Con la crisis de 2001 como punto de partida, las iglesias cristianas y varias instituciones religiosas en la Argentina vienen realizando acciones conjuntas para insistir en la cultura del diálogo y la atención de las necesidades sociales más urgentes. Este modo de actuar, como una herramienta para superar la grieta, se expresó en esa emergencia a través de la Mesa del Diálogo Argentino y contó con la bendición del entonces cardenal Jorge Bergoglio, hoy papa Francisco.
El llamado a los candidatos presidenciales para que hagan públicas sus propuestas concretas y entablen “un diálogo responsable y comprometido” en la campaña electoral apunta a que el debate profundo e inteligente de ideas prevalezca por encima del conflicto y las chicanas. La declaración apunta a que los candidatos “hagan el esfuerzo por lograr dialogar entre sí por el bien de todos los argentinos”, resumieron fuenbtes de una de las instituciones firmantes.
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El mensaje comprende una revalorización de la democracia y del ejercicio del voto, como una expresión fuerte de la voluntad popular, y afirma que el resultado de las urnas puede ser “un llamado de atención”.
“El pronunciamiento va dirigido a todos los candidatos. Es un mensaje específicamente para la campaña y nace de la necesidad de que se generen propuestas concretas. No tiene connotaciones partidarias”, explicaron fuentes del Episcopado a LA NACION, al rechazar por anticipado interpretaciones sobre eventuales posicionamientos frente a las elecciones de octubre.
Clima de tensión
En momentos en que las tensiones políticas se encuentran a flor de piel y la profundidad de la crisis se acentúa, las instituciones religiosas entendieron conveniente dar un gesto de convivencia, en favor de un proceso electoral maduro, que disipe los enfrentamientos y los agravios, que indudablemente crecieron con mayor intensidad luego de las PASO del 13 de agosto.
Entre los principales déficts del proceso electoral, como lo dejaron en evidencia las PASO, mencionan la preocupación por “la falta alarmante de diálogo entre las diferentes corrientes políticas y de éstas con la sociedad” y advierten que “no hay país posible sin diálogo”.
“Tampoco hay diálogo con insultos, gritos y descalificaciones del que piensa distinto”, añaden. El mensaje no tiene destinatarios con nombre y apellido. Pero es indudable que preocupa el estilo agresivo que muestra el libertario Javier Milei, como las reacciones de otras expresiones políticas, tanto cercanas al Gobierno como al resto de la oposición. A todos los exhorta la moderación, frente a la disidencia. Y, frente a posibles signos de intolerancia, en medio del agravamiento del cuadro social, piden que “ninguna forma de violencia oscurezca la esperanza del diálogo”.
En sintonía con principios planteados reiteradamente por Francisco en su magisterio, expresan que en ese diálogo necesario hay premisas innegociables: el cuidado de la vida (una referencia al debate sobre el aborto), la preservación de nuestra casa común (la sana convivencia política) y la opción preferencial por los más necesitados y desfavorecidos (el combate a la pobreza).
“Un modelo a seguir”
“La declaración se gestó a partir del buen diálogo que existe entre las confesiones religiosas, como un modelo a seguir”, señaló un dirigente de las iglesias evangélicas. Y añadió que “no es la primera vez que nos unimos para expresar la importancia del diálogo y el consenso para la construcción de una Argentina mejor”, al recordar el proceso de encuentro que siguió a la crisis de 2001. En los últimos veinte años se han registrado avances, no solo frente a las necesidades surgidas de las debilidades políticas, sino también en temas de contenido religioso.
El documento está firmado por las instituciones que componen la representación política de cada comunidad religiosa. Desde la Conferencia Episcopal Argentina y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) hasta el Centro Islámico de la República Argentina la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la Argentina (Aciera). Cubre un amplio espectro de las comunidades religiosas del país.
También lo suscribe el Instituto de Diálogo interreligioso (IDI), que nació por impulso de Bergoglio en Buenos Aires y adquirió luego proyección internacional, que dirigen el padre Guillermo Marcó, el rabino Dabniel Goldman y el dirigente Islámico Omar Abboud. Varios de ellos acompañaron a Francisco en su histórica visita a Jerusdalén.
A ellos se suman instituciones netamente religiosas, como el Seminario Rabínico Latinoamericano, la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, la Iglesia Siriana Ortodoxa de Antioquía, la Iglesia Apostólica Armenia, además del Consejo de Pastores de la Ciudad de Buenos Aires y el Comité interreligioso por la paz, de Córdoba.
Varias citas del Evangelio, del Corán y el Talmud refuerzan el sello interreligioso del pronunciamiento. Pero, con los pies en la tierra, los dirigentes de instituciones religiosas exigen que “la agenda política debe comenzar por la escucha atenta de la realidad”