El cortocircuito entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof, cruzado por el impacto que provoca Javier Milei en el peronismo

Las diferencias entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof volvieron a salir a la superficie en esta campaña electoral. No son nuevas y en el fondo esconden una batalla solapada por la sucesión política de Cristina Kirchner. Pero más allá de los posicionamientos por el futuro liderazgo del peronismo, en una carrera en la que también se anota Sergio Massa, el cortocircuito entre el jefe de La Cámpora y el gobernador bonaerense tiene nombre y apellido: Javier Milei. La irrupción del libertario los encuentra en posturas opuestas.

Milei, Cristina y el peronismo: las fuerzas del cielo chapotean en en el barro

Mientras Máximo minimiza el alcance de la aparición de Milei en la política argentina, al punto de compararlo con el fugaz estrellato de Francisco de Narváez en 2009, Kicillof lo considera una “etapa superadora de la derecha” y una “amenaza institucional” para el país, según pudo saber LA NACION de fuentes de su entorno. La diferencia en el diagnóstico no es solo de criterio: el gobernador se juega su futuro político en lo inmediato, en las elecciones de octubre. Para el primogénito, en cambio, la banca en el Congreso está asegurada.

Kicillof lanzó la advertencia sobre la nueva música que debería componer al peronismo no solo al verificar que Milei atrajo el voto joven en la Provincia, sino también cuando cayó en la cuenta de que el candidato de La Libertad Avanza tenía en sus planes seguir creciendo desde el territorio bonaerense. En la sede de la Gobernación, en La Plata, la figura de Carolina Píparo ya no es soslayada en los análisis electorales. De hecho, allí sostienen que será ella y no Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio) la rival a doblegar por Kicillof el 22 de octubre.

Un encuestador que es escuchado en las mesas políticas del oficialismo alertó que Milei había pasado del 20% al 30% de intención de voto en la Provincia en las semanas posteriores a las PASO, lo que implicaba un crecimiento del libertario de cuatro puntos porcentuales a nivel nacional y consecuentemente, una inyección directa a las aspiraciones de Píparo. En La Plata también anotaron una declaración de guerra que Milei repite en sus incursiones bonaerenses: “Vamos a ganar la Provincia y a terminar con el kirchnerismo”.

Para el “axelismo” no se trata de una mera bravuconada. “Más allá de lo que digan las encuestas, a las que no les creemos prácticamente nada, nosotros hacemos campaña como si fuéramos perdiendo por 15 puntos”, definió ante este diario un colaborador directo de Kicillof, para dar cuenta de la seriedad con la que toman el fenómeno libertario. Hasta hurgaron en el círculo de confianza de Píparo y creen que la candidata bonaerense de LLA “entró en pánico” porque no sabría “qué hacer” si ganara la Provincia.

Máximo Kirchner tiene otras prioridades. El jefe del PJ bonaerense está enfocado en mantener el control de municipios como Quilmes, donde gobierna la camporista Mayra Mendoza; de Hurlingham, con otro dirigente del sector como Damián Selci; y en recuperar Lanús, de la mano de Julián Alvarez. Aunque no lo dice abiertamente y se muestra comprometido con la campaña nacional de Massa, el primogénito también proyecta la resistencia desde el Congreso en caso de que Milei efectivamente llegue a la Presidencia el 10 de diciembre.

En el análisis de Máximo, además de comparar a Milei con De Narváez -que en 2009 le ganó una elección legislativa a su padre Néstor Kirchner pero no pudo consolidarse en la primera línea de la política argentina-, el referente libertario es “hijo del endeudamiento con el FMI”. Esto es, de la crisis que según el jefe camporista comenzó en 2018 con el reingreso del país a los programas del organismo, de la mano de Mauricio Macri, y de la continuidad de esas políticas con Alberto Fernández, que él impugnó dentro del Frente de Todos.

Con esos argumentos, Máximo parece adherir a la tesis de que el apoyo que cosechó Milei en las PASO fue antes producto de una reacción social de hartazgo y frustración que de las expectativas que pueda generar el candidato de LLA. “No sabemos si será un fenómeno pasajero, porque eso lo determina la gente. Lo que sí pensamos es que es un personaje que creció basado en cuestiones mediáticas”, analizó un referente camporista, cercano a Máximo Kirchner, que consideró superado el entredicho con Kicillof.

En el clásico pensamiento kirchnerista, la dirigencia que crece a partir de su participación en los medios tiene pies de barro. Pero no es esa, precisamente, la lectura que hace el gobernador. “Milei está generando cierta esperanza y hay que salir a disputar eso”, advirtieron desde La Plata, donde afirmaron que la mejor estrategia para enfrentar al libertario es “desenmascararlo” con ejemplos prácticos sobre las consecuencias de sus propuestas. “La dolarización es una versión avanzada de la convertibilidad”, indicaron en ese sentido.

Las diferencias de Kicillof no son solo con Máximo, pese a que su llamado a componer una nueva música en el peronismo estuvo conversado con Cristina Kirchner, a quien considera su única jefa política. El gobernador y su equipo tampoco comulgan con el estilo de las campañas electorales que suele desplegar Massa, a las que juzgan dominadas por el marketing político. Sin embargo, en las últimas semanas en La Plata juzgaron al ministro-candidato como más “enfocado” y aplaudieron las medidas para compensar los ingresos.

Del PT a UP

Al igual que Máximo, Massa tampoco dice mucho sobre el fenómeno Milei que preocupa a Kicillof. El ministro-candidato encaró la segunda parte de su campaña con críticas a las propuestas del libertario, pero sin ataques personales. Los nuevos asesores brasileños de Unión por la Patria (UP), que trabajaron con el PT de Lula, advirtieron que a Jair Bolsonaro no le hizo mella que lo tildaran de “loco”, pero sí que posaran la lupa sobre sus propuestas, en especial las impracticables. Una forma de polarizar, sin beneficiar al adversario.

El trío Massa-Máximo-Kicillof, que se perfila como la referencia de la próxima generación del peronismo, ensaya en medio de la campaña electoral una convivencia forzada por las circunstancias. “Ya pasó, asunto terminado”, sentenciaron en La Cámpora sobre el chisporroteo entre Máximo y Kicillof. Pero en ambos equipos intuyen que el proceso electoral acomodará los liderazgos o alumbrará, contra su voluntad, el post-kirchnerismo.

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