PARIS.- Fiel a su política de amenazas, Vladimir Putin emplazó a Occidente a cumplir una serie de condiciones para renovar el pacto de exportación de granos ucranianos, durante la primera cumbre que mantuvo hoy con su par turco, Recep Tayyip Erdogan, en la localidad rusa de Sochi. Una reunión que también estuvo destinada a tratar de reparar las deterioradas relaciones entre ambos.
¿A quién creerle? Tras varias horas de reunión, Erdogan afirmó a la prensa que pronto será posible renovar el acuerdo de exportación de granos ucranianos que él mismo y Naciones Unidas ayudaron a obtener el año pasado para resolver en parte la crisis alimentaria mundial. Por el contrario, Vladimir Putin reconoció que “estaría dispuesto a reconsiderar” la cuestión, “en cuanto sus exigencias sobre las restricciones que pesan sobre las exportaciones de productos agrícolas rusos sean implementadas en su totalidad”. En otras palabras, hasta que las sanciones occidentales que pesan sobre su país no sean suficientemente aligeradas.
Los occidentales argumentan, sin embargo, que durante el expirado acuerdo, Rusia exportó productos agrícolas por el Mar Negro que le permitieron ganar 41.000 millones de dólares.
Rusia y Ucrania son los principales exportadores de trigo, cebada, aceite de girasol y otros granos fundamentales para los países en desarrollo. Moscú se retiró del acuerdo en julio pasado, argumentando que la exportación de sus propios productos alimentarios y fertilizantes eran obstaculizados, mientras que los granos ucranianos no eran enviados a los países que realmente lo necesitaban.
En conferencia de prensa junto a su homólogo turco, Putin rechazó hoy las acusaciones occidentales de que Moscú desató una crisis alimentaria al suspender su participación en el acuerdo, señalando que los precios no aumentaron desde entonces.
“No existe penuria de granos”, insistió.
El jefe del Kremlin agregó al mismo tiempo que su país enviará cereales gratuitamente a seis países africanos, así como lo había prometido a fines de julio.
“Estamos a punto de concluir un acuerdo con seis Estados africanos a quienes les enviaremos cereales gratuitamente en las próximas semanas”, dijo.
En una gran operación de seducción, el 27 de julio, Putin abrió la cumbre Rusia-África en San Petersburgo prometiendo “entre 25.000 y 50.000 toneladas de cereales gratuitos” a Burkina Faso, Zimbabue, Malí, Somalia, República Centroafricana y Eritrea.
Por su parte, Erdogan afirmó que Turquía prepara con Naciones Unidas “nuevas propuestas” para restablecer el acuerdo.
“Hemos preparado un nuevo conjunto de propuestas con la ONU. Creo que es posible obtener resultados”, declaró.
En este primer encuentro de ambos hombres en casi un año, muchos expertos vieron también la ocasión para el presidente turco —uno de los únicos miembros de la OTAN que mantiene relaciones medianamente cordiales con Moscú— de restaurar la confianza entre ambos, pasablemente deteriorada desde hace unos meses.
La última vez que se habían visto fue en octubre, en el marco de una cumbre asiática en Astana, la capital de Kazajistán. Entre tanto, Erdogan, que se ha negado hasta ahora a aplicar las sanciones occidentales contra su vecino, expresó claramente su deseo de que Ucrania adhiera a la OTAN, organización de la cual es miembro su propio país.
Esa declaración, realizada en el marco de la cumbre de la Alianza Atlántica el 12 de julio en Vilna, enfureció sin duda a Vladimir Putin que, horas después hizo desmentir por su portavoz las afirmaciones de Erdogan en el sentido de que Moscú había dado su acuerdo para renovar el pacto para la exportación de granos ucranianos.
Ese mismo mes, el presidente turco autorizó la repatriación de varios comandantes ucranianos del batallón Azov capturados por Rusia el año pasado y entregados a Turquía en septiembre, con la condición de retenerlos hasta el fin de la guerra. Los prisioneros fueron enviados a Kiev a pesar de las acusaciones de violación del acuerdo lanzadas por Moscú.
“Hay en efecto un cambio de naturaleza en esa relación. Y ese cambio es particularmente claro cuando se lo compara con el periodo que precedió la victoria de Erdogan en las últimas elecciones presidenciales, para la cual el apoyo de Putin fue importante”, asegura Pascale Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS).
Habiendo obtenido su nuevo mandato, Erdogan se siente ahora mucho más seguro.
“Si bien el presidente turco no está volcándose totalmente hacia Occidente, muestra cada vez más interés en reforzar las relaciones con Estados Unidos y Europa, que atravesaron duros momentos en los últimos años”, agrega Boniface.
Pero Erdogan es un brillante estratega y sabe que sus relaciones con Rusia le permitieron no solo hacer frente a las presiones occidentales cada vez que lanzó una de sus múltiples provocaciones, sino ganar cada vez más estatura internacional en calidad de nexo entre Moscú y el Oeste.
Ahora, muchos esperan que esa relación vuelva a servir para renovar el acuerdo de exportación de granos por el Mar Negro, aun cuando Vladimir Putin no dudó un segundo en bombardear los puertos ucranianos cerca de la frontera con la OTAN en vísperas de su encuentro bilateral en Sotchi.
Pero, en buen equilibrista, es difícil que Recep Tayyip Erdogan se haya dejado impresionar.
A juicio de Boniface, “en privado, es seguro que, una vez más, haya advertido a Putin que el acuerdo es bueno para ambos. Y que no humillarlo públicamente no solo es bueno para él [Erdogan], sino importante para él mismo”.