Entrevista a Carlos Melconian: “Si la gente entendiera la dolarización, habría una manifestación en Plaza de Mayo”

Ya ubicado en la primera línea de fuego, Carlos Melconian pasa al ataque. A pocas horas de que Patricia Bullrich lo presentara como su candidato a ministro de Economía, un golpe de efecto de la aspirante de Juntos por el Cambio para fortalecer sus chances de entrar al ballottage, Melconian traza la hoja de ruta del programa de la Fundación Mediterránea y pone la mira en Sergio Massa y Javier Milei, los principales contendientes de su nueva jefa política. Le inquieta tanto el plan “llegar”, dice el economista, que implementa Massa para surfear la campaña y sus efectos en una eventual transición del poder como los caballitos de batalla que emplea Milei para posicionarse en la disputa por la Presidencia: la dolarización o el cierre del Banco Central. “Hay que distinguir la civilidad de la fantasía o slogans. Esa es la discusión”, predica.

-¿Se puede arreglar la economía con la crisis de representatividad actual?

-La política está por arriba y es quien manda para conducir un contexto económico. El contenido económico, su implementación, su buen diagnóstico y su consistencia macroeconómica es el otro elemento vital. Siempre tienen que estar las dos. Si vos me preguntás si se puede arreglar hoy, de acá hasta el 10 de diciembre, mi respuesta es no. Si vos me estás preguntando después del 10 de diciembre, tenemos que ver los resultados electorales. Pero en algún momento una economía madura termina dividiendo los conflictos de la política y de la economía en términos de que puede mantener su política económica más desligada de los vaivenes políticos.

-¿Y qué escenario imaginan después del 10 de diciembre?

-Va a haber un gobierno elegido. La gobernabilidad es un tema. Esta democracia argentina ha funcionado extraordinariamente bien desde el punto de vista institucional. Yo siempre toreo a la audiencia diciendo: ¿quién es el nombre del jefe del Ejército? Nadie sabe. Cuando yo era joven, sabía hasta los generales de División. Siempre fui antidictadura y antimilitarismo, pero lo sabías porque eran actores cotidianos. Que eso ya no ocurra es un éxito de la democracia. Pero en los últimos cuarenta años, la política no supo implementar un éxito económico y su deterioro fue de tal magnitud que hemos llegado a situaciones, como los resultados de las PASO, en las que un candidato, concentrándose exclusivamente en lo que he dicho, más malas prácticas de la política, ha logrado salir primero, por poco.

-¿El “fracaso” de los últimos gobiernos explica el resultado de las PASO?

-El fracaso de la política y la decadencia en términos de resultados económicos, de la oferta de políticas públicas y de la corrupción y deterioro de los dirigentes.

Me preocupa mucho la transición de acá a diciembre

-¿Y cuál es su visión de las ideas de Milei?

-Para referirme sobre la demanda de cambio voy a hablar de dos tercios. A Patricia Bullrich la ubico dentro de eso. El resultado de las PASO indica que dos tercios o un poco más demandan un cambio y quieren que la democracia dé una solución económica. Y ha quedado encapsulado en un tercio, o un poco menos, el dueño del fracaso. Ahora se bifurca y entramos en una contienda donde, demandando el cambio, y agradeciendo los servicios prestados por generar un “plan Bonex” en la política, nosotros lo que no queremos es que venga un “plan Bonex” en la economía. Entonces, tenemos que empezar a distinguir la civilidad de la fantasía. Y esa es la discusión.

-Dijo que el plan de la Mediterránea es “disruptivo, pero dentro del sistema”. ¿La propuesta de Milei es un “salto al vacío”?

-Yo acá vengo a hablar de propuestas. Hice un discurso de media hora con una hoja de ruta, alternativas, sistema, propuestas y en una parte de un renglón hubo un “plan versus salto al vacío”. Entonces lo relevante es todo lo otro, no el renglón. Yo sé que periodísticamente la pregunta del salto al vacío tiene punch. Y pregunto, ¿por qué se asocia salto al vacío a Milei y no a Massa o [Juan] Schiaretti? Se lo pregunta porque es lo que corre por las venas del ciudadano.

-¿Por qué Juntos, que fue gobierno entre 2015 y 2019, pretende representar “el cambio” en esta elección?

