Como nunca, el debate presidencial del próximo domingo puede ser crucial. La paridad en tercios que muestran los distintos sondeos de opinión entre los tres principales candidatos convierte a esa instancia, muchas veces subestimada, en un punto bisagra de cara a las elecciones del 22 de octubre. En ese marco, si bien es una prueba de fuego por igual para todos los aspirantes a llegar a la Casa Rosada, Javier Milei sabe que, como favorito en las encuestas, el ojo escrutador de los televidentes se posará particularmente sobre él.
Desde La Libertad Avanza aseguran que, a diferencia de sus rivales, el libertario no hace “simulacros”. “No hay nadie que esté dedicado al entrenamiento para el debate con Javier. Se prepara con los equipos técnicos en función de cada tópico”, destacó a LA NACION uno de sus colaboradores más próximos. La apuesta del economista es mostrarse lo más espontaneo posible, una cualidad que es valorada por quienes lo siguen. A su vez, la relevancia que le da el espacio al juego en las redes sociales permite intuir una estrategia: utilizar el careo de Milei con los demás candidatos presidenciales como un insumo para recortes que puedan llegar a viralizarse después del evento institucional que tendrá lugar en Santiago del Estero.
No fue una semana fácil para Milei y su salud. Según pudo saber LA NACION, debió suspender dos mítines previstos con empresarios por encontrarse con algunas líneas de fiebre, algo que, sin embargo, aprovechó, apuntan desde su entorno, para “concentrarse exclusivamente” en el debate. Tras su caravana del lunes pasado por las calles del partido bonaerense de San Martín, su única aparición pública de los últimos días fue junto al embajador estadounidense Marc Stanley, el martes. Un detalle llamó la atención de la foto difundida oficialmente por la Embajada de los Estados Unidos: el sutil cambio de look del libertario, con una cabellera más prolija que de costumbre.
Lo cierto es que, aunque nunca puso en duda públicamente su participación, el candidato de La Libertad Avanza debió salir a desmentir las versiones que lo ubicaban ausentándose de los eventos que se realizarán el 1° y el 8 de octubre. “Obviamente [iré], no sé a quién se le ocurrió decir que no iba”, aclaró a principio de mes, al pasar, a la salida del Latam Economic Forum, una posición que fue refrendada posteriormente por su compañera de fórmula, Victoria Villarruel: “Javier va a ir a los debates y yo lo voy a acompañar”.
Los rumores de un faltazo habían comenzado tras la primera reunión de la Cámara Nacional Electoral (CNE) con representantes de los candidatos para definir las propuestas que elaboraron los jueces y los miembros del consejo asesor conformado a principios de este año. Los enviados de Milei fueron su jefa de campaña, Karina Milei –”El Jefe”, según según su hermano– y Santiago Caputo, una figura cada vez más gravitante en el entorno del libertario. Durante el cónclave, algo llamó la atención de los presentes: una supuesta consulta de la hermana del economista sobre las sanciones que le cabrían a los candidatos en caso de ausentarse.
Los fantasmas de esa jornada terminaron de ahuyentarse en la segunda y definitiva reunión de la CNE, en la que ambos emisarios libertarios suscribieron la dinámica propuestas por las autoridades, incluso el hecho de incorporar preguntas de la ciudadanía. Era el punto que más inquietud generaba en el campamento de La Libertad Avanza, donde sospechaban de una virtual “emboscada” contra su líder. Además, también se decidió, a través de un sorteo público, que Milei intervenga en segundo lugar, después de la dirigente del Frente de Izquierda, Myriam Bregman.
Justamente, la dirigente trotskista es la única de los cinco participantes de este domingo que compartió alguna vez un debate con Milei. Fue hace dos años, en 2021, en el marco de las elecciones legislativas porteñas. Durante esa noche, en el canal de noticias TN, el por entonces candidato a diputado debió defenderse, sin demasiadas herramientas, de las arremetidas de Bregman. Un duelo que podría reeditarse este domingo, en un contexto político completamente distinto.