ROMA.- A los 61 años y luego de pasar sus últimas horas en coma irreversible, murió hoy en el sector para detenidos del hospital de l’ Aquila Matteo Messina Denaro, el último padrino de la Cosa Nostra, la mafia siciliana. Messina Denaro, el excapo de todos los capos y el hombre más buscado de Italia durante 30 años, había sido arrestado el 16 de enero último en una clínica de Palermo donde, bajo una falsa identidad, estaba por someterse a una sesión de quimioterapia para tratarse un cáncer de colon que terminó siendo su trampa. “Si no hubiera estado enfermo no me habrían capturado”, había asegurado el boss, en uno de los primeros interrogatorios, algo seguramente cierto.
El último rey de la Cosa Nostra “terrorista”, la más sangrienta, que le declaró la guerra al Estado hace más de 20 años, asesinando en 1992 a los emblemáticos jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino y abriendo un períodos de atentados sangrientos, tras ser arrestado en un operativo policial clamoroso, siguió tratándose su enfermedad en la cárcel de L’Aquila, donde se encontraba detenido bajo el régimen carcelario más duro, para mafiosos.
Al agravarse su estado de salud, el 8 de agosto había sido internado en el hospital de l’ Aquila, en medio de imponentes medidas de seguridad. El “heredero” del capo mafia Salvatore Totó Riina había pedido que no hubiera ensañamiento terapéutico, por lo que en los últimas 24 horas se le había suspendido la alimentación y había entrado en un coma irreversible.
Murió acompañado por su hija Lorenza, que en su vida de fugitivo nunca había visto y que reconoció formalmente en los últimos meses de encierro, dándole su apellido, entre lágrimas. Fue la única debilidad mostrada por el ex super-fugitivo, que jamás dio señales de arrepentimiento y que se llevará a la tumba muchos secretos. En los últimos meses, en efecto, fiel a los códigos de honor, nunca se dejó doblegar, tal como destacó el diario La Repubblica.
“Con ustedes hablo, pero no colaboro”, le dijo al procurador Maurizio de Lucia, en una actitud que mantuvo hasta el final. “Claro que tengo bienes, pero no se los voy a decir a ustedes”, les dijo a los magistrados de Palermo que lo interrogaron. “Yo no formo parte de nada, yo soy yo mismo, me defino un criminal honesto… Yo no soy un hombre de honor, pero me siento”, también habría dicho, desafiante. “No soy un santo, pero no tengo nada que ver con la historia del niño Di Matteo”, también habría querido precisar. Aludía a uno de los homicidios más espantosos y crueles de la Cosa Nostra, del que siempre fue considerado responsable: el asesinato de Giuseppe Di Matteo, un niño de apenas 13 años, hijo de un arrepentido (Santino Di Matteo), que después de padecer dos años de cautiverio, fue estrangulado y disuelto en ácido para no dejar huellas. Por este y otros delitos Messina Denaro fue condenado en ausencia a diversas cadenas perpetuas, así como por los magnicidios de los famosos jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, en 1992.
Hijo del viejo capomafia Ciccio Messina Denaro, histórico aliado de los “corleoneses” (por la localidad de Corleone, cuna de otros capos máximos), y mano derecha de Salvatore Totó Riina, Messina Denaro nació en Castelvetrano el 26 de abril de 1962.
Considerado un “boss” despiadado, amante del dinero, el lujo y las lindas mujeres, en 1989, a los 27 años, tras verse involucrado en una sangrienta guerra entre clanes, fue denunciado por asociación mafiosa. Apodado “U Siccu”, en 1991, fue el responsable del homicidio del dueño de un hotel, que asesinó porque había tratado mal a una empleada austríaca que era su amante.
Fiel al ala más violenta de Cosa Nostra, la de los ya mencionados “corleoneses”, Messina Denaro habría estado en la “cumbre” que tuvo lugar en octubre de 1991, en la que se decidió el plan para matar a los jueces Falcone y Borsellino. Según “pentiti”, es decir, arrepentidos que comenzaron a colaborar con la justicia, fue parte del comando que habría tenido que ejecutar a Falcone en Roma. Aunque después hubo un cambio de planes, decidido por Riina y Falcone fue asesinado junto a sus escoltas meses, el 23 de mayo de 1992, en Capaci, con una potentísima bomba que estalló cuando su auto pasaba por la autopista que pasaba por esa localidad, cerca del aeropuerto de Palermo.
Comenzó a ser fugitivo en junio de 1993. En una carta que le escribió a una novia de esa época llamada Ángela, demostró que era totalmente consciente de sus crímenes de los más sangrientos y del comienzo de una vida de fugitivo. “Vas a oír hablar de mí, me pintarán como un diablo, pero son todas falsedades”.
Cuando fue arrestado, el 16 de enero pasado -justo al día siguiente del aniversario de la captura de su antecesor, “Totó” Riina, el 15 de enero de 1993-, el famoso periodista y escritor, Roberto Saviano, autor del “best seller” Gomorra, sobre la camorra, la mafia napolitana, experto en criminalidad organizada, destacó que el “último rey de la generación asesina” de Cosa Nostra cayó en su tierra. “Como todos los capos, estaba exactamente en el lugar donde todos sabían que estaba”, apuntó Saviano.
Su última guarida, de hecho, fue un departamento ubicado en pleno centro de Campobello di Mazara, pueblo que queda tan sólo a 8 kilómetros de Castelvetrano, cuna y feudo del capomafia, en provincia de Trapani. Allí por supuesto contaba con una amplia red de cómplices.
El departamento, normal, limpio, estaba a nombre de Andrea Bonafede, la identidad falsa con la que se movió en los últimos meses antes de la detención Messina Denaro, que fue justamente arrestado con un documento de identidad con ese nombre, poco después de ingresar, en la mañana del 16 de enero, en la clínica La Maddalena de Palermo, un centro de excelencia para los tratamientos oncológicos. El padrino, que se había operado en otra parte de Sicilia en 2020, había tenido una intervención quirúrgica en esa clínica privada en mayo de 2022. Fue entonces que los investigadores, que habían comenzado a seguir una pista relacionada con su enfermedad, cruzando información a través de la base de datos del servicio sanitario nacional que registra todas las operaciones, se dieron cuenta que el día que había sido operado un tal “Andrea Bonafede”, el real, de carne y hueso, no estaba en el quirófano, sino paseando su perro.
En su último escondite fueron halladas píldoras tipo viagra para poder potenciar las relaciones sexuales y preservativos, fiel reflejo de que la pasión del boss por las mujeres no se había apagado, ni siquiera con la enfermedad. No fueron hallados documentos, por lo que se cree que el padrino escondió en algún otro lado su tesoro, un patrimonio estimado por la prensa italiana en unos 4000 millones de euros, acumulados gracias a los negocios por tráfico de droga, extorsiones, reciclaje, inversiones en energía eólica, en supermercados, turismo y otros sectores.