de apertura de una licitación millonaria que dinamizará y reconectará el tráfico marítimo y fluvial de todo el país no logró convocar a más que tres intendentes: los locales Secco y Cagliardi más el de Navarro, Facundo Diz.
Demasiado austero si se compara con más de una docena de intendentes que asistió al último operativo clamor por Cristina Kirchner en este distrito. Entonces hubo columnas inmensas movilizadas durante todo el día, a lo largo de varias cuadras circundantes al espacio donde se presentó la vicepresidenta.
Tampoco movilizaron ayer para apoyar al Presidente enormes columnas de gremios históricos, como Sindicato Unido de Petroleros e Hidrocarburiferos, la Unión de Obreros de la Construcción o el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de la provincia de Buenos Aires. Los pocos gremialistas que sí movilizaron como la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) se mantuvieron lejos del Presidente, ajenos a todo contacto.
“No sabíamos que Alberto se iba a bajar de su candidatura. Ayer no se manejaba eso”, dijo Oscar de Isasi, uno de los pocos sindicalistas que ayer movilizó hacia el acto en Ensenada.
ATE apenas vitoreó al mandatario nacional junto a las columnas convocadas por el Sindicato de Trabajadores Portuarios, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), Movimiento Patria Grande, Agrupación Claudia Falcone, Barrios de Pie, La Bancaria y Movimiento Octubres, quienes sí dieron el presente.
Lo cierto es que ya en sus dos previas visitas a este mismo distrito en enero el público convocado había sido tan poco que no dejaba demasiado margen para soñar con la reelección en el municipio que es considerado cuna del peronismo. Uno de los pocos distritos de la tercera sección electoral donde más votos suele sacar el Frente de Todos.
La escasa convocatoria lograda en la inauguración del Parque costero de Punta Lara y en las obras de la central térmica le marcaron a Fernández con hechos un límite insondeable. El tercer cordón electoral responde mayoritariamente a Cristina Fernández de Kirchner. Advertido, el Presidente llamó ayer a la unidad del frente gobernante, pero evitó mencionar explícitamente a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La jefa, como la llaman en el territorio, marcó el terreno sin estar presente. En las reuniones paralelas de intendentes, sindicalistas y militantes antes de recibir al Presidente solo se habló de una alternativa: luche y vuelve. El denominado “operatico clamor”.