-¿Como espacio? La gente aprende de los errores. Si al final no aprendés de los errores, habrás retrocedido. Quien está al frente [por Bullrich], que a lo sumo en ese gobierno fue ministra, ahora tendrá capacidad de ejercer su liderazgo, con su modelo y diagnóstico. Entonces, ¿por qué puede ser distinto [de la experiencia de Macri]? Primero, porque si no aprendés de los errores sos un salame. Y, segundo, porque estamos frente a una candidata [por Bullrich] que me imagino que tiene su formación, su personalidad y su visión alternativa, y que incluye el haber aprendido de los errores.

-¿Y qué aprendieron? ¿Qué piensan hacer distinto?

-Tenemos claro que el régimen cambiario empieza en salita roja y termina en Harvard. Se entiende lo que quiere decir… Que el régimen cambiario tiene políticas macroeconómicas prudenciales como las de los países estables. Es decir, entrar, timbear y rajar, eso no se va a poder. Financiamiento externo sobrante para la Argentina no tenés. Deuda interna para la Argentina es todo una mentira porque el Banco Central recompra y emite. Emisión monetaria de carácter inflacionario, ya aprendiste. Hay veces que la vida te va llevando a una hoja de ruta diferente porque no tenés más remedio.

-¿Cuánto le preocupa la transición, de acá a octubre o diciembre?

-Mucho, porque estoy perdiendo la idea de que pueda haber una transición de caballeros y patriótica como la que Macri, de quien he sido un especial crítico en materia económica de su gestión, le ofreció en su momento al gobierno de Alberto Fernández. Eso me preocupa. Porque la primera anormalidad es que el ministro de Economía es candidato y tiene una incompatibilidad absoluta entre ser candidato y ministro. Y porque veo que, a pesar de salir tercero y tener un conjunto de conflictos económicos -donde a lo sumo va a poder cumplir el famoso cruce del río del plan “Caruso” Lombardi, que en su momento fue visto en tono despectivo, pero hoy me abrazo a Caruso-, continúa igual, fuera de foco. Lo primero que hay que explicar es por qué hasta el 13 de agosto me dijiste “no devalúo, no devalúo, no hace falta” y el lunes a las 10 de la mañana lo pusiste en $350. La gente no es tonta. ¿Ahora te vas a clavar de nuevo en 350? Y el 23 de octubre tenés un problema. Es todo llegar, llegar y llegar. El único interés que tiene hoy este ministro de Economía es no devaluar, postergar cualquier atisbo de recesión y seguir pateando la sequía para el gobierno que viene.

Lo de la dolarización es parte del exorcismo

-Visualiza un “problema” el 23 de octubre. Hay dólar fijo en $350, congelamiento de combustibles, transporte. ¿Qué podría pasar ese día?

-Quiero que lo entienda la gente. El periodista acaba de decirle a mi tía que la inflación es 10% y el Gobierno congeló la nafta y el transporte. Porque a ella le parece raro que en una economía inflacionaria al 10% haya precios que los pisen y los atrasen. ¿Usted no cree, tía, que eso va a tener que corregirse? Sí, pero no se la agarre con Carlos, porque él lo único que va a tener que hacer es arreglar el quilombo de Sergio. ¿Se entiende esto? Este tema es central. Es muy importante que no juguemos a eso. Nunca vas a sacar de mí la idea de “plan bomba”, que le corten el financiamiento a la Argentina. Eso es no entender nada. Querer que la Argentina tenga una tragedia para que el que viene atrás entre livianito es una gansada. Toda la vida lo he considerado así. Pero la que tiene que madurar es la clase política. Creo que la gente empieza a darse cuenta de quién le miente y quién no. La gente entiende más que cualquiera. Veamos el resultado electoral. Mirá si no entiende la gente.

-¿Y la gente entiende qué implica la dolarización? ¿Qué costo social tendría?

-Creo que no la entiende porque si la entendiese, tendría que haber una manifestación en Plaza de Mayo para decir: ‘Esta fantasía no la quiero’. Exagero con lo de una manifestación, es una forma de decir. Pero acá el formato es otra cosa. Es parte del mismo exorcismo en el cual estamos. Uno tiene que trabajar todo lo que pueda en términos de poner arriba de la mesa soluciones factibles, empíricas, que mejoren la calidad de vida de la gente y muestren que hay un horizonte.

-¿Por qué dice que “no se entiende” la dolarización?

-Porque si se entendiera cómo vas a dolarizar… Por empezar: ¿cómo me vas a invitar a comer fideos con tuco si llego a tu casa y no tenés ni fideos ni tuco? Me mentiste al final. “Yo te prometo que consigo fideos en veinte meses”. No, vos me venís diciendo “vení a comer fideos con tuco”. Y se terminó. Yo creí que hoy tenía cien vasos de agua que se convierten en cien fideos con tuco, que es el sueldo. Resulta que vengo y no tenés fideos ni tuco. Y no lo dice porque estamos frente a otra cosa, lo que yo llamo el exorcismo. Entonces, tené cuidado con el exorcismo. Nuestra medida recontra revolucionaria, que ni Fidel Castro ni los más sanguinarios líderes de la revolución de 1917 tomaron, es poner arriba de la mesa la tabla del dos. Es drástica, revolucionaria, guevarista para este país. Si logramos eso, habremos empezado a enderezar y a entrar en las cuestiones con sentido común, a calmar ansiedades y a dotar de tranquilidad el escenario.

-¿Habrá que hacer un ajuste en las cuentas públicas? ¿En qué sector piensa recortar?

-¿Lo pregunta por este gobierno?

-No, por su plan. Por ejemplo, Milei habla de una baja de quince puntos del PBI.

-No, no. Lo que tenemos que hacer, con el lápiz acá [se pone la birome en la oreja], a lo carpintero, es balancear la nominalidad de las cuentas públicas. El ajuste lo está haciendo este gobierno. Cuando este gobierno aumenta el gasto público a 80% anual y la inflación es 110%, está haciendo el ajuste. Lo que nosotros tenemos que hacer es balancear la nominalidad. Es el mismo ajuste que hacen cada uno cuando cobra su sueldo. Milagros no hay. Todo lo demás es mentira de candidatos. Por eso, estamos en este quilombo. ¿No ven que un tercio sigue y dos tercios dijeron “basta”?

Si viene la legalización popular, la gente va a poder usar sus dólares sin costo fiscal

-¿Usted dice bajar subsidios vía suba de tarifas o transporte?

-Claro, como era antes del 2003. El corazón de la respuesta es: “Como era antes del 2003″. ¿Para qué vino alguien que dio subsidios? ¿No habrá sido para tenerlos cautivos después? ¿No habrá sido para engolosinarte y darte un chupetín y que digas: “Yo lo quiero a este, porque me hace viajar gratis?

-¿Esa corrección no podría generar un rechazo social?

-Puede ser, porque no todo el mundo puede estar de acuerdo. A Macron le habrán preguntado lo mismo en la ley previsional en Francia y siguió. Estoy dando contraejemplos. Nosotros venimos por la corrección sensata, no a ajustar a todos con inflación de 120%. Hay que ir a la normalidad. Se tiene que ver la luz al final del túnel. Si te creen cambiariamente hablando, se va a desplomar la brecha. Si viene la legalización popular, la gente va a poder usar sus dólares sin costo fiscal.

-¿Qué implica el bimonetarismo? ¿Cómo funcionaría en el día a día?

-Lo estamos pensando. Usar dólar y pesos va a estar dentro de la ley. Y hasta determinado monto de tus dólares los vas a poder usar el primer día abiertamente sin la hipocresía argentina de que facturo en pesos, pero me da billetes, si es al tipo de cambio alternativo. Toda esa hipocresía que se usa hoy vuela. Hay sociólogos explicando que vino un abrupto salto del gasto de la gente porque después de estar en cuarenta dijeron: “Lo voy a gastar”. Osea, la cuarentena de la pandemia duró un año y la cuarentena del crecimiento dura doce años. ¡Mirá cuando salgamos de esa cuarentena!

-¿Qué pasaría con el peso en ese contexto?

-Convive.

-¿Y se mantiene? ¿Por qué alguien querría usar los pesos?

-Porque es como en Uruguay. Siempre fui a Uruguay y cuando me venía a mediados de enero iba a la casa de cambio, sacaba los uruguayos. Un día abro un cajón y digo: “Qué boludo, me olvidé de cambiar los uruguayos. Ya está, lo perdí”. Al otro año, volví a Uruguay y valía lo mismo. Entonces, ¿en qué estás: en uruguayo o en dólares? No sé, es lo mismo. Mirá cuando pase eso acá.

-¿Qué podría ocurrir si Milei aplica la idea de cerrar el Banco Central?

-Qué se yo. Lo tendrían que agarrar a Emilio Ocampo. A Carlos Rodríguez y a Roque [Fernández] los quiero separar, porque entienden de esto y se están corriendo. Pero agarren a Ocampo o al propio Milei. No sé cómo funcionan los países sin Banco Central. Si Bullrich me dijera: “vení, vas a ser mi ministro de Economía y tenés que cerrar el Banco Central”. Yo le diría: “No. Gracias, Patricia, pero no puedo agarrar eso porque no sé cómo es”.

-¿Hay un plan para modificar la composición del gasto? ¿Dónde planean recortar?

-Sí, estás diciendo eficientizar el gasto. Hay un batallón que dirige Daniel Artana, que entiende un montón de esto. Piensen que yo fui un año presidente del Banco Nación y nuestro respeto a las líneas, a jerarquizar a la gente y a sacarla del abandono… Hay que generar la mística. Si vos vas al Conicet y en lugar de cerrarlo, les decís: “Estos dos laburan, este no”. El que labura se pone contento porque dice: “Che, yo escuché que van a cerrar el Conicet y yo hace veinte años que estoy acá. Lo amo, laburo y es lo que quiero hacer en mi vida. ¿Por qué por estos dos que no laburan me vas a cerrar a mí?”. Y lo estoy diciendo desde el liberalismo, porque yo creo que el motor y la sal de una economía es su sector privado. Pero el sector privado no hace un Conicet. Yo digo: ¿por qué vas a ser tan injusto de cerrar por dos que no laburan? Sacá a esos dos. Ese es el formato.

-¿Las recetas del liberalismo están en boga en la actualidad? ¿Las representa Milei o usted?

-Para mí, las ideas liberales siempre estuvieron vigentes en distintos gobiernos. Porque en la zapatería yo tenía que ir a mirar la vidriera de enfrente para ver cuál de los dos, a precio de mercado, vendía más barato y, aún en el país más liberal del mundo, los precios monopólicos tienen entes reguladores. Entonces, yo creo en la libertad de los mercados. Al final, lo que tenemos que distinguir es esta conversación civilizada de los slogans de un candidato. Los slogans pegan a veces, pero después te la tenés que bancar. El hastío de la gente tiene que ver con “Basta, che, hasta acá llegamos, pero tampoco me dorés la píldora”. Vamos a cosas que se puedan hacer.

-¿Y se puede levantar el cepo desde el primer día?

-De la telaraña cambiaria en la que estamos vamos a salir rápidamente.

-¿Las retenciones se pueden bajar a cero lo “antes posible”, como dijo Bullrich?

-Algunas sí, otras menos. Pero, por supuesto, vamos a tener un tipo de cambio para la exportación e importación en el mismo mercado. Vamos a eliminar las restricciones a las exportaciones. Y si tenemos éxito y se derrumba la brecha, va a ser un tema de upgrade para el sector muy ponderado. Iremos balanceando. En la medida que seamos exitosos y el tipo de cambio real en la Argentina tenga un valor moderado y entendible, se puede jugar con la política tributaria.

Es una política macro integral, donde están a cargo muchos generalistas talentosos. Y la diferencia del generalista respecto al de la especialidad es que mira las retenciones, pero también mira el gasto, la jubilación y el nivel de actividad. O mira las retenciones, pero mira la energía, el comercio y la pyme. Soy un generalista del equilibrio general, que vengo por 45 millones de argentinos, no para arreglarle la vida a un sector en particular y al resto no. Y esto vale para todos.

-¿A Luciano Laspina lo va a integrar a su equipo o no?

-Ya hablé con Luciano. Y lo que charlamos queda entre él y yo, como corresponde. También conversé con [Hernán] Lacunza. El jueves nos acompañó a Córdoba mucha gente de los espacios de JxC. Vamos a armar un núcleo muy importante de economistas-legisladores, que hagan un puente entre el equipo económico, el Ejecutivo y los legisladores. [Domingo] “Mingo” Cavallo decía que es muy importante el nexo entre el Ejecutivo, el Ministerio de Economía y el Congreso. Eso hay que hacerlo. Y ahí hay también un rol para cumplir, que va a ser muy importante. Hay que seguir juntando jugadores de mucha calidad que definan solos en el área y decidan ellos dónde la ponen.

-¿Se definió quién va a presidir el Banco Central en caso de que gane Bullrich?

-No, no es un tema que hayamos hablado. Ayer Patricia fue muy clara en eso cuando dijo: “Quiero una persona que esté a cargo del área económica y que él decida”. Para mí, eso es más que suficiente. Mi viejo tenía un slogan: vale más la palabra que la firma. Y lo cumplió toda su vida. Yo también creo más en la palabra que en lo que está escrito, y hablé lo suficiente con Patricia.

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