MENDOZA (Enviado especial).- El triunfo de Alfredo Cornejo por sobre Omar De Marchi en las elecciones a gobernador de Mendoza no solo tiene implicancias en el plano local para Juntos por el Cambio. Se trata de un envión fundamental para Patricia Bullrich en el último tramo de la campaña hacia las generales del 22 de octubre, que se suma al espaldarazo que le significó la derrota de Jorge Capitanich en Chaco, la semana pasada, en manos del también radical Leandro Zdero.
Los números mendocinos contribuyeron a conjurar los fantasmas que aquejan a la coalición opositora desde el batacazo de Javier Milei en las PASO. Es que el segundo lugar obtenido por Bullrich en Mendoza el pasado 13 de agosto, 16 puntos por detrás del 45% alcanzado por el dirigente libertario, encendió luces de alarma entre los integrantes de Cambia Mendoza, pero el resultado de este domingo, que alzó a Cornejo con una contundente victoria por más de diez puntos de diferencia, le permitió a los integrantes de la coalición opositora respirar aliviados.
El corazón de Cornejo siempre estuvo con la actual candidata de Juntos por el Cambio, por más que por momentos se haya mostrado cerca del derrotado Horacio Rodríguez Larreta. El mendocino tardó en hacerlo, pero manifestó públicamente su apoyo a la dirigente de Pro en julio, durante una conferencia de prensa junto a Luis Petri, quien hoy acompaña a la exministra en la fórmula presidencial y a quien el dirigente radical había derrotó en las PASO provinciales.
Por ese entonces, el hoy flamante gobernador señaló que era de “público conocimiento” su llegada a la dirigente nacional, aunque no lo había expresado de manera concreta, sobre todo por su relativa sintonía con el derrotado Horacio Rodríguez Larreta. De hecho, la próxima vicegobernadora de la provincia y compañera de fórmula de Cornejo es la médica sanrafaelina Hebe Casado, una de las referentes de Bullrich en la provincia.
Al igual que en Santa Fe, provincia que también celebró elecciones luego del aluvión Milei, en Mendoza el resultado nacional pareció no repercutir en los números que se conocieron este domingo al consolidarse las tendencias de las primarias del 11 de junio. El interrogante principal que rondaba la jornada electoral era si Cornejo iba a ser capaz de conservar la mayor cantidad de los votos aportados por Petri o si, por el contrario, parte de ese caudal (17%) podía ser capitalizado por De Marchi, quien en abril pasado había tomado la decisión de romper con su exaliado y fundar La Unión Mendocina. Una incógnita que, a todas luces, se despejó a favor de Cambia Mendoza.
El radicalismo vuelve a emerger como una fuerza gravitante en el polo no peronista en medio de un proceso de reconfiguración política en el país. La maquinaria electoral del partido centenario amaga con resurgir de la mano de nuevas figuras que consolidan sus liderazgos en distritos estratégicos del interior del país, recupera cierta mística perdida y vuelve a ser un actor principal tras de dos décadas de duelo por la caída de Fernando De la Rúa.
Los recientes triunfos de Zdero en Chaco y de Maximiliano Pullaro en Santa Fe, proyectan un panorama alentador para los boinas blancas. Por eso la victoria de Cornejo no fue una más. Con el resultado de este domingo, la UCR no solo se garantizó cinco gobernadores propios a partir del 10 de diciembre, si se suma a Gustavo Valdés (Corrientes) y Carlos Sadir (Jujuy). También se aseguró extender su hegemonía en la provincia cuyana por 12 años, algo que solo había logrado el peronismo entre 1991 y 2003.
Además, el dirigente radical es el primer exmandatario de Mendoza que, luego gobernar un período (2015-2019), logrará volver a sentarse en el sillón de San Martín. Una hazaña que lo convierte en el político mendocino más poderoso de los últimos tiempos.
Mendoza es, junto a Santa Fe, el único distrito del país donde no está habilitada la reelección. En una sociedad acostumbrada a la alternancia, el principal desafío de Cornejo de cara a su segundo mandato como gobernador se advierte más netamente político que de gestión: el actual senador nacional deberá demostrar que su liderazgo refrendado en las urnas no obnubilará la cultura institucionalista por la que tanto orgullo sienten los mendocinos.