“Los jóvenes hemos perdido la confianza, la seguridad y en muchos casos las ganas de querer vivir en nuestro país”. Tras las PASO, los integrantes del Ateneo Rural de Bahía Blanca escribieron una sentida carta abierta a la sociedad.
En medio de un contexto económico y político de alta difícil, dijeron que la Argentina está en manos de “un Gobierno sin rumbo, que lo único que hace es llamarse a silencio cuando la situación del país está empeorando en todos los aspectos posibles”.
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“La falta de previsibilidad y la ausencia de política económica, no solo están afectando a la gente del sector agropecuario, sino a toda la sociedad. Estamos viendo el resultado de años de mala gestión y lo estamos sufriendo todos”, indicaron en su misiva.
Bajo este escenario, dijeron que se está “limitando las oportunidades de desarrollo personal y profesional de muchísimos jóvenes en el país”. “Contamos con una gran diversidad social, natural, productiva, etc. Somos una población creativa, innovadora, emprendedora y con gran capacidad de resiliencia”, remarcaron.
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Reclamaron la necesidad de “salir del estancamiento en el que se está inmerso”. Agregaron: “Hace ya varios años precisamos generar las condiciones económicas y sociales para comenzar a revertir esta situación lo más rápido posible”.
En primera persona
En diálogo con LA NACION, su vicepresidente, Juan Andrés Abraham, explicó cuál fue la intención que tuvieron los integrantes de la entidad para escribir el comunicado. “Luego de las PASO y, tras una reunión, teníamos una bronca contenida, vimos que nadie salió a decir nada. El campo parece atontado, paralizado, anestesiado, frenado, así como también la sociedad en su conjunto”, dijo.
Según contó, hace unos años se inició, con mucho entusiasmo, en ser corredor de cereales. “Habló a diario con los productores y siento que hay un cansancio generalizado en todos, que no tienen más ganas de pelear, de luchar, lo único que tratan es de cuidar su poco o mucho capital que lograron conseguir. Están agotados tratando de no perderlo, es como si tuvieran una contabilidad paralela, donde tienen que pensar, minuto a minuto, para cubrirse de no fundirse, en vez de ir a lo valioso que es producir”, remarcó.
Como integrante de la llamada Generación Zeta, toda meta se torna imposible: “Apuntar a tener una casa propia, a diferencia de nuestros padres, es utópico para nuestros pensamientos, está lejísimo aunque tengas un buen trabajo”.
“En el Ateneo, la mayoría son estudiantes y es una pena que cada vez sean más los que piensan en irse del país porque la política todo lo hace a contramano. Mientras el descreimiento de la sociedad crece cada vez más: ya no hay una marcha, un cacerolazo como fue en el 2008 cuando yo tenía años, era algo patrio, era sentido, pero eso no está. Y es por el cansancio, donde la gente está mirando su ombligo, tratando de cuidarse”, agregó.
Por último, agradeciendo a la Asociación de Ganaderos y Agricultores de Bahía Blanca, que son sus mayores, señaló que lo que más le preocupa es cómo se naturalizan las cosas graves que suceden en el país y la falta de dirigentes para hacer frente a esto: “Todo vuela por los aires y nadie se hace cargo”.
“Somos un grupo grande de jóvenes que queremos y necesitamos que a la Argentina le vaya bien y sabemos que es posible. Se puede ir hacia adelante en un marco económico y jurídico estable y coherente; las cosas pueden funcionar, estamos a tiempo”, cerró.