No me invitaron a firmar el documento titulado “El espejismo de la dolarización”, suscripto por 170 economistas. Pero si me hubieran invitado, no -repito- no lo hubiera firmado.
En múltiples oportunidades expresé públicamente que la dolarización de la economía no tiene ninguna prioridad en el próximo gobierno, y como también en la formulación e implementación de cualquier política económica los recursos son escasos, hay que ocuparse de las prioridades. Lo cual, aquí y ahora, implica concentrarse en la cuestión fiscal. De manera que no tengo ninguna discrepancia básica con lo que sostienen mis colegas, muchos de los cuales son amigos personales. Pero tengo una fortísima discrepancia con que sus ideas se hayan expresado a través de una declaración.
Quienes comparan “El espejismo de la dolarización” con “Cuidemos al Indec”, la declaración que a comienzos de 2007 firmamos alrededor de 400 economistas, ignoran un par de hechos elementales. Por una parte, aquello fue una decisión, esto es una propuesta. Lo primero se refiere al “dibujo” de las estimaciones oficiales de la tasa de inflación, la persecución a funcionarios del Indec y el procesamiento penal y multas a quienes, en el sector privado, realizaban las referidas estimaciones.
Por la otra, aquello fue una acción estatal, esto una propuesta realizada por un candidato, que en rigor está siendo fogoneada por algunos economistas cercanos a él.
Como precedente, es pésimo. A propósito, a los firmantes de la reciente declaración les pregunto: ¿por qué no sacaron una a propósito de la “piolada” que hace unos años se mandó Axel Kicillof que nos costará US$16.000 millones? ¿Por qué no sacaron otra denunciando al actual gobierno, quien por no negociar desde el vamos con Pfizer la compra de vacunas contra el Covid le hizo perder la vida a algunas decenas de miles de argentinos?
Quiero creer que nada de esto afectará las futuras relaciones con mis colegas y mucho menos la amistad. Debemos imitar a David Ricardo y Robert Thomas Malthus, a quienes la diferente opinión sobre la conveniencia de derogar las Leyes de Granos, cuando terminaron las guerras napoleónicas, no les afectó la enorme amistad personal que reinaba entre ellos.
Última, pero no menos importante. Estimados colegas: ¿le tienen miedo a Javier Milei? Tengo la solución: ¡no sólo voten, sino que además hagan campaña por Patricia Bullrich!