Menos de 20 días hábiles restan para las próximas elecciones generales, pero para los agentes económicos parece una eternidad. El candidato de Unión por la Patria y ministro de Economía, Sergio Massa, transitó las últimas semanas luego de las PASO haciendo anuncios de beneficios fiscales que, según estimaciones privadas, tendrían un impacto en el gasto del Estado de 1,1% del PBI en lo que resta del año.
De esta manera, el equipo económico abandonó la prudencia fiscal que lo había caracterizado desde que asumió en agosto de 2022 y apuesta toda la artillería del fisco a ingresar en el ballottage. Esta situación no pasa desapercibida entre los analistas económicos, quienes advierten sobre el impacto que tendrá la expansión de pesos sobre los dólares libres, en un contexto de altísima inflación mensual, que se mantendrá en alrededor de 12% en septiembre.
De las elecciones primarias, Massa anunció bonos para jubilados, pensionados y beneficiarios de planes sociales, la suba del mínimo no imponible de Ganancias, el reintegro del 21% sobre las compras de consumo masivo realizadas con tarjeta de débito, y otros beneficios impositivos para monotributistas y trabajadores autónomos. En total, ese paquete de medidas tendría un costo de, al menos, de $1 billón para lo que resta del año.
Los empleados en relación de dependencia (6 millones de trabajadores), por su parte, también recibieron dos bonos de $30.000 cada uno. En algunas compañías, además, se decidió adelantar el medio aguinaldo de diciembre a septiembre, “para mitigar el impacto significativo que tuvo la política monetaria” y “en virtud del contexto por el que está atravesando el país”, según comunicaron a sus empleados el Banco Galicia y Kimberly-Clark, respectivamente.
“Varias empresas continúan actuando frente a su propia percepción del riesgo electoral y la aceleración inflacionaria. En particular, varias entidades financieras, compañías de seguros y petroleras propusieron adelantar parte del aguinaldo de diciembre. En algunos casos buscan compensar a sus trabajadores la pérdida de poder adquisitivo y adelantarse a conflictos sindicales que podrían derivar en costos más altos. Otros apuntan a usar excedentes de pesos que tienen hoy disponibles y para los cuales hay riesgos [por la incertidumbre electoral] en colocarlos en activos financieros en el corto plazo”, dijeron en la consultora Epyca.
Esta situación presionará sobre los tipos de cambios paralelos, ya que si bien las empresas tienen limitado el acceso a la compra de dólares, los empleados no tienen restricciones. “Las empresas tienen esos pesos depositados en el sistema financiero. Cuando pagan los aguinaldos, transfieren la plata de la cuenta de la empresa a la del empleado, que la puede usar para comprar dólares”, dijo el economista Fausto Spotorno, de la consultora OJF & Asociados.
Mientras tanto, el tipo de cambio oficial se mantiene fijo en $350, lo que complica cada vez más al Banco Central comprar dólares para recomponer sus reservas, pese a que prácticamente están suspendidas las importaciones.
La situación económica está tan delicada, que entre los economistas temen que una sorpresa electoral en octubre rompa la tensa fragilidad. “Esta semana se consolidaron tres tendencias que ya se venían viendo. En primer lugar, sigue la apreciación real del tipo de cambio oficial. En segundo lugar, las reservas netas no crecen, pese a la liquidación del agro y a las compras del Banco Central en el mercado de cambios (en parte porque la entidad también vende en el MEP). Y tercero, el Gobierno continúa anunciando medidas de estímulo fiscal pre elección como si no hubiera un mañana (puede haber más anuncios hasta el 27 de septiembre)”, dijeron en la consultora 1816.
“Las operaciones de soja en el mercado local sumaron US$1500 millones de liquidaciones en el mercado de cambios y hasta US$500 millones en el CCL. Solo esto puede explicar la tranquilidad reciente de los tipos de cambios paralelos”, agregaron.
La consultora Anker, por su parte, coincidió en que el tipo de cambio real volverá a los niveles pre PASO, pero con mayor inflación y una brecha cambiaria presionada. “En nuestro escenario base, con tipo de cambio oficial en $350 hasta octubre e inflación de 11,5% en septiembre, el tipo de cambio real se aprecia hacia los niveles anterior a la devaluación post PASO hacia finales de octubre, con una brecha cambiaria en un piso de 80% a 100% y una nominalidad más alta. Como venimos mencionando, la devaluación sin un programa que ancle expectativas no tuvo un correlato en una mejora en el tipo de cambio real, sino que solo aceleró la carrera nominal”, dijeron.
Además, advirtieron que el aumento del déficit fiscal que tendrá lugar a partir de octubre frente a la baja de impuestos anunciada por el Gobierno, y el desarme de posiciones en bonos soberanos ante la incertidumbre electoral, “forzarán un mayor financiamiento monetario indirecto del Banco Central, a través de las compras de títulos del Tesoro en pesos”.
“La inyección de pesos por esta vía explica el total del financiamiento neto acumulado en el año (en torno a $3 billones). Eso termina aumentando el stock de Leliq del BCRA y por ende, la emisión monetaria endógena asociada al pago de los intereses de los pasivos remunerados. Para tener una dimensión de este desequilibrio, en agosto la emisión monetaria endógena fue del 25% del total de la base monetaria”, señalaron.