PARÍS.– El 24 de febrero del año pasado Rusia invadió Ucrania, lo que provocó la indignación de gran parte del planeta, pero ocultando, al mismo tiempo, otros numerosos conflictos que agitan al mundo, se cobran vidas y amenazan con desestabilizar un poco más los frágiles equilibrios geoestratégicos.
En 2023, China sigue multiplicando sus maniobras militares en torno de Taiwán y las relaciones entre ambos Estados, ya tensas, se han degradado sensiblemente. Pekín considera la isla como parte de su territorio y nadie excluye que trate de conquistarla por la fuerza. En Irán, la población continúa desafiando al régimen de los ayatollahs, después de la muerte de una joven detenida por la policía por haber “violado” el estricto código de vestimenta de la República Islámica. Hace ocho años que Libia vive en una espiral de caos y violencia. Desde entonces, es un país dividido entre dos facciones rivales: una controla el oeste; la otra, el este.
Esta semana, el sur del Cáucaso volvió a ser escenario de la violencia cuando Azerbaiyán lanzó una operación relámpago con el fin de recuperar el enclave de Nagorno Karabaj, donde predominan habitantes de etnia armenia. Pakistán tendrá elecciones generales en enero de 2024, unos comicios marcados por una profunda división política y una dramática situación económica y social.
En tanto, nueve meses después del fin de la guerra en el Tigré, nuevos combates amenazan con sumergir a Etiopía en otro conflicto, esta vez en el norte del país. Mientras tanto los golpes de Estado militares se suceden en África, víctima del terrorismo islamista, las ambiciones personales y las influencias extranjeras.
La situación es desesperante en Haití, sometida al control de bandas armadas que dominan el 80% de la capital y las fuerzas de seguridad. El país más pobre del mundo cada vez está más aislado de la comunidad internacional. Los esfuerzos del presidente colombiano, Gustavo Petro, de instalar una paz duradera en Colombia están lejos de cumplirse. A pesar de los acuerdos firmados con sectores de la guerrilla, los sangrientos enfrentamientos continúan.
1. La guerra en Ucrania
Hasta el momento, Ucrania resistió al asalto de Rusia gracias a la valentía de los ucranianos y a la ayuda militar occidental. Pero, un año y medio después de que comenzaron los combates, nadie ve aún el final del túnel. Después de miles de muertos y heridos de ambos lados, ni Moscú ni Kiev parecen tener intensiones de retroceder. Los ucranianos consideran cada nuevo ataque y cada revelación de abusos perpetrados por Rusia como una razón suplementaria para seguir luchando. En Rusia, la propaganda y la opresión anulan todo intento de oposición, mientras que, por su parte, la unidad occidental presenta hasta ahora pocas grietas.
2. Tensión en Nagorno Karabaj
El operativo relámpago de Azerbaiyán para recuperar el control de este enclave dominado por separatisas armenios volvió a poner el foco en el Cáucaso Sur, una región de alto valor gepolítico en la que se entrecruzan los intereses de potencias como Rusia, Turquía, Irán e Israel. Rusia había sido históricamente el árbitro del conflicto de más de 30 años entre Azerbaiyán y Armenia, dos exrepúblicas soviéticas que se enfrentaron en varias guerras y que todavía deben negociar un acuerdo de paz, por este enclave. Pero la guerra de Ucrania debilitó la influnecia rusa y le dio una oportunidad de Azerbaiyán, un país con grandes reservas de gas, para tomar la iniciativa. Históricamente dependiente de Rusia, Armenia se ha acercado a Occidente para intentar fortalecer su posición, ante el temor de que Azerbaiyán, apoyado por Turquía, decida avanzar aún más.
3. Más presión sobre el régimen de Irán
Las manifestaciones masivas contra el régimen, la brutal represión de los ayatollahs y la entrega de armas a Rusia han dejado a Irán más aislado que nunca. Las protestas que sacudieron al país durante los últimos meses representan una amenaza mayor para la autoridad de la República Islámica. Decenas de miles de personas, principalmente jóvenes, inundaron las calles del país para desafiar al régimen. En primera línea, mujeres de toda edad que se niegan a vestir el hijab obligatorio, considerado un símbolo de la misoginia y la opresión generalizada. Argumentando un complot fomentado por el extranjero, el gobierno reaccionó ejecutando, encarcelando y torturando a miles de personas, entre ellas decenas de niños.
4. Pulseada política en Pakistán
Pakistán, que organizará elecciones generales en enero de 2024, lo hará con un cuerpo político profundamente dividido y con un ex primer ministro, Imran Khan, que cultiva la sublevación popular contra el gobierno y los todopoderosos militares. Hasta entonces, Pakistán seguirá dirigido por un jefe de gobierno interino, Anwar ul-Haq Kakar, representante de un partido del Baluchistán.
Desde el 12 de agosto, ese senador allegado al Ejército se ocupa de las cuestiones de rutina, en momentos en que el país atraviesa una profunda crisis económica y social. El calendario decidido por la comisión electoral beneficia a Nawaz Sharif, exiliado en Londres hace cuatro años, donde consiguió escapar tras ser condenado a siete años de prisión por corrupción. Quien no tuvo la misma suerte fue Imran Khan, encarcelado desde el 5 de agosto, acusado de sedición, una infracción pasible de la pena de muerte.
5. Taiwán, bajo la amenaza china
El régimen chino siempre subrayó su determinación de conquistar Taiwán, al cual con una lectura sesgada de la historia reciente considera de su pertenencia. Pero, en los últimos meses, envalentonado por su creciente poderío económico y militar, Pekín subió el tono y se mostró mucho más asertivo a la hora de reclamar su presunto derecho sobre la isla de gobierno democrático, escindida del territorio continental en 1949 tras una guerra civil y volcada desde entonces a Occidente, con una fuerte alianza con Estados Unidos. China realiza frecuentes ejercicios militares en torno a la isla, con una presencia amenazante que la enfrenta simultáneamente a Taipéi y Washington.
6. Ebullición en Libia
Secuela de las fallidas primaveras árabes de 2011, que despertaron ilusiones, pero fueron sofocadas o derivaron en guerras civiles, Libia se convirtió en un Estado fallido dividido en clanes enfrentados por poder y territorios. Desde 2014 esa caldera de caos, violencia y desgobierno se concentra en dos facciones, establecidas en dos regiones con instituciones paralelas: en el oeste, el gobierno de Trípoli, reconocido por la comunidad internacional; y en el este, una entidad autónoma controlada por el general Jalifa Hafter. Este veterano militar se sublevó contra Trípoli al frente de un proyecto contrarrevolucionario.
7. Los golpes de Estado en el Sahel
Desde 2019, los golpes de Estado se suceden en el Sahel. En apenas cuatro años, seis países del centro de África vieron sus líderes destituidos. Algunos, varias veces. En menos de un mes, este verano boreal, dos putsch golpearon esa región. El 26 de julio, en Níger, y el 30 de agosto, en Gabón, donde los militares pusieron fin a la dinastía Bongo, que gobernó el país durante más de 55 años.
Desestabilizados por la insurrección jihadista, varios países del Sahel fueron escenario de esos golpes, que condujeron a la instauración de juntas militares, casi todas trabajadas por Rusia a través del grupo mercenario Wagner. Una influencia destinada sobre todo a terminar con la presencia europea en la región, y especialmente de Francia, expotencia colonial. Fue, en efecto, el caso de los dos anteriores, pero también de Burkina Faso (dos en 2022), de Guinea (2021) y de Malí (2020 y 2021).
A ellos se puede agregar el putsh en Sudán, en octubre de 2021, cuando los militares dirigidos por el general Abdel Fattah al-Burhan destituyeron a los dirigentes civiles de transición, que debían llevar el país hacia la democracia tras 30 años de dictadura. Un golpe que, desde abril de este año, sumió a Sudán en una guerra fratricida entre Al-Burhan y su exsegundo, que ya ha provocado unos 5000 muertos.
8. Combates en Etiopía
El mes pasado, el Parlamento etíope adoptó el estado de emergencia en la región de Amhara, la región donde se han intensificado los combates.
Nueve meses después del fin de la guerra en el Tigré, los nuevos combates podrían sumergir a Etiopía en otro conflicto. La última explosión de violencia se produjo en el norte del país. Esa región, situada entre el Tigré y la capital, Addis Abeba, jugó un papel determinante en la mortífera guerra que opuso el gobierno a los rebeldes del Tigré entre noviembre de 2020 y noviembre de 2022. Durante esos dos años de conflicto, las milicias locales conocidas con el nombre de Fano aportaron un apoyo crucial a las tropas federales. No obstante, las relaciones entre el gobierno y esas milicias nacionalistas no han dejado de degradarse desde que terminó la guerra.
9. Violencia de las pandillas en Haití
La violencia de las pandillas recrudeció en el país caribeño desde el asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021.
Las bandas dominan casi el 80% de la capital, Puerto Príncipe, y controlan a la policía. En su lucha por tomar territorio y poder, la población es la principal víctima: desde enero se contabilizaron más de 2400 muertos y 200.000 desplazados.
En varias zonas del país las escuelas están cerradas y los centros de salud resisten en condiciones precarias y sin personal por los ataques diarios. República Dominicana cerró sus fronteras y suspendió las visas para los haitianos, mientras que Kenia encabezará una fuerza multinacional que enviará un equipo especializado para evaluar la situación de seguridad, a pesar de las amenazas de los cabecillas de las bandas contra una posible intervención de fuerzas extranjeras.
10. El desafío de las guerrillas en Colombia
La gran promesa del gobierno del presidente Gustavo Petro es asegurarles a los colombianos la paz total. Luego de un año de gestión, las conversaciones con los grupos armados avanzaron, pero a paso lento.
En agosto pasado se acordó con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) un alto el fuego de seis meses, mientras que se espera que en octubre se instale una mesa de diálogo de paz con las disidencias de las FARC.
Aun así, la violencia está lejos de terminar. Enfrentamientos entre ambos bandos dejaron al menos nueve muertos y varios heridos a principios de mes en Arauca. El miércoles, dos personas murieron en un atentado con coche bomba contra una estación de policía.