Aceleran la búsqueda de sobrevivientes y aumentan las críticas al rey por eludir la ayuda extranjera

AMIZMIZ.- Una réplica de magnitud 3,9 sobresaltó a los marroquíes el domingo tras el terremoto más fuerte del país en más de un siglo, mientras soldados y equipos de rescate llevaban agua y suministros a poblados de montaña en ruinas y aceleraban los trabajos de búsqueda para encontrar supervivientes entre los escombros, donde más de 2100 personas murieron, una cifra que se esperaba siguiera subiendo.

“Las autoridades públicas están todavía movilizadas para acelerar las operaciones de rescate y evacuación de los heridos”, indicó el Ministerio del Interior.

La ONU estimó que más de 300.000 personas se vieron afectadas por el sismo del viernes en la noche de magnitud 6,8 y algunos marroquíes se quejaban en redes sociales de que el gobierno no permitía más ayuda internacional. Había equipos internacionales preparados para desplegarse, pero seguían esperando a que el gobierno solicitara su asistencia.

“Sabemos que hay una gran urgencia para salvar a gente y buscar bajo los restos de los edificios”, dijo Arnaud Fraisse, director de Rescatistas Sin Fronteras, que tenía un equipo bloqueado en el aeropuerto de París el domingo a espera de recibir permiso de Marruecos para entrar en el país. “Hay gente muriendo bajo los escombros y no podemos hacer nada para salvarla”.

Han llegado ofertas de ayuda de todo el mundo y Naciones Unidas afirmó tener un equipo en Marruecos que se coordinaba con las autoridades locales para determinar cómo podían prestar apoyo.

Unos 100 equipos, con un total de 3500 rescatistas de todo el mundo, se habían registrado en una plataforma de la ONU y estaban listas para desplegarse en Marruecos, a la espera de recibir luz verde de las autoridades marroquíes, según Rescatistas Sin Fronteras. Alemania tenía un equipo de más de 50 rescatistas esperando cerca del aeropuerto de Colonia-Bonn, pero los envió a casa, informó la agencia de noticias DPA.

Reino Unido, Qatar y Emiratos Árabes Unidos sumaron este domingo sus esfuerzos para ayudar a encontrar supervivientes enviando equipos de emergencias, en especial para lograr entrar a las zonas más inaccesibles de la cordillera del Atlas.

Por su parte, el ejército español dijo que había enviado a Marrakech un avión de la Fuerza Aérea con un equipo de búsqueda y rescate urbano con 56 soldados y cuatro perros para ayudar. El ministro español de Exteriores, José Manuel Albares, dijo en una entrevista de radio que el despliegue respondía a una petición bilateral de ayuda de las autoridades marroquíes. Había otro equipo de rescate en camino desde Niza, Francia.

En Francia, donde viven muchas personas con lazos con Marruecos, localidades pequeñas y grandes ofrecieron más de 2 millones de euros (2,1 millones de dólares) en ayuda y artistas populares recaudaban donaciones. El rey de Marruecos ordenó que se abrieran cuentas bancarias especiales para recibir aportaciones para ayudar a los necesitados.

No obstante, Francia asegura que Marruecos aún no ha solicitado ayuda internacional tras el terremoto: “Marruecos no ha presentado ninguna solicitud de ayuda internacional por el momento”, manifestó este domingo la vocera del Ministerio de Exteriores francesa, Anne-Claire Legendre, en declaraciones a la cadena de televisión BFM TV.

El presidente de Turquía, que perdió decenas de miles de personas en un fuerte sismo a principios de este año, estuvo entre los que propusieron ayuda.

La ayuda tardaba en llegar a Amizmiz, donde desapareció una gran parte de la ciudad de casas de ladrillo de arenisca naranja y roja excavadas en la ladera de una montaña.

“Es una catástrofe”, lamentó el aldeano Salah Ancheu, de 28 años. “No sabemos cuál es el futuro. La ayuda es insuficiente”.

Los residentes barrieron los escombros de la ruta principal sin pavimentar hacia la ciudad y la gente vitoreó cuando llegaron camiones llenos de soldados. Pero pidieron más ayuda.

No hay ambulancias, no hay policía, al menos por ahora”, dijo Ancheu.

Los que se quedaron sin hogar o tenían miedo de las réplicas durmieron a la intemperie el sábado en las calles de la antigua ciudad de Marrakech o bajo carpas improvisadas en poblaciones de las montañas del Atlas como Moulay Brahim, una de las más afectadas. Los mayores destrozos se produjeron en pequeñas comunidades rurales difíciles de alcanzar para los rescatistas debido al terreno escarpado.

Esas mismas zonas se vieron remecidas de nuevo el domingo por un temblor de magnitud 3,9, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. En un primer momento no estaba claro si el temblor había causado más daños o bajas, aunque probablemente había sido lo bastante fuerte para tensar los nervios en zonas donde el terremoto dejó edificios inestables y la gente hablaba de su temor a las réplicas.

El temblor del viernes derribó edificios en pueblos y ciudades de montaña que no estaban construidos para resistir un sismo tan poderoso. Se había confirmado la muerte de unas 2122 personas y al menos 2421 heridos, de los que 1404 estaban críticos, reportó el Ministerio del Interior.

Luto nacional

El epicentro del temblor del viernes -el más fuerte en el país norteafricano en 120 años- estuvo cerca de la localidad de Ighil en Al Haouz, unos 70 kilómetros al sur de Marrakech. Al Haouz es conocido por sus valles y poblados pintorescos en la cordillera del Alto Atlas. Fue allí donde se registraron la mayoría de los fallecimientos – unos 1351-. El domingo, muchos residentes acudieron a los hospitales de esta ciudad para donar sangre para las víctimas.

“Sentimos un fuerte temblor como si fuera el fin del mundo”, señaló Ayoub Toudite, residente en Moulay Brahim. “Diez segundos, y todo se había venido abajo”.

Las banderas ondeaban a media asta en todo Marruecos después de que el rey, Mohammed VI, ordenó tres días de luto nacional a partir del domingo. El ejército movilizó equipos especializados de búsqueda y rescate y el monarca ordenó que se proporcionara agua, raciones de comida y cobijo a los que habían perdido sus hogares.

El rey pidió que las mezquitas de todo el reino celebraran oraciones el domingo por las víctimas, muchas de las cuales fueron enterradas el sábado mientras continuaba la frenética labor de rescate.

Unos 45 kilómetros al nordeste del epicentro, muros caídos dejaban al descubierto el interior de casas dañadas y montones de restos bloqueaban los callejones. La gente en Moulay Brahim, una población rural de menos de 3000 personas, vivía en casas hechas de ladrillos y bloques de concreto. Muchas de las casas no eran seguras o ya no estaban en pie.

La devastación era patente en todas las poblaciones en las empinadas y serpenteantes laderas del Alto Atlas. Se veían casas derruidas y gente llorando, mientras chicos y policías con cascos trasladaban los cadáveres.

“Estaba durmiendo cuando golpeó el sismo. No podía escapar porque me cayó el tejado encima. Estaba atrapada. Me salvaron mis vecinos, que retiraron los escombros con las manos desnudas”, dijo Fatna Bechar, en Moulay Brahim. “Ahora vivo con ellos en su casa porque la mía quedó totalmente destruida”.

Hubo poco tiempo para el duelo mientras los sobrevivientes intentaban rescatar algo de las casas dañadas.

El rostro de Khadija Fairouje estaba hinchado por el llanto mientras se unía a familiares y vecinos que arrastraban sus pertenencias por calles llenas de piedras. Hace menos de dos días perdió a su hija y a sus tres nietos de entre 4 y 11 años cuando su casa se derrumbó mientras dormían.

“No queda nada. Todo se cayó”, dijo su hermana, Hafida Fairouje.

Rescatistas respaldados por soldados y policías buscaban víctimas en casas derrumbadas en la remota ciudad de Adassil, cerca del epicentro. Vehículos militares llegaron con excavadoras y otros equipos para limpiar los caminos de rocas que se desprendían de las laderas de las montañas, informó la agencia estatal de noticias MAP. Las ambulancias trasladaron a decenas de heridos desde la aldea de Tikht, de 800 habitantes, al hospital universitario Mohammed VI de Marrakech.

En Marrakech, donde las autoridades estaban evaluando los daños, faltaban grandes pedazos de un techo almenado, y metal deformado, hormigón desmoronado y polvo era todo lo que quedaba de un edificio acordonado con cinta policial.

Turistas y residentes hicieron fila para donar sangre que se necesitaba desesperadamente. Jalila Guerina dijo que corrió a ayudar porque sintió la necesidad como ciudadana marroquí.

“Ni siquiera lo pensé dos veces”, dijo, “especialmente en las condiciones en las que la gente está muriendo, especialmente en este momento en el que necesitan ayuda, cualquier ayuda”.

En Marruecos, algunos tenderos de Marrakech regresaron a trabajar el domingo por la mañana después de que el rey instara a la gente a reanudar la actividad económica y ordenara preparativos para comenzar a reconstruir los edificios destruidos.

Durante buena parte del sábado en la histórica Marakech, la televisora estatal mostró aglomeraciones de gente en la calle que temía volver a edificios que podrían ser inestables.

La famosa mezquita de Koutoubia en la ciudad, construida en el siglo XII, sufrió daños, aunque su alcance por ahora se desconoce. Los marroquíes publicaron en internet videos que mostraban partes dañadas en la famosa muralla roja que rodea la medina, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El terremoto del viernes se sintió hasta Portugal y Argelia, según el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera y la agencia de Defensa Civil de Argelia.

Agencias AP, AFP y DPA

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