ROMA.- Tras 18 meses de guerra sin cuartel con Rusia, Ucrania enfrenta un triple problema.
El ejército ucraniano avanza palmo a palmo en el campo de batalla, pero le falta poder de fuego, especialmente aéreo, y también hombres bien entrenados para expulsar a las fuerzas rusas que ocupan el sur y el este del país.
Por su parte, en su envío de armas a Kiev, Occidente se ciñe a su postura “incremental” y estaría dispuesta a negociar un eventual cese de hostilidades.
Pero aunque Vladimir Putin se mostrara abierto a negociar, el líder ruso tiene un largo historial de renegar de sus acuerdos y de renovar sus embates para poner a Ucrania bajo el yugo de Moscú.
Y el actual punto muerto militar y político parece destinado a seguir así hasta que se modifique alguna de esas tres variables.
Los ucranianos temen que el empantanamiento juegue a favor de Rusia, especialmente si a Occidente lo gana el cansancio. “La situación no es sostenible en el tiempo”, dice Pavlo Klimkin, excanciller de Ucrania.
Las perspectivas militares de Ucrania
Las tropas ucranianas abrieron una brecha en la primera línea de fortificaciones rusas en las proximidades de Robotyne, en el sudeste del país, pero siguen a más de 100 kilómetros del mar, objetivo que se habían propuesto antes de la llegada del otoño boreal.
Lo cierto es que la contraofensiva ya lleva cuatro meses y hasta ahora ha frustrado las expectativas de Ucrania y de Occidente de lograr un gran avance. Pero si antes de la llegada del invierno o del agotamiento de sus fuerzas Ucrania logra romper las desgastadas defensas rusas en el frente sur, los ucranianos todavía lograr un avance territorial significativo.
El curso de la guerra viene desafiando las predicciones de los generales, los servicios de inteligencia y los expertos militares, desde el fracaso del ataque relámpago de Rusia contra Kiev hasta las sorpresivas victorias de Ucrania en las regiones de Kharkiv y Kherson, el año pasado.
“A esta altura nadie sabe cómo evolucionará la guerra”, dice Klimkin. “No me extrañaría que aparezca un cisne negro”.
Las tropas ucranianas nunca han ocultado las dificultades que vienen enfrentando este verano en su lento avance en Zaporiyia y la región del Donetsk.
Los campos densamente minados, la falta de poder de fuego y de defensas aéreas, las deficiencias en el entrenamiento de las nuevas unidades y el competente desempeño defensivo de Rusia han provocado numerosas bajas ucranianas por cada kilómetro ganado al invasor.
Los ucranianos han adaptado sus tácticas para reducir la pérdida de tropas y vehículos blindados. Pero ese cauteloso nuevo enfoque también le da más tiempo al ejército ruso para restablecer sus líneas defensivas después de las retiradas e impide que Ucrania cobre impulso, según un nuevo estudio sobre la actual contraofensiva realizado por el Royal United Services Institute, un grupo de expertos en defensa de Londres.
Ucrania tiene los hombres y la determinación colectiva de continuar luchando el tiempo que haga falta, siempre y cuando Estados Unidos y sus aliados europeos continúen con su ayuda económica y militar. Pero para derrotar a una Rusia movilizada en su totalidad en pos del esfuerzo bélico probablemente haría falta un despliegue mucho más decidido de los enormes recursos industriales de Occidente que facilite la victoria ucraniana.
La cautela de Occidente
Hasta ahora, la postura de los países claves de Occidente, encabezados por Estados Unidos y Alemania, ha sido mesurada, tendiente a evitar que Rusia derrote a Ucrania y al mismo tiempo limitar el riesgo de una escalada que termine con un choque directo con Moscú.
Estados Unidos recién suministró sistemas de armas potentes después de meses de debate y de lobby por parte de Kiev y sus aliados europeos, que quieren acelerar la derrota de Rusia.
El canciller alemán, Olaf Scholz, repite sistemáticamente que Putin no debe ganar, pero al mismo tiempo evita decir que Ucrania debería ganar.
Lo que Occidente está mostrando es que sus intereses en Ucrania son limitados, señala Alexander Gabuev, director del Centro Carnegie Rusia Eurasia, con sede en Berlín. “Por muy desgarradora que sea la situación, muchos votantes de Occidente no consideran que la guerra sea existencial para ellos. Quieren que sus impuestos también se gasten en otras cosas”.
Las prioridades de Occidente son debilitar la capacidad militar y económica del Kremlin para impulsar sus ambiciones expansionistas, mantener unidos a los países de la OTAN y evitar una Tercera Guerra Mundial: el estancamiento actual cumple con los tres requisitos.
“Putin ya perdió la guerra”, dijo Joe Biden en julio, tras la cumbre de la OTAN en Vilna, Lituania. Sin embargo, ni Putin ni Ucrania comparten esa evaluación.
“Hasta ahora, Putin cree que el tiempo juega a su favor”, dice el excanciller Klimkin. “Hace falta una estrategia coordinada con Occidente, para que Putin sienta que el tiempo le juega en contra, a él personalmente, y a su país”.
Pero la moneda puede darse vuelta si Donald Trump regresa a la Casa Blanca y Estados Unidos recorta la ayuda militar y financiera a Kiev, apunta Gabuev. “En ese caso, podría volver a la mesa de negociaciones el objetivo original de Putin: instalar un régimen títere en Kiev y dejar un Estado residual en el oeste de Ucrania.”
Negociar con Putin
En Washington y en las principales capitales europeas muchos funcionarios dudan de que Ucrania pueda recuperar todo su territorio por la fuerza, salvo con un incremento masivo de la ayuda militar occidental, algo que consideran demasiado arriesgado.
Los líderes occidentales no quieren presionar a Kiev para que se siente a negociar, porque podría dividir a la OTAN y al mismo tiempo alentar a Rusia a apostar a que Occidente finalmente le soltará la mano a Kiev. Pero hay varios que ya preferirían una negociación a tener que costear una guerra sin final en ciernes.
Algunos comentaristas occidentales sostienen desde hace tiempo que lo mejor para Ucrania sería congelar el conflicto y aceptar la pérdida de parte de su territorio, y así no sufrir un incontable número de muertos en una guerra de desgaste contra un país más poblado.
Pero las encuestas siguen confirmando que los ucranianos siguen rechazando por abrumadora mayoría cederle territorio a Rusia. Los informes de asesinato de civiles, cámaras de tortura y deportaciones de niños de zonas ocupadas han endurecido la determinación del país de recuperar el control total de su territorio sin importar el número de bajas.
“Hasta ahora, la mayoría de los ucranianos están básicamente en contra de cualquier negociación. Es una posición tanto emocional como política”, señala Klimkin.
Es más, muchos creen que Ucrania no tiene otra opción, porque aunque Putin se mostrara abierto a un acuerdo, no lo cumpliría.
“Putin simplemente usaría el alto el fuego para darles tiempo de recuperarse a sus fuerzas militares”, señala Andrei Kozyrev, exministro de Relaciones Exteriores ruso en la década de 1990 y opositor a la invasión a Ucrania. “Un acuerdo le abriría el camino para comprarle armas a China, y en menos de un año, Putin atacaría de nuevo”.
Por Marcus Walker
Traducción de Jaime Arrambide