Las elecciones, la posterior devaluación y -sobre todo- el descontado efecto que ella tendrá en la inflación (algo que volvió a dejar las tasas de interés en terreno negativo) convenció a algunos ahorristas de desarmar preventivamente sus depósitos bancarios en pesos y en dólares.
La conclusión surge de observar la evolución que tuvo este tipo de colocaciones durante agosto: cayeron un 3,2% en términos reales las realizadas a plazo en pesos y 1,4% las integradas en moneda extranjera; lo que -en este caso- volvió a dejar el stock total privado de estas imposiciones por debajo de los US$15.000 millones (cerró en US$14.987 millones) por primera vez desde fines de octubre pasado.
La combinación de freno y goteo en este tipo de colocaciones bancarias fue generalizado: en el caso de los pesos abarcó tanto a los depósitos mayoristas (tuvieron una baja del 2,2% mensual real), que suelen ser los más volátiles, como a los minoristas, que retrocedieron un 9,4% mensual real. Sucedió, coinciden los analistas e incluso en los bancos, al percibir los ahorristas que el salto del dólar aceleraría la tendencia alcista que ya venía mostrando nuevamente la inflación hasta volver a convertir las tasas de interés referenciales fijadas por el Banco Central (BCRA) otra vez en negativas.
Si bien en conjunto con la suba del tipo de cambio del 22% dispuesta tras las PASO el BCRA elevó su tasa de política monetaria al 118% nominal anual, equivalente a un 9,8% mensual (y consistente con una tasa efectiva anual del 209,5%), los depositantes saben por experiencia en este tipo de situaciones que los rendimientos ofrecidos quedan rezagados frente al ritmo de ajuste que comenzarían a registrar los precios, lo que llevó a algunos a desarmar sus colocaciones para evitar pérdidas.
El stock de plazos fijos privados tradicionales, compuesto por un total de 6,8 millones de colocaciones, había cerrado julio en $12,42 billones y concluyó agosto en 13,47 billones, es decir, con un avance del 8,4% nominal menor a la tasa de nominalidad que se descuenta que habría registrado la economía.
“Lo que sucedió con estas colocaciones es que mantuvieron el ritmo al que venían creciendo acompañando la nominalidad previa de la economía, pero en agosto no acompañaron el salto a los dos dígitos. Eso es lo que provoca un ajuste en términos reales que se puede profundizar por las conductas de cobertura que suelen acompañar los procesos electorales” advierte el economista Fabio Rodríguez, de MyR Asociados.
Entre las colocaciones mayoristas se notó una mayor preferencia por la liquidez, por lo que el desarme empujó un aumento del 15,1% por caso en las imposiciones en cuenta corrientes.
Pero entre los minoristas, en medio del salto en las cotizaciones de los dólares libres, prevalecieron las salidas.
“Si bien a mediano plazo esa tasa puede volver a resultar una tasa real positiva, en el corto -a diferencia de los meses previos- quedará rezagada frente a la inflación. Eso motivó salidas y no hubo traspasos a los plazos fijos ajustables por CER (inflación) como solía ocurrir en este tipo de circunstancias, que siguieron cayendo por la obligación de anclar los saldos por 90 días en un escenario de expectativas de devaluación en torno a 48% en este plazo. Hoy representan apenas 0,6% del total de las colocaciones a plazo cuando hace un año representaban el 2,1%”, observó en un informe la consultora LCG.
Sus analistas destacan que este proceso de desarmes estuvo acompañado por una mayor tendencia al cortoplacismo en las colocaciones, algo vinculado al escenario de mayor incertidumbre reinante. Esto hizo, por caso, que el plazo promedio de los depósitos se acorte a apenas 51,2 días, “el nivel más bajo registrado en los últimos 20 años”.
Los depósitos privados en dólares, por su parte, cayeron en US$518 millones el mes pasado (a razón de US$23,5 millones por día), cortando el proceso de recuperación que habían mostrado en los últimos dos meses.
El economista y consultor Hernán Hirsch sostiene que esa baja fue producto de una conducta preventiva de los depositantes frente a la crisis de las reservas y vinculada “a la mayor incertidumbre que genera un cambio de gobierno en un contexto en el cual la economía muestra un gran fragilidad y el FMI presiona por un cambio de política económica, dada la historia financiera argentina”. Y sugiere que el goteo no resultó mayor debido “a la intervención cambiaria del BCRA, que vende dólares en el mercado secundario para tener frenado al dólar MEP, billetes que luego generan nuevos depósitos bancarios”.
En los bancos, que se habían preparado para enfrentar una ola de retiros aún mayor, sostienen que el goteo fue sostenido pero limitado. Y que, muchas veces, el depositante que desarma una colocación lo hace para llevar el efectivo a su caja de seguridad.
“En general, sólo retira quien enfrenta alguna necesidad o gasto o tiene miedo a una medida de gobierno y no tiene caja de seguridad aquí (no hay más disponibilidad hace meses). El resto, por razones de seguridad, prefiere dejar el dinero en el banco porque ya comprobó en los últimos años que los billetes están”, explicó un gerente de una sucursal de una entidad privada ubicada en un barrio porteño.