Siete de cada diez chicos que viven en la Argentina están en situación de pobreza, ya sea porque a sus hogares no ingresa suficiente dinero para la compra de los bienes y servicios básicos, ya sea porque sufren la privación del ejercicio de algún derecho esencial, como el acceso a la educación, a una vivienda adecuada y no ubicada en cercanía de fuentes de contaminación, a la atención sanitaria o a los servicios de saneamiento en el hogar.
El dato es parte de las conclusiones de un informe de Unicef, basado en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec y de un relevamiento propio que, entre otros datos, revela que en junio último cuatro de cada diez hogares con niños debieron dejar de comprar algún alimento, ante la falta de dinero.
Así, según el dato extrapolado a todo el país, 8,6 millones de chicos son pobres por ingresos o por privaciones de carácter no monetario. De ellos, 3,9 millones de menores (31% del total) están afectados por ambos tipos de pobreza.
La información corresponde a los primeros meses de este año situación podría ser más grave en estos días de inflación acelerada. Según un informe difundido hoy por el Indec, el costo de la crianza de chicos de entre 0 y 12 años se incrementó entre 145,5% y 148% (dependiendo de la edad) entre agosto de 2022 y ese mes de este año. Es una suba interanual varios puntos porcentuales más alta que la del Índice de Precios al Consumidor, que el mes pasado trepó a 124,4%.
Frente a todo ese escenario, en el último año, con el candidato a presidente por el oficialismo, Sergio Massa, al frente del Ministerio de Economía, el gasto del Estado para las principales políticas de transferencias a la niñez sufrió un ajuste que promedia el 26% interanual. Según un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso (OPC), en el período de enero a agosto de este año los recursos destinados al pago de asignaciones familiares para empleados formales y monotributistas cayó, en términos reales (corregidos los datos por inflación) un 34,8%, en tanto que los derivados a la Asignación Universal por Hijo (AUH) disminuyeron 12,2%. Lo asignado al Plan Alimentar, en tanto, que abarca a los chicos de hasta 14 años (mientras que las otras transferencias alcanzan a los menores de hasta los 17 años) tuvo una baja interanual de 6,4%, aunque en este caso, si se mira la variación interanual solo del mes de agosto hubo una recuperación -de 14,7%-, a diferencia de las asignaciones familiares y la universal, en las que el signo fue negativo.
La razón de ese retraso está en la insuficiencia, frente a la inflación, de la fórmula de movilidad previsional, usada como referencia para la suba nominal de las asignaciones que se hace trimestralmente. También influyó, en el caso de los pagos por hijo del sistema laboral formal, la desactualización de los montos topes de ingresos familiares para cobrar y la quita de un bono que, en muchos casos, se había pagado en 2022.
Según enfatiza Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo de Unicef Argentina, si bien “sin la AUH la tasa de pobreza extrema sería 10 puntos más altas”, también es cierto es que “se necesita un mecanismo de actualización de los valores mucho más potente”, a la vez que se requiere “asegurar los presupuestos para las políticas destinadas a la niñez”.
Al ajustarse por la fórmula de movilidad previsional, las asignaciones por hijo fueron en agosto un 41,5% más altas que las del inicio del año, mientras que a ese mes el índice de inflación acumuló 80,2%, lo que determina una caída del poder adquisitivo, para ese mes, de 21,5%. En el actual mes de septiembre se aplicó a los montos un reajuste de 23,29%.
Los datos publicados por Unicef referidos a la pobreza por ingresos revelan que en los primeros tres meses de este año 7 millones de chicos (56% del total) vivían en hogares en esa condición, mientras que 1,7 millones (13%) estaban en la pobreza extrema (los ingresos no alcanzan a cubrir los alimentos esenciales.
El informe incluye los resultados de la séptima encuesta del organismo sobre niñez, hecha entre junio y julio de este año. Del relevamiento surge que los ingresos de cuatro de cada diez hogares donde hay menores de edad no son suficientes para cubrir gastos básicos en alimentación, salud, educación, transporte y gastos de vivienda, y advierte que esa situación favorece el endeudamiento de las familias.
De la encuesta, que fue telefónica y abarcó a 1269 hogares, representativos de 27,7 millones de personas, surge que el 29% de los hogares recurrió a algún préstamo o hizo compras fiadas para procurarse alimentos. Un año atrás esa respuesta había sido dada por el 24,3% de los consultados. En las familias que perciben la AUH, en tanto, tomar una deuda fue algo que ocurrió en cuatro de cada diez casos.
Otra estadística que muestra el alto grado de vulnerabilidad de gran parte de la población es el que indica que, a falta de dinero, un 28% de los adultos dejó de comer alguna vez en el día (en el desayuno, el almuerzo, la merienda o la cena) para poder darles alimentos a los chicos. En 2022 esa respuesta había sido dada por el 19% de los consultados, lo cual muestra un fuerte empeoramiento de la situación, Entre los niños, el 6% no accedió a alguna de las comidas diarias.
Con respecto a qué se come, en el 64% de los hogares la respuesta fue que consumen este año menos carne que en 2022; el 61% bajó la cantidad de bebidas azucaradas; el 44% compra menos frutas, verduras y lácteos, y el 20%, menos fideos, harina o pan.
El valor mensual de la canasta básica de alimentos del Indec, que es la que se utiliza oficialmente para la estimación de los índices de pobreza e indigencia, tuvo un incremento en agosto de 17%, muy superior al avance del índice de la inflación general. Y la suba interanual trepó a 146,4%