El fin de semana trajo dos novedades, y ninguna certeza. Juntos por el Cambio terminó de dejar en claro que se hace fuerte en las provincias y Cristina Kirchner regresó a la disputa por el relato electoral. Surgen preguntas que, por el momento, no tienen respuestas. ¿Los éxitos territoriales siguen sin correlacionar con una proyección nacional de Patricia Bullrich? ¿O, al contrario, los triunfos provinciales que se consolidaron en elecciones “reales” de gobernadores, no ya las internas de las PASO, son el síntoma de mayores chances en la presidencial? ¿Sergio Massa será capaz de ganarle a su principal adversario, su gestión económica, y pasar a una segunda vuelta aún con los dos dígitos de inflación mensual? Y, como con Bullrich pero al revés, ¿las derrotas históricas del perokirchnerismo en provincias endémicamente peronistaz anticipan un desastre electoral de Massa en octubre? ¿Javier Milei podrá consolidar su liderazgo tanto como para ganar en primera vuelta, o esa patriada ya está perdida? Esas son las cuatro dudas clave que quedan instaladas desde ahora hasta el 22 de octubre. No hay encuesta que logre garantizar una respuesta definitiva a esas cuestiones.
En ese escenario de incertidumbre, los candidatos navegan sin instrumento en medio de una sociedad que se ha vuelto casi desconocida. No queda más que apretar el acelerador esperando consolidar y construir chances electorales más que destruirlas hasta que llegue el día de la elección. Milei se ve forzado a hacer como que gobierna, inclusive antes de ganar. Sergio Massa va para adelante con la versión Papá Noel, justo cuando la bolsa de regalos se va quedando vacía: no importa, siempre está a mano la galera del mago, aunque los conejos sean peluches. Y Patricia Bullrich, se mueve al filo de la incorrección política, con una maqueta carcelaria que trae sueños riesgosos de un orden a lo Bukele.
Como telonera de esa contienda, Cristina Kirchner volvió a las “clases magistrales”: una hora y veinticuatro minutos de charla el sábado, en la UMET. Por un lado, lo de siempre: una narrativa económica que construye cadenas de causa y efecto donde el déficit fiscal, es decir, la política de gobierno, nunca es el problema y los responsables son el “modelo neoliberal” que puja históricamente por volver, el FMI y sus recetas devaluatorias y la economía bimonetaria. Pero en su exposición hubo un momento particularmente relevante, no económico, que tuvo menos repercusión mediática.
El “nuevo sujeto social”
La vicepresidenta se puso en plan analista político sociológica. Fernández de Kirchner se siente respaldada por haber anticipado una elección de tercios para este 2023. Ahora, además, apunta a darle precisión a los desafíos que presenta la época para la política.
En sus propias palabras, el gran problema es la aparición de “un nuevo sujeto social”, el trabajador pobre que anticipó en mayo en el Chaco, en otras de sus clases magistrales, y los derechos que parecen “de derecha”, pero no lo son. “No es cierto que la gente se haya derechizado”, cuestionó. Con ese análisis, Fernández de Kirchner desafía la interpretación que ve en el avance de Milei un cambio cultural estructural, y por eso, el desembarco histórico de una derecha popular.
Para Cristina Kirchner, antes que la ideología, están las “condiciones reales”: las necesidades que el kirchnerismo dejó de atender, aunque dicho elípticamente, como querer tener una casa, poder alquilar, mandar a los chicos a la escuela pública y que haya clases, tal como enumeró. La escuela pública y los vouchers de Milei fueron el ejemplo más claro. “No podemos seguir diciendo que defendemos la escuela pública pero mandamos a los nuestros a la privada porque no tienen clases”, ejemplificó. “Tenemos que discutir eso sin enojarnos porque si no, vienen estos tipos a discutirnos todo, los voucher, las universidades pagas”, concluyó.
Con comprensión lectora de épocas, Kirchner planteó el ensimismamiento del kirchnerismo y el achicamiento de su capacidad de representación, una consecuencia de su voluntad hegemónica. “Tenemos que discutir cosas que muchas veces nos hemos negado a discutir”, advirtió. “Le erramos si pensamos que la gente se fue para la derecha. Querer vivir bien no es de derecha, querer vivir dignamente no es de derecha. Es de argentinos”.
El kirchnerismo, los jóvenes y Papá Noel
Desde el sábado, Cristina Kirchner intenta encontrar una puerta de salida a ese clima de época. Su estrategia, volver a los jóvenes perdidos. Pedro Rosemblat, el muchacho militante, dedicado al humor político, elegido como conductor del evento, y auditorio adolescente, una apuesta a disputar el nuevo estado de necesidad y a no dejar a los jóvenes en manos de Milei. Ahora, la vicepresidenta se abrió cuenta en Tic Toc.
El sábado se había lamentado de ver en Tik Tok jóvenes que saben de la deuda de Independiente pero no de la del FMI, que muchos atribuyen a Massa o a Alberto Fernández. Cristina Kirchner se enfrenta con las consecuencias de la voluntad hegemónica del kirchnerismo que en 20 años ni siquiera logró la revolución cultural de los que nacieron y se criaron con el relato kirchnerista.
En ese contexto, Massa busca dar respuestas concretas a “las condiciones reales” que reclamaría el nuevo sujeto social: la eliminación del impuesto a las ganancias, la devolución del IVA y el impulso al debate en torno a la reducción de la jornada de trabajo va por ese lado. El kirchnerismo en viaje desesperado hacia la recuperación de la utopía feliz que, incumplida, mutó en el horizonte de rabia que capturó Milei.
De Bullrich a Milei, el ranking de la anticasta
Bullrich ve, ante todo, un sujeto social antikirchnerista. Con esa concepción, apunta a dos pájaros al mismo tiempo: Massa y Milei, uno por kirchnerista, los dos por casta por sus vínculos con el sindicalismo y el empresariado prebendario. Anticasta, orden y progreso, la trilogía que organiza su propuesta. En ese punto, Bullrich enfrenta los riesgos del trazo grueso: el video con la cárcel deseada incomoda a los votantes más moderados de Juntos por el Cambio, por ejemplo, los radicales antimacristas. Para crecer, Bullrich los necesita.
Desde hace semanas, Milei está obligado a sostener la destrucción que promete como si ya fuera presidente. Con el nombramiento de Emilio Ocampo como eventual presidente del Banco Central, selló la interpretación dolarizadora y dinamitadora que parecía hacer agua. Milei también se vio obligado a cuestionar a Eduardo Eurnekián por sus nuevos contratos con el Estado y promete denuncia. También avanza con denuncias por el nombramiento de centenares de empleados públicos de última hora.
¿Qué es un argentino hoy? No está claro. Cada candidato tiene su hipótesis. El 22 de octubre, será el momento del testeo.