Los empresarios de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA) obtienen mayores rendimientos en los cultivos de trigo, girasol, maíz, soja de primera y soja de segunda. El dato surge de los resultados del Proyecto Brechas CREA realizado en el marco del Convenio CREA-Syngenta 2022/2024, donde se analizaron las diferencias estimadas a partir de los rendimientos promedio de partido o departamento ponderados por la superficie de cada cultivo en esos departamentos, que son del 6% en maíz, 9% en soja de primera, 14% en soja de segunda, 19% en girasol y 36% en trigo.
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La sistematización de datos a nivel nacional lograda a través de DAT CREA, indicaron, permitió potenciar los aprendizajes con una aproximación basada en técnicas de análisis estadístico descriptivo de grandes volúmenes de datos que entre otras ventajas, posibilita reducir los tiempos de aprendizaje. Según mencionaron, en la producción de cultivos extensivos, uno de los desafíos presentes en toda la historia de la red CREA fue “reducir las brechas entre los rendimientos logrados con los rendimientos que podrían alcanzarse bajo ciertos límites de eficiencia productiva, económica y ambiental”, para de esa manera lograr que el incremento de la producción sea sostenible en el tiempo.
A través del proyecto Brechas de productividad se analizaron datos de producción de maíz, soja, trigo y girasol de cinco campañas agrícolas (2017/18 a 2021/22). Durante el transcurso del proyecto, surgió el interrogante de qué niveles de rendimiento logran los empresarios CREA en comparación con los productores extra-CREA, ya que si el rendimiento que logran los productores de la red CREA es mayor, entonces la brecha a reducir a escala nacional es aún mayor si se consideran los rendimientos promedio de todos los productores del país.
A partir de esto se analizaron los cultivos de trigo, girasol, maíz, soja de primera y soja de segunda, se comparó el rendimiento de lotes CREA y extra-CREA (a partir de datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación), a nivel de departamento y se lo escaló a nivel de macro-región y país. Por eso, mencionaron que a nivel país, según los datos analizados, se observó que la brecha no es la misma en todas las macro-regiones. Por ejemplo, para el cultivo de maíz la diferencia a favor de los empresarios CREA es del 5% en las macro-regiones Centro Norte y Centro Oeste, pero alcanza el 19% en el Sur.
“En soja de primera, las diferencias van desde cero en la macro-región Centro Norte, hasta 19% en el Centro Oeste. En soja de segunda, desde 8% en la macro-región Centro Oeste, hasta 28% en el Sur. En girasol, el cultivo con mayor variabilidad en las diferencias de rendimiento, las mismas van desde el 1% en la macro-región Centro Sur hasta 24% en el Sur. En trigo, el cultivo donde se observaron las mayores diferencias de rendimiento entre CREA y extra-CREA, las diferencias van desde 12% en la macro-región Centro Norte hasta 39% en el Sur”, dijeron.
José “Beto” Micheloud, líder del Proyecto Brechas de CREA, explicó: “El mayor rendimiento puede estar asociado al hecho de compartir datos, experiencias, conocimiento y tecnología, al asesoramiento agronómico, a la intensificación tecnológica y a una mayor eficiencia en el uso de los recursos”. Además, añadió que existen otras variables, más complejas de analizar, como la calidad de ambientes, que eventualmente también podrían llegar a explicar parte de la brecha, aunque eso seguramente será motivo de otra investigación.
Indicaron que a pesar de que los empresarios CREA obtienen mayores rendimientos, también se observó que hay margen para incrementar los mismos dentro de la propia red CREA, aunque la brecha reducible entre los rendimientos logrados actualmente y los rendimientos alcanzables es variable dependiendo del cultivo, región y calidad del ambiente.
“En el caso de soja de primera en ambientes de alto potencial, la brecha reducible es de 4% en la macro-región núcleo, lo que muestra que la mayor parte de los empresarios están optimizando de manera eficiente el uso de los recursos en esos ambientes”, remarcó Micheloud. En las macro-regiones Centro Norte y Sur, explicó, la brecha se ubica alrededor del 30%, evidenciando un mayor margen para incrementar los rendimientos de soja de primera en esas zonas.
Respecto de las causas principales que generan las brechas de productividad, los primeros análisis permitieron evidenciar algunas señales de cuáles son las principales variables de manejo que estarían involucradas. Por caso, para cada región, tipo de cultivo y ambiente se identificaron las variables de mayor relevancia al comparar el manejo de los lotes que obtuvieron rendimientos cercanos al alcanzable con el manejo de los lotes que obtuvieron valores alrededor del promedio.
“Un ejemplo, entre muchos, es la dosis de fertilizantes aplicadas en trigo en ambientes de alto potencial de la zona sur de la región pampeana, donde se observa que en los lotes de mayor rendimiento las dosis de nitrógeno y fósforo que se utilizan en promedio superan en 30 kg/ha y 5 kg/ha, respectivamente, a las dosis utilizadas en los lotes que lograron rendimientos cercanos al promedio”, comentó Micheloud.
Además, agregó que si bien se discrimina por tipo de ambiente, hay otros factores que generan esas diferencias, por lo que las mayores dosis de nutrientes seguramente son indicadores de un mejor modelo tecnológico en general. Los resultados de la identificación de factores se resumieron en esquemas que muestran de manera simplificada, para cada macro-región, tipo de cultivo y ambiente, las principales causas que generan la brecha de productividad, además de una noción de cómo modificar cada variable de manejo para empezar a reducir la brecha de rendimientos.
Micheloud señaló que en muchos casos, la brecha podría reducirse no necesariamente con una mayor dosis de insumos, sino que también hay margen para optimizar el manejo a través de tecnologías de procesos, cómo por ejemplo la fecha de siembra.
“Si analizamos las fechas de siembra de maíz en la franja central del país, incluyendo la zona núcleo y los márgenes de esta zona, vemos que los mayores rendimientos promedio, y mayores pisos de rendimiento se logran en una ventana óptima de siembra que va del 20 de septiembre al 10 de octubre. Sin embargo, cuando analizamos la dinámica de la siembra en esa región, vimos que el 55% de la superficie de maíz temprano ya se había sembrado al inicio de esa ventana de siembra, y solamente el 15% de la superficie se sembró dentro del período óptimo. Si bien hay limitantes logísticas, de diversificación y otras condicionantes que juegan, creemos que poner al alcance de los productores y técnicos esta información podría ser de utilidad para, por ejemplo, aumentar la proporción de siembras dentro de ese período, y de esta manera contribuir a la reducción de la brecha”, argumentó el técnico CREA.