Un especialista explicó qué debe tener la vaca lechera ideal

Desde el punto de vista de la conformación, en general las vacas lecheras deben tener tamaño moderado, profundidad corporal, grupa con adecuada separación entre los isquiones, sistema mamario con buena inserción y profundidad, y patas y pezuñas que permitan una buena locomoción. Pero eso solo no alcanza: la vaca ideal, además, debe dar mucha leche y sólidos, debe lograr una buena conversión de alimento en producto, ser sana, parir regularmente y permanecer muchos años en el tambo.

La definición anterior pertenece a Vicente Argoitía, gerente de la División Leche de Select Debernardi, quien enumera cuatro ítems en los que los productores deben prestar atención al evaluar un animal lechero. En detalle, la grupa tiene una incidencia del 10% en la evaluación; el sistema mamario, el 40%; las patas y pezuñas, el 25% y la fortaleza lechera reúne otro 25%.

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Grupa

Al evaluar la grupa, hay que considerar tres aspectos: separación entre los isquiones, fortaleza del lomo y declive adecuado. “Una grupa funcional debe ser ancha, con separación de isquiones , para facilitar el parto y permitir que la ubre tenga buena capacidad de almacenamiento de leche”, aconseja el técnico.

También es conveniente una buena musculatura en el lomo, y que sea levemente convexo, para que se mantenga en el mismo nivel de la grupa con el paso de los años. Con respecto al declive, hay que verificar que los isquiones se ubiquen levemente por debajo de la punta de cadera (lo ideal son cuatro centímetros).

Sistema mamario

Las ubres defectuosas son uno de los principales motivos de descarte de vacas en el tambo. Por eso, en el sistema mamario hay que analizar la profundidad y textura de la ubre, el ligamento medio y la inserción anterior y posterior, entre otros caracteres.

Con relación a la profundidad, el piso de la ubre debe estar entre seis y siete centímetros por encima del garrón. “Si estuviera por debajo queda muy cerca del suelo con alto riesgo de cualquier tipo de contaminación y también puede ser golpeada por el animal al caminar”, alerta Argoitía.

La textura de la ubre tiene una correlación muy alta con la sanidad y longevidad. Se debe buscar que no sea muy “carnuda” y que quede bien plegada al terminar de ordeñar. Por otro lado, hay que observar el ligamento medio. Es una línea que se puede apreciar desde la base de la ubre observando la vaca desde atrás. Debe tener una ´profundidad de seis-siete centímetros en el piso de los cuartos posteriores y ser fuerte, porque el 75% del peso de la glándula es sostenido por este ligamento. “Si se rompe, la ubre se abre y se desparrama” advierte el profesional.

A su vez, la inserción anterior de la ubre en la pared abdominal debe estar muy bien adherida y con capacidad de almacenamiento de leche. Por otro lado, la ubre posterior debe ser bien alta, alejada del piso y ancha, para tener gran capacidad de almacenamiento de leche, ubicada lo más cerca posible del nacimiento de la vulva.

En los últimos tiempos también se le está dando mucha importancia a la disposición y tamaño de los pezones, a medida que se difunde el ordeño robótico. Deben estar bien ubicados debajo de cada cuarto, para que los robots empleen poco tiempo en encontrarlos. Además pezones bien ubicados dan rápido drenaje de la leche, algo que no ocurre cuando están muy abiertos o cerrados.

El largo de los pezones ideal es de cuatro a cinco centímetros. Años atrás eran más largos y hacia afuera para facilitar el mamado del ternero, pero los nuevos sistemas de ordeño requieren pezones rectos y no tan largos.

Patas y pezuñas

Las patas y las pezuñas son aspectos importantes para la vida productiva de una vaca lechera. En las extremidades son importantes la vista lateral y posterior, el ángulo de la pezuña y la calidad del hueso, de manera que permitan una buena en locomoción. Esto último se analiza verificando que, en el lugar donde el animal pisa con la mano, pise con la pata o lo supere. Eso indica un paso largo y atlético, una característica muy importante en manejos pastoriles.

Fortaleza lechera

Este concepto engloba una serie de rasgos que incluyen la estatura, del ancho del pecho, la profundidad corporal y la angulosidad de las costillas.

Los ejemplares de raza Holando Argentino no deberían medir más de 1.40-1.43 metros con una medición efectuada entre las dos puntas de la cadera, entre el lomo y el sacro. Esa altura debe ser igual cuando se mide sobre el tren anterior.

La amplitud del pecho debe ser de 26-27 centímetros para lograr una buena capacidad pulmonar, si se considera que para producir un litro de leche se deben movilizar 500 litros de sangre”, define Argoitía. La profundidad corporal hace referencia al largo de las costillas, que a su vez tiene vinculación con la capacidad para almacenar comida y producir leche.

La angularidad refiere a la inclinación y separación de las costillas. Deben ser bien abiertas e inclinadas hacia atrás.

En síntesis: las vacas ideales desde el punto de vista de la conformación son aquellas de tamaño moderado, con buena profundidad corporal y buen sistema mamario. Estos rasgos se deben combinar con otros que permitan producir mucha leche, resistir enfermedades y estar mucho tiempo en producción en el rodeo.

Si se conjugan estos caracteres favorables con una buena conversión de alimento a leche y se agregan los datos de producción de sus padres, la habilidad de trasmisión de los rasgos a sus hijas, la información genómica, etc.) se estará muy cerca de acertar en la selección de las vacas integrantes de un rodeo lechero de alta producción. En la selección de vacas lecheras, lo bello es lo útil. Es decir, “hay que buscar vacas que gusten, pero de buena utilidad”, concluye Argoitía

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