Después de que Falabella, Zara y otras compañías anunciaran que dejaban de operar en el mercado argentino, ahora se sumó a la larga lista el e-commerce Dafiti. El grupo de origen brasileño confirmó que cesa las operaciones en el país (donde cuenta con 140 empleados) por el “empeoramiento de la rentabilidad, sin signos de mejora de las perspectivas”, dados los problemas a los que se enfrenta el sector de la moda y el comercio minorista a nivel mundial, combinados con el actual entorno macro en la Argentina. Según se informó, las ventas continuarán hasta el 18 de septiembre.
“Luego de una cuidadosa consideración, hemos tomado la difícil decisión de cerrar nuestras operaciones en la Argentina. Esta decisión se tomó luego de una evaluación exhaustiva de varios factores, incluidos los desafíos económicos, las condiciones del mercado y la dinámica cambiante de nuestra industria. Lamentablemente, la Argentina continúa atravesando un período prolongado de alta inflación, restricciones comerciales y, sumado a la salida de marcas internacionales y otros proveedores que se niegan a trabajar directamente con entidades argentinas, ha puesto seriamente a prueba nuestra capacidad para operar el negocio”, dijo la empresa en un comunicado.
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“Dafiti Argentina ha experimentado un empeoramiento de la rentabilidad, sin signos de mejora de las perspectivas, dados los problemas a los que se enfrenta el sector de la moda y el comercio minorista a nivel mundial, combinados con el actual entorno macro en la Argentina, que no muestra signos de desaceleración”, agregaron, y sumaron que la firma busca desplegar una “estrategia ambiciosa para el éxito futuro de su negocio en Latinoamérica”, en Brasil, Chile y Colombia.
“La Argentina representa el 4% del NMV (volumen neto transaccionado) del grupo y 11% del NMV de la región, por lo que cualquier inversión adicional restaría valor a los recursos necesarios para lograr nuestra estrategia para Dafiti”, apuntaron.
Por último, desde la compañía insistieron en que la decisión fue muy difícil de tomar, porque “lamentablemente afecta a los 140 empleados de la compañía en el país”. Y cerraron: “En las próximas semanas, nos centraremos en la mejor manera de cumplir nuestras obligaciones con el personal, los socios comerciales y otras partes interesadas”.
Desde Falabella a la aerolínea Latam y desde la energética Enel (controlante de Edesur) hasta el supermercado Walmart, varias multinacionales optaron en los últimos años por irse de la Argentina.
Las razones que llevaron a estas empresas a dejar el país son varias. Falta de previsibilidad, cambio constante de las reglas de juego, débil seguridad jurídica, alta inflación, restricciones a las importaciones e imposibilidad de girar divisas al exterior son algunas de las explicaciones que dan los empresarios cuando explican la falta de clima de negocios en el país. Además, se vieron afectadas por la pandemia y por la invasión de Rusia a Ucrania y, a la hora de reconsiderar sus estrategias de negocios, optaron por irse.
La anterior salida de un gran grupo empresario fue el 24 de agosto. Ese día, el Banco Macro anunció que finalmente se quedaba con la operación del Banco Itaú en el país. La ida del banco brasileño respondió a la falta de créditos en una economía inflacionaria, las restricciones para operar en un mercado con cepo cambiario, las limitaciones para prestarle al sector privado -en un contexto donde el Estado es el principal necesitado de pesos para cubrir su déficit-, la falta de previsibilidad y el cambio constante de las reglas de juego, la débil seguridad jurídica, la alta inflación, las restricciones a las importaciones y la imposibilidad de girar divisas al exterior.
Otras empresas que decidieron irse del país fueron Inditex, la dueña de Zara que dejó la operación local en manos de la multinacional panameña Regency Group; OLX Autos, las aerolíneas Latam Argentina o Norwegian, los autopartistas Axalta y PPG, las farmacéuticas Hepatalgina, Pierre Fabre, Gerresheimer y Eli Lilly, y las energéticas Enel, Sinopec y Petrobras. También las marcas deportivas Nike y Under Armour, y hasta la empresa de delivery Glovo. Las nacionalidades de estos grupos son diversas: se trata de empresas estadounidenses, chinas, chilenas, brasileñas, francesas, españolas o italianas.
La economía explica una parte de esta situación. La Argentina tiene el mismo producto bruto interno (PBI) que hace 10 años. En este periodo, además, la inflación pasó de niveles del 25% a alcanzar los tres dígitos. La pobreza se mantiene cercana al 40% de la población, mientras que la pobreza infantil ya alcanza a uno de cada dos chicos.
Sin embargo, el factor que más desvela a los empresarios es la falta de previsibilidad. En agosto de 2020, por ejemplo, el Gobierno sorprendió un viernes a la noche con el anuncio de que las empresas de telecomunicaciones pasaban a ser un sector regulado y que los aumentos de tarifas iban a estar fijados por el Ente Nacional de Comunicaciones (Enacom). A los pocos días se decretó un congelamiento de las tarifas.
Las grandes empresas de telecomunicaciones lograron avanzar igual con el aumento de tarifas, gracias a medidas cautelares que otorgó la Justicia, lo que le valió una nueva crítica de la vicepresidenta Cristina Kirchner al Poder Judicial. Pero mientras tanto, las pequeñas empresas de internet, telefonía y TV por cable siguen dependiendo del Enacom para ajustar sus tarifas, lo que genera una brecha de ingresos entre unas y otras.
Lo que ocurre en el sector de telecomunicaciones se repite en otras industrias, donde las empresas que tienen más espalda para protestar y demandar logran mayores beneficios, a costa de una inversión en tiempo y recursos que podrían enfocarse a mejorar la productividad